Año 13, número 150.

Jaqueline García López es egresada la Licenciatura en Letras Hispánicas. En 2018 realizó una estancia académica en la Universidade da Coruña, España

Foto cedida por Jaqueline García López

Jaqueline García López

Realizar un intercambio fue una idea que surgió desde el inicio de mi carrera universitaria, irme a estudiar a otro país y conocer una cultura distinta siempre me resultó de interés. Sólo necesitaba completar un número de créditos requeridos por mi universidad para realizar el trámite de la estancia, pues la decisión ya había sido tomada.

En el año 2017, el CUSur presentó la convocatoria de la beca Study Us, cuyo objetivo era invitar a estudiantes interesados en asistir a la Universidad Estatal de Arizona para trabajar en proyectos de innovación y emprendimiento durante el verano. Esta convocatoria me llamó la atención, pues el inglés es un idioma de mi agrado y contaba con el nivel solicitado para participar.

La beca Study Us cubrió mis gastos de avión, hospedaje, alimentación, transporte dentro de la ciudad y una visa de estudiante. Tuve que ocuparme únicamente de comprar un seguro médico que cubriera las dos semanas de mi estancia y llevar un poco de dinero para cualquier gasto que surgiera. En este intercambio trabajé en equipo en un proyecto que resultara innovador y beneficioso para mi comunidad, además practiqué el idioma inglés tanto en la escuela, como en mi casa casa de asistencia, en donde viví con estudiantes de diversos países como la India, Francia y Japón.

Tener un primer acercamiento con un intercambio internacional amplió mi panorama de posibilidades. Regresé de Arizona y comencé a investigar sobre convocatorias de estancias semestrales. Ahora deseaba irme a otro país no sólo por dos semanas, sino por un semestre completo. Elegí España, siempre deseé conocer Europa y fue un país que llamaba mi atención desde hace tiempo, no sólo por su cultura, sino también por sus artistas y escritores y ese lazo que tiene con nuestro país.

Encontré una convocatoria llamada PEA (Programa de Estancias Académicas), que ofrece de forma semestral la Universidad de Guadalajara (UdeG). Inicié el trámite en el calendario 2017 B para irme de intercambio en el 2018 A. Este procedimiento se realiza durante todo un semestre y consiste en el llenado de una solicitud electrónica donde seleccionas algunas universidades de tu interés para después ser postulado por una de ellas, además de la entrega de diversos documentos como kárdex, credencial de estudiante y una carta de motivos. Debes también contar con pasaporte vigente, la aprobación del plan de estudios de tu universidad de origen y la universidad receptora, y una visa de estudiante. Esto último dependerá del país en el que desees hacer tu estancia.

Mi carta de aceptación llegó, la Universidad de Coruña me había aceptado para hacer una estancia semestral en su institución. Junto con esa carta llegaron también muchas dudas, pues era momento de pensar en cuánto dinero necesitaría para vivir durante 6 meses en un país desconocido. Investigué con otros estudiantes que habían pasado por la misma situación, me informé sobre los costos de vivienda en la ciudad, asistí a una sesión informativa que organiza la UdeG para orientar a los estudiantes sobre el intercambio y hablar sobre las becas de apoyo económico.

Comencé a ahorrar, acudí a empresas e instituciones externas que tuvieran la posibilidad de apoyarme de manera económica, organicé rifas y eventos sociales en los que pudiera generar ganancia. Con el dinero reunido pude pagar la visa española, comprar el vuelo y el seguro médico. El resto del apoyo vino por parte de mi familia y posteriormente de la UdeG y del CUSur.

Finalmente llegó el día de viajar. En febrero de 2018 llegué a La Coruña, una pequeña ciudad al norte de España, una ciudad lluviosa y llena de encanto, con grandes edificios y una playa cuyas olas frías del Atlántico golpean con fuerza las rocas. Una ciudad con un estilo de vida distinto al que acostumbraba. Asistí a mi primera semana de clases. La institución, los maestros, la manera de enseñar y evaluar eran muy distintas a las de mi universidad de origen, tuve ciertos choques culturales, pero intenté acoplarme de la mejor manera.

Pronto hice amigos de diferentes nacionalidades que también se encontraban de intercambio: franceses, polacos, chilenos, irlandeses, coreanos, italianos, alemanes, palestinos y por supuesto mexicanos. La relación entre extranjeros surgía de manera espontánea, pues todos nos encontrábamos en la misma situación, y me parecía interesante que en diversas ocasiones la lengua estándar con la que socializábamos no era el español, sino el inglés. Hice también amigos locales, con quienes aprendí más de la esencia de la ciudad.

Los fines de semana eran para conocer la región de Galicia y otras ciudades de España, también para realizar reuniones con estudiantes de diferentes nacionalidades y degustar los platillos típicos de cada país. Pronto llegaron las vacaciones de verano y ansiaba conocer otros lugares. Descubrí entonces que viajar en Europa resultaba barato, un boleto de avión se podía comprar hasta en 10 euros y el hospedaje de igual manera era de bajo costo. Conocí aplicaciones para encontrar vuelos en oferta y hospedaje gratuito para viajeros, como couchsourfing, una aplicación que utilicé para hospedarme en Berlín. Fue así que aprendí a viajar con poco presupuesto y tuve la oportunidad de conocer países como Portugal, Marruecos, Francia e Italia. Los viajes resultaron una experiencia enriquecedora, visité lugares que nunca imaginé, conocí gente nueva en el trayecto y guardé recuerdos que aún permanecen.

Las vacaciones terminaron. Diferentes grupos nos reuníamos para despedirnos. Dije adiós a mis amigos entre lágrimas y abrazos con la esperanza de volvernos a encontrar. Los últimos meses me di cuenta que estaba adaptada, habían cambiado muchos aspectos en mí, incluso había moldeado mi léxico al hablar con las personas locales: cambié el trapeador por la fregona, la tina por la bañera y el “vamos por unas chelas” al “vamos por unas cañas”. La tortilla ya no era de maíz, sino de huevo con patatas. Poco a poco fui parte de una comunidad que ya no me parecía del todo extraña, pero entonces, sin darme cuenta, había llegado el momento de regresar, de despedirme de la ciudad en “donde nadie es forastero”. El retorno de un intercambio es bastante nostálgico, pero siempre trae consigo el aprendizaje de lo vivido, múltiples recuerdos, y el deseo de volver a vivir  una experiencia similar. Realizar una movilidad internacional no es algo imposible, actualmente existen múltiples programas de apoyo por parte de la universidad e instituciones externas que brindan a estudiantes la oportunidad de realizar una estancia académica en el extranjero. Infórmate con estudiantes que han realizado una movilidad, acércate a la unidad de becas e intercambios y recuerda que los límites no existen cuando se trata de tus sueños.

livier.jaqueline@gmail.com