Año 17, Número 242.

Resulta relevante poner en práctica valores que por diferentes situaciones se han ido perdiendo y de esta forma afectando las relaciones humanas sanas

Imagen: Transparencia y poder

Anduar Moisés García Carrión

Margarita Cantero Ramírez

Esta reflexión surge como producto del módulo 1 del Diplomado Internacional de Justicia Alternativa organizado por el Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara en coordinación con la Universidad Cooperativa de Colombia donde se abordó la transversalidad de la cultura de paz. Al respecto, identificamos que vivir en una sociedad en la que prevalezca la paz ha sido desde siempre una preocupación para la humanidad pues, si convivimos dentro de una cultura de paz, entonces se garantiza que los conflictos que surgen de las relaciones humanas puedan ser resueltos de forma asertiva, poniendo en práctica los valores que de forma inherente fortalecen el ambiente de paz dentro de la vida en comunidad y garantizan los derechos humanos de todos.

Es por ello que resulta relevante poner en práctica valores que por diferentes situaciones se han ido perdiendo y de esta forma afectando las relaciones humanas sanas, ya que cada vez es más frecuente la hostilidad en la convivencia como seres humanos, pues anteponemos los intereses personales y no el sentido común de solidaridad con las situaciones de los demás donde se reconozca la interculturalidad de las sociedades en los diferentes contextos cotidianos tal lo plantean autores como Cantero y Gutiérrez (2023).

Ante ello, es pertinente poner en práctica la cultura de paz en los diferentes roles que como seres humanos desempeñamos. En el ámbito familiar se pueden poner en práctica las técnicas de respiración que ayudan a calmar ante situaciones de enojo o estrés para poder expresar y resolver de forma no violenta situaciones de conflicto, así mismo, practicar el diálogo asertivo que permite conocer y poder entender las situaciones de los que están alrededor, y a la vez nosotros mismos también expresarnos con ellos en un ambiente sano y tranquilo, lo cual favorecerá la comprensión en ambos sentidos.

Para ello, se debe enseñar a niños y niñas a dialogar las situaciones de tensiones y conflictos que se presentan, saber escuchar y expresarse sin ofender a otros; siendo claros y objetivos para ser entendidos, comprender y poder resolver la situación poniendo siempre primero la búsqueda y logro de la paz, ya que si desde pequeños se promueve la educación en un ambiente de paz, el diálogo y compromiso, se puede esperar que en el futuro, cuando sean adultos, fomenten en sus relaciones y entornos la cultura de paz contribuyendo a lograr mejores relaciones humanas.

En la familia también se puede contribuir explicando a los niños y niñas sus derechos, obligaciones y reglas, que al ser cumplidas pueden garantizar la seguridad, confianza y tranquilidad de todos los integrantes de la familia y hacia la sociedad. Para ello es indispensable estar atentos a las formas de relacionarse de los menores, lo que juegan, lo que ven, lo que aspiran y lo que comentan, ya que es el mejor momento para atender situaciones en las que realicen acciones o comentarios contrarios a favorecer la paz, aquellas situaciones donde se encuentren dándole más valor a la violencia y erróneamente busquen con frecuencia tratar de resolver adversidades o diferencias con el uso de la fuerza, autoritarismo o la intimidación.

Es decir que, la familia como lo señalan autores como García (2013), es un medio para crear y mantener lazos de unión, apoyo y solidaridad, pues es la base de la sociedad y donde se aprende a vivir con valores. Ello a la vez, contribuye a lograr sociedades en armonía y paz en la que todas las personas se sientan seguras, valoradas y capaces de convivir sin violentar los derechos de los demás.

Mientras que en el ámbito laboral, mantener un ambiente de paz favorece a que todos trabajen con el mismo compromiso y seguridad, construyendo redes de apoyo y entendimiento para que también los usuarios se sientan atendidos de forma correcta, poniendo en práctica los valores de justicia, libertad, equidad, solidaridad, tolerancia y respeto a la dignidad humana que de forma innata favorecen la cultura de paz. Así pues, el trabajar en un lugar que fomenta la cultura de paz contribuye a incrementar la eficiencia, obteniendo la satisfacción propia del trabajo realizado y de las personas atendidas.

Por lo anterior, es importante que los esfuerzos realizados en los distintos ámbitos donde se participa en el día a día se orienten a prevalecer el diálogo ante cualquier situación de inconformidad o desacuerdo, lo que ayudará a eliminar toda forma de violencia y se dará prioridad ante todo a un ambiente con un clima de paz, siendo empáticos ante circunstancias particulares, reconociendo que en las relaciones sociales surgen diferencias que pueden afectar la paz y tranquilidad de más de una persona.

De acuerdo con Rodríguez (2018), es pertinente trabajar en el fortalecimiento de la estabilidad emocional y las relaciones humanas para identificar cuándo se debe detener y/o alejar de alguna situación que se puede complicar, puesto que en ese momento el diálogo no es posible, ya que la molestia o enojo complica y pueden evitar resolver una situación. Es importante tener claro que la disposición de atender y resolver favorece para que los conflictos sean resueltos, pero más importante aún es conocer sobre temas que ayuden a relacionarse con los demás de forma asertiva.

Lo anterior también contribuye a prevenir situaciones que fracturen la cultura de paz, que como parte de una sociedad cambiante y necesitada de relaciones entre agentes de una misma comunidad, que comparten espacios y aspiraciones, necesitan ser emocionalmente estables para controlar y prevenir conflictos. Resaltando que el diálogo es siempre la mejor opción para garantizar la resolución pacífica de discrepancias, al estar dispuestos a entender los pensamientos y sentimientos de otros y evitar conflictos.

Las situaciones que se viven en diversos contextos, desde lo internacional hasta lo local, demandan asumir una corresponsabilidad con las autoridades e instituciones sociales, donde desde el ámbito personal se busque tener primero la paz en pensamientos y acciones dentro de los diferentes roles y grupos en los que nos relacionamos, a fin de mantener la paz al actuar, atender y resolver, con lo cual se aporte a generar de forma, quizá inconsciente, un cambio también en aquellas personas que se encuentran alrededor, siendo promotores de cambios en la sociedad cuando se antepone la paz en las relaciones humanas.

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