Año 14, número 164.

José Carlos Fajardo López, estudiante de Medicina del CUSur, realizó una estancia académica en Buenos Aires durante la cual comenzó la contingencia sanitaria mundial por COVID-19

Foto: José Carlos Fajardo López

Roberto Suárez Archundia

José Carlos Fajardo López, originario de Sayula, Jalisco, es actualmente estudiante de la licenciatura en Médico Cirujano y Partero del CUSur. Como muchos estudiantes que llegan a la educación superior, José Carlos decidió realizar una estancia académica fuera del país,  en este caso en Argentina, en la Universidad Nacional Nordeste. “Actualmente me encuentro aún realizando una movilidad académica, la cual viene de un principio a la realización de algunas cátedras o asignaturas con el fin de aprender más, tanto de la cultura argentina, de sus lugares, de su gente, pero sobre todo un apoyo profesional en la cuestión médica”.

El mes de febrero marcaba una cotidianidad común, nada fuera distinto más allá de las aulas y el crecimiento meramente académico. José Carlos arribó al país sudamericano precisamente durante este mes, sin embargo, y como él mismo dice: “¿quién tenía pensado que una pandemia de estas magnitudes nos iba a golpear a todos?”.  

Al igual que el resto del planeta, la República de Argentina vio y presenció cómo la emergencia sanitaria actual tomaba día con día fuerza y nos arrebata no sólo la tranquilidad, sino nuestra libertad, la cotidianidad, la  salud y, por desgracia, la vida de miles y miles de personas en lo que iba del año actual.

 “A mediados de marzo  fue cuando la situación empezó a empeorar, el gobierno argentino, junto con el Ministerio de Educación, decidieron que toda la parte educativa de cualquier nivel iba a seguir virtualmente, como se ha seguido prácticamente en todo el mundo. Aquí se optó por tener una cuarentena obligatoria donde teníamos que estar sí o sí resguardados en nuestros hogares, precisamente por ello mejoró la situación y pudimos regresar a algunas  actividades parcialmente”.

Hace aproximadamente un mes, José Carlos culminaría su estancia académica de forma satisfactoria, terminando sus asignaturas dentro del plan de estudios como futuro médico, sin embargo, la resistencia argentina necesitaría de su ayuda. “Esto surgió más o menos desde marzo. El gobierno junto con la Universidad Nacional del Nordeste implementaron un programa de voluntariado COVID precisamente para dar apoyo a las personas”.

Inspirado por su lado más humano, José Carlos no dudaría en apuntarse como voluntario y formar parte de esta labor, apoyando desde dos flancos de gran importancia para la protección y cuidado de la sociedad argentina. “Yo  nunca creí hacer un voluntariado en estas circunstancias pero se presentó. Y decidí entrar, dicho voluntariado consistía en dos vertientes, una virtual, estando a cargo de un call center de COVID-19, en el que nosotros llamábamos a las personas que entraban a esta provincia para tomar sus datos, ya que tenían que tener un asilamiento obligatorio por 15 días, esto es para prevenir que esas personas fueran asintomáticas y que siguieran contagiando a otras personas”.

“Nosotros llamábamos 1, 3, 5, 7, 12 y 14 días a esa misma persona para preguntarle cómo seguía, si presentaba algún síntoma o si todo estaba bien. También  preguntábamos a las personas que convivían con él o ella, porque de nada serviría que solamente preguntáramos a una persona si en una casa están por ejemplo 5 ó 6 personas. Si esa persona se empezaba a sentir mal, epidemiología se iba a hacer cargo de esos casos, yendo a su casa a hacer un  hisopado y demás cuestiones. Y por otro lado, ayudábamos al auxiliar médico en todo lo que nosotros podíamos, con la protección adecuada”.

No obstante, y pese a la importante labor que José Carlos ha implementado en el país latinoamericano, muchas personas se han cuestionado si él ha tenido un arrepentimiento al haber realizado esta movilidad internacional y que por desgracia ocurriera una catástrofe sanitaria de estas magnitudes alrededor del planeta, empañando desde luego nuestra vida cotidiana tal y como la conocíamos.  José,  sin embargo, se ha mantenido en una perspectiva positiva y llena de aprendizajes no sólo académicos, sino también humanitarios, personales e incluso espirituales.

“La verdad, como yo le decía a mi familia, he tenido una excelente experiencia, muchas personas me han dicho  si me arrepentí de haber venido y que me tocara esta situación, yo puedo decir que para nada. Yo no me arrepiento de esto, aprendí muchísimas cosas, desde vivir solo sin ver a las personas que yo estaba acostumbrado toda mi vida (amigos, familiares), hasta valerme por mí mismo. En esta situación hubo muchas cuestiones que pase, conocí lugares hermosos y sobre todo a gente, los argentinos son personas muy cálidas. Todo lo valoras más. No sabemos si mañana vamos a estar aquí, creo que siempre hay que ver el lado positivo a las cosas y sobre todo vivir tu día como si fuera el último porque es muy importante”.

A pesar de mantenerse a más de 7 mil kilómetros de distancia, José Carlos no olvidaba a su país y se mantenía informado sobre los acontecimientos que la pandemia atraía para su tierra natal, especialmente lo que correspondía a la Universidad de Guadalajara y al Centro Universitario del Sur. Enterado de sus Laboratorios COVID y que orgullosamente nuestro centro universitario es uno de los sitios educativos que cuenta con uno.

Ante esta premisa, el ímpetu humano juega un papel importantísimo y José Carlos, siempre consciente de ello, comparte un sentir y un pensar de verdadera importancia en estos momentos tan crudos que atraviesa México, Argentina y por su puesto el resto del planeta.

“En estos tiempos de alguna manera tenemos que sacar nuestro lado más humano, tiene que haber empatía entre todos, y nosotros como estudiantes de medicina tenemos ese compromiso de servir a la sociedad desde nuestra trinchera, nosotros seguimos en el camino pero creo que debemos empezar a ocuparnos de estas diversas cuestiones que la verdad son las que ayudan a la población, y son las que hacen la diferencia. Yo les diría que no lo piensen, en realidad es un apoyo que se le da a la población, sea mucho o poco aportar, nuestro granito de arena es importante”.

“Me siento muy bien de que el CUSur tenga un laboratorio de diagnóstico COVID, ya que no todos los centros universitarios lo tienen. Nosotros, desde la sociedad de alumnos de medicina, la cual también forma parte, estamos tratando de pedir apoyo a nuestros compañeros estudiantes de la carrera de medicina para que se sumen a este voluntariado que necesita sobre todo el apoyo humanitario para que esto pueda crecer. No solamente en beneficio de Ciudad Guzmán, sino también de todos los municipios de la región que requieran realizarse un hisopado”.

La experiencia internacional, su formación como médico, su experiencia ante una crisis sanitaria de tal magnitud en el extranjero y su perspectiva humanitaria y sensible, desde luego han mantenido a José Carlos en un postura importante ante la realidad actual que ocurre en nuestro día a día.  Él ha desarrollado con calidad la empatía y el sentido humano en el área de la salud médica, lo que le otorga un valor agregado a su preparación profesional.

Por último nos comparte un sentir personal: “Creo que ante todo hay que ser agradecido. Quisiera agradecer al Centro Universitario del Sur y a la Universidad de Guadalajara. Creo que las labores que hace el CUSur, junto con la Rectoría General de la UdeG, son para bien de todos. En todo este trayecto de la pandemia he tenido un apoyo inmenso por parte de ellos. Les agradezco mucho”.

Hace unos días, José Carlos concluyó su voluntariado y se acerca su regreso, con la esperanza de que la situación actual mejore en ambos países. Espera pisar muy pronto suelo mexicano una vez más.

roberto.suarez@alumnos.udg.mx