Año 13, número 146.

Las bibliotecas y las personas que en ellas trabajan desempeñan un rol fundamental en la promoción de la lectura y del objeto por excelencia para esta actividad: el libro. El 12 de noviembre es el Día Nacional del Libro en México 

Foto: Antonio Santiesteban

Azucena Rodríguez

Está Hugo Gutiérrez Vega dando su discurso en las instalaciones de la biblioteca que a partir de ese día jueves 24 de febrero de 2011 llevará su nombre. Entre otras cosas menciona que a él le hubiera gustado ser bibliotecario porque demanda “oficio y vocación”. Los bibliotecarios están atentos a las palabras del diplomático que había viajado por todo el mundo, observan con detenimiento al poeta jalisciense que un año más tarde ocuparía la silla XXXIV de la Academia Mexicana de la Lengua. Sus palabras hacen eco en su biblioteca, todavía retumban entre los muros de concreto que la contienen y vibran entre los estantes de libros que siempre están atentos para recibir a nuestros usuarios.

            El libro, ese objeto material a simple vista, es producto de la técnica y del oficio, está evolucionando como cualquier otro objeto que pueda nombrarse tecnológico. Entre su diversidad y particularidad se distingue su contenido que alberga a toda la humanidad a través del tiempo. Al ser un universo lleno de voces e historias, cada libro es un diálogo abierto entre un lector y un escritor, cada uno con su rol y entran en ese dinamismo de lectura privada, porque cada lector es único para cada libro; y ese mismo lector no es más que otro ser transformado al leer el mismo libro en distinto momento. En la biblioteca Hugo Gutiérrez Vega del CUSur, cada libro de nuestro acervo tiene una razón de ser y estar ahí.

            Nuestros libros no son únicamente de los bibliotecarios, pertenecen a nuestros usuarios. Hemos visto a lo largo de nuestro trabajo cómo el libro puede llegar a ser significativo para cada lector; desde que un usuario recurre a él para hacer una tarea, el libro representa una fuente informática confiable, un soporte académico y si tiene suerte ese libro, alcanzará la utopía de verse reflejado en algún texto que haga referencia a su contenido. Nuestros libros tienen un propósito: satisfacer el hambre de conocimiento. Pero, ¿qué papel debemos desempeñar los bibliotecarios en esta era digital en la que nuestros usuarios se distraen con las diversas tecnologías y ven el libro como una complejidad más allá de ser un repositorio de saberes? En primera instancia debemos reconocer que nuestros usuarios son altamente tecnológicos y no precisamente se especializan en el razonamiento analógico. Entonces, ¿cómo podemos vincular un objeto análogo con un usuario digital? Es sencillo y a la vez complejo: los bibliotecarios análogos nos vamos volviendo conocedores de medios digitales y es nuestro compromiso responder a esa vocación de servicio y a ese oficio de estar informados.

            Un bibliotecario tiene que conocer su acervo literario, para que al ser un promotor de lectura impacte entre los lectores ávidos de información. El rol del bibliotecario no es sólo facilitar que el usuario encuentre lo que busca, nuestra razón de ser es mostrarle a nuestros estudiantes universitarios —y usuarios en general— que la biblioteca responde a cualquier pregunta. Y que el acercamiento al libro es un camino pedregoso que demanda tiempo de lectura, de relectura, donde el lector podrá muchas veces confundirse, sentirse perdido y abandonar la fe entre esas ideas con un propósito muy simple: ponerse a pensar.

            El pensamiento en sus diferentes categorías no es otra cosa que un ejercicio de lectura y relectura constante, la conciencia es un proceso de edición perpetua que almacena información y la ajusta y reajusta en todas sus formas. El libro en sus diferentes modalidades: análogo o digital brinda al lector información que si llega a ser significativa en ese proceso mental le permite arraigarse como un saber, llega a ser literacidad y así el lector puede expresar con sus propias palabras lo que ha leído. Y a nosotros los bibliotecarios, ¿tiene que importarnos la literacidad? Si no nos importara entonces estamos perdidos, porque los bibliotecarios hoy más que nunca nos enfrentamos con estudiantes universitarios que no han desarrollado del todo hábitos de lecto-escritura. Nuestra generación de estudiantes contemporáneos viene a la universidad, en muchas ocasiones,  sin herramientas básicas de comprensión lectora.

            Uno de los diversos servicios que la biblioteca Hugo Gutiérrez Vega brinda son los cursos de ortografía y redacción, de expresión oral y escrita, de biblioteca digital y bases de datos. En la actualidad los profesores pueden solicitar los cursos y se trabaja con grupos específicos. Estamos convencidos de que la vinculación con todas las áreas de nuestro centro universitario es vital para que favorezcamos el desarrollo académico de nuestros estudiantes universitarios para que no sólo salgan egresados especializados en un área, sino que salgan seres pensantes que se cuestionen su mundo y hagan lo posible por mejorarlo desde su condición de profesionales.   En el CUSur hay dos bibliotecas. Una es un espacio físico ubicado en el extremo poniente y lleva por nombre Biblioteca Hugo Gutiérrez Vega y su edificio lleva las siglas CASA (Centro de Acceso a Servicios de Aprendizaje), la otra se ubica en la dirección URL http://wdg.biblio.udg.mx La primera tiene recursos análogos y la segunda tiene recursos digitales. Ambas ofrecen servicios y un repositorio multidisciplinar disponible para los usuarios. Las dos pertenecen a la Red de Bibliotecas de la Universidad de Guadalajara REBIUdeG, cuya misión es brindar recursos y servicios de información de calidad en apoyo de las funciones de docencia, investigación y extensión, contribuyendo en la conservación de su patrimonio documental.

Foto: Masao Yanome