Año 17, Número 239.

Fotografía: laotrarevista.com

Ricardo Sigala 

Eran las postrimerías de los años noventa, yo viajaba cada sábado a Zapotlán a impartir el Taller Literario de la Casa de la Cultura, y entre los asistentes consuetudinarios se encontraba José Santana, una aguerrido periodista que publicaba artículos rabiosos en la prensa local, era un agudo observador de la realidad social y tenía fuertes e inflexibles convicciones respecto a la política que lo hacían ejemplar a ojos de algunos y pernicioso a ojos de otros, por supuesto era el azote de los funcionarios del municipio y en especial de los miembros del clero. Cuando llegó al taller, lo primero que hizo fue preguntarme si conocía a Jorge Souza. Claro, yo sabía de la existencia de Souza porque lo había escuchado en Radio Universidad, había leído sus columnas en el mítico periódico Siglo XXI, y especialmente porque era poeta, además él había recibido una beca del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes en la época en que yo también había sido becario. Le dije que sí, aunque no lo conocía personalmente. “Es mi amigo”, me dijo, con un orgullo que le dulcificó la voz, “fuimos amigos desde muy jóvenes, desde adolescentes”. Me llamó la atención que ese hombre, enorme, corpulento, lleno de furia en sus escritos periodísticos se convirtiera, cuando hablaba de su amigo Jorge Souza, en una persona amable, afectuosa y llena de sencillez (con el tiempo comprendí que ese el verdadero José Santana).

No tardó en suceder que la vida y las actividades literarias me cruzaran con Jorge Souza y entonces hablamos de Santana y de sus recuerdos de juventud, de sus peripecias, de sus años de aprendizaje, de sus pininos en la escritura, de sus empeños revolucionarios. Ese es el primer recuerdo significativo que guardo de Jorge Souza, pero en especial me llamó la atención el buen humor que siempre lo caracterizaba, su permanente sonrisa, su amabilidad y su cortesía. En ese momento comprendí el cambio en el ánimo de Santana, y entendí que Jorge Souza se caracterizaba por un aura apacible. 

De Jorge Souza sabemos que es es autor de más de una quincena de títulos, de plaquettes y libros de poemas que comenzaron a publicarse en 1985, y que en 2015 realizó una selección o antología personal bajo el bello título de Sólo tu desnudez vence la muerte, en ella incluye, además de su poesía, una “Nota del autor” que cuenta más sobre el poeta que es Souza que todas las que he encontrado en internet, una nota que resulta, además, una importante aportación para la historia de la poesía jalisciense en su último medio siglo, además de estar entrañablemente bien escrita. En ese volumen vemos las exploraciones del joven poeta, la definición de su poética, y sus poemas de madurez, su tránsito entre los temas cotidianos, el amor y el erotismo, la metafísica y el paso del tiempo. El amor y los cuerpos como una cosmogonía y una cosmovisión, entre la mística y la heroica que termina en los individuos, en dos que se aman.  

Por su poesía Jorge Souza obtuvo el Premio Jalisco en Letras en 2015, y el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo en dos ocasiones, en 1995 y 1998. Ha sido becario por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco en tres ocasiones, como creador con trayectoria. Ha sido antologado en una veintena de libros y algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, al rumano, al italiano y al inglés. Una de las facetas de Jorge Souza es la de antologador, ha sido incansable en ese ámbito, ha hecho compilaciones de poesía jalisciense, cubana, catalana y de poesía insurgente con motivo del bicentenario de la Independencia de México; importantes son los trabajos que hizo de dos poetas fundamentales de nuestras letras: las antologías de Ernesto Flores y de Hugo Gutiérrez Vega. Para el Programa Universitario de Fomento a la Lectura, Letras para Volar, realizó más de media docena, entre las que podemos destacar las de Amado Nervo, Antonio Machado y Enrique González Martínez. 

Ya mencioné de paso que otra de las facetas de Jorge Souza es la de periodista. En los años ochenta fue director de periódicos en Puerto Vallarta, Vallarta opina y Diario de la bahía, en Tepic, Tepic opina, del que también fue fundador, y en Guadalajara, Tiempo de Jalisco. También fue editor de Siglo XXI y Público Milenio en la misma ciudad. En todos los anteriores fue columnista, diferentes fuentes le reconocen más de mil colaboraciones. Desde hace cuarenta años ha hecho radio cultural, principalmente en Radio Universidad de Guadalajara y en la XEJB, la radiodifusora del Gobierno del Estado de Jalisco. Por su trabajo literario recibió el Premio de la Asociación de Cronistas de Jalisco.

Por si fuera poco, su trabajo de poeta y periodista, hay que decir que Jorge Souza es un gestor que ha tenido vigencia durante décadas, y por esa vía ha logrado considerables aportaciones a la cultura: entre 1990 y 1994 fungió como Coordinador de grupos y espacios culturales de la Universidad de Guadalajara; durante el periodo 1992-1994 fue miembro del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco; fue Director de Literatura en la Secretaría de Cultura de Jalisco durante una década, entre 2004 y 2014; en 2018 fue nombrado Coordinador del Centro de Investigaciones Filológicas de la Universidad de Guadalajara, y desde enero de 2021 es Presidente del Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía Guadalajara. 

Ya ha aparecido el nombre de Hugo Gutiérrez Vega en esta nota. La historia entre ambos personajes, activos periodistas y gestores culturales, ambos poetas apacibles, se cruza una y otra vez a lo largo de los años. Pero quiero detenerme en una mañana de septiembre de 2009. Yo era director de La gaceta del CUsur y había viajado a Guadalajara para entrevistar a Hugo Gutiérrez Vega, estaba por entrar en funciones la cátedra que en CUSur llevaría su nombre. En aquella primera charla con el maestro Hugo Gutierrez Vega, hablamos de los planes que tenía para Zapotlán, de las conferencias, de los talleres, los diálogos, los seminarios, pero también me dijo que estaba en Guadalajara porque la Secretaría de Cultura le estaba preparando un homenaje por su 75 aniversario, “son muy amables, y muy generosos”, me dijo, y mencionó el nombre de Jorge Souza con un honesto agradecimiento. Jorge Souza, era el Jefe de Literatura en la Secretaría y en efecto había sido el artífice de aquel reconocimiento. 

Ya ha corrido mucha agua desde aquel remoto 2009, la cátedra se echó a andar y tuvo momentos apoteósicos, la biblioteca del CUSur recibió su nombre, pero un día vino la muerte e hizo los estragos que ya sabemos. Este 20 de febrero de 2023 el maestro estaría cumpliendo 89 años, esta fecha también se cumple el décimo segundo aniversario desde que la biblioteca lleva su nombre. Ese mismo 20 de febrero Jorge Souza fue invitado al CUSur a dar una conferencia sobre Hugo Gutiérrez Vega. Cuando me pidieron que presentara a Jorge Souza para esta ocasión, vinieron a mí mente muchos recuerdos, viejos ecos, viejas voces. Esos fantasmas están presentes y vitales, bien vivos, como bien lo sugiere el título de aquella conferencia, que es además el nombre que Souza le dio a la antología que en 2009 realizó con motivo del ya mencionado homenaje al maestro: “Polvo nuevo de la palabra antigua”.

Hoy escucho la amable voz de Jorge Souza y de fondo aparece, de a poco, como un eco, la inconfundible voz del maestro Gutiérrez Vega, su voz y su palabra certera, su parsimonia profunda. Y eso me convence de que estamos hechos de las voces que nos antecedieron, las que nos regalaron una línea de esplendor estético, las que nos dieron fuerza y calma en igual medida. Somos el cúmulo de voces que nos materializa y nos hace reales. Lo diré mejor si tomo prestados unos versos de Souza: 

“Viejas voces persisten en nosotros

(…)

Nuestro destino no nos pertenece.

Nos impregnan y arrastran viejas voces 

(…) Sus raíces nos cubren.

Somos ellas.”

ricardo.sigala@cusur.udg.mx