Año 14, Número 182.

Para Elsa el dominio del oficio del artista va de la mano con los nuevos comienzos, ya sea a nivel profesional, como personal

Fotografía: Yair Ascención Cobián

Evangelina Bolitocha

Elsa Bravo Valencia, con nombre artístico Elsix Bravo, es una artista plástica jalisciense de 37 años que se define a sí misma como escultora, pero eso es la punta del iceberg en su historia. Como promotora cultural y espiritual ha trabajado en el Sur de Jalisco, ya que en su anatomía y espíritu carga historias, formas, cuerpos, colores, que conforman la autoexploración de sí misma y el arte más allá de la técnica y las corrientes o escuelas. La autoexploración, que no sólo se requiere para ser artista, sino para ser una mujer que trata de entender su existencia en estos tiempos donde el autoconocimiento del género femenino es un deber permitido y en el que no existe ningún pretexto para no encausar esta búsqueda. A Elsa Bravo le gusta hablar de este y muchos temas a través de su experiencia; considera que desde el inicio de su vida todo ha sido un aprendizaje, un aprendizaje que contiene luz y oscuridad, porque ella sostiene su identidad a través de la diversidad y la curiosidad. Como artista y como ser humano, ríe coqueta mientras cuenta cómo ha moldeado sus anatomías y aceptado de ella misma torceduras o deformidades que ahora considera parte de la belleza de existir, ideas que no encajan en su plenitud, los matices y las formas que la anteceden.

Nacida en Zapopan Jalisco y criada en Guadalajara y San Gabriel, tuvo desde muy temprana edad cercanía con varias artes, la música y la danza: “mi padre es bailarín, yo sí reconozco que mi padre es el que me enseñó a sentir, a escuchar con atención la música, a encontrar los ritmos, la constancia de los ritmos, a entender la música, que es el arte de bien combinar el sonido y el silencio y que hay matemáticas, me enseñó sobre fracciones, quebrados, porque mi abuelo era matemático y le encantaba este asunto, era como su obsesión los quebrados, eso yo lo tengo de mi padre y mi abuelo. Yo entendí el ritmo gracias a mi padre”. Desde muy pequeña bailaba y a los 11 años entró a estudiar música, aprendió solfeo y a leer partituras, pero la escultura es la primera cosa que la cautivó desde muy pequeña y de manera natural. La escultura llegó a sus manos con uno de los elementos que a cualquier niño somete a sus encantos: la plastilina: “Yo desde niña, plastilina, plastilina, me encantaba esta onda de las formas tridimensionales, de construir monos de plastilina, de no ensuciar, yo me doy cuenta que empezaba a hacer mis propias herramientas: plumas viejas, pinceles viejos. Empezar a experimentar, qué pasa si amaso la plastilina y luego la meto en agua y cómo se maneja, es que no quiero que se me pegue, de manera autodidacta totalmente, porque no existía el internet en ese tiempo, como ahora que puedes entrar a YouTube y puedes saber hacer una escultura hasta de caca ¿y por qué decido entrar a estudiar escultura? Porque mis monos se caían, porque yo en ese momento no podía tener la visión de una estructura de metal”.

La curiosidad la ha llevado a estudiar varias cosas como Artes Plásticas y Escultura en el Instituto Cultural Cabañas, Diseño industrial en la Universidad de Guadalajara, donde aprendió técnicas pictóricas: fotografiar productos, producción industrial. También estudió Diseño gráfico en la universidad privada MAR y Gestión Cultural en U de G virtual. Además de trabajar en talleres de varios artistas como Víctor Hugo Pérez. “Todos estos años han sido para explorar diversas técnicas en el arte, podría decir que comprendo perfectamente cómo es la técnica de la serigrafía, el grabado, cómo funcionan las resinas, moldes, cómo funciona el bronce, técnicas pictóricas, saber sobre el armado de bastidores, quienes mueven el arte en Guadalajara, saber qué es un mecenas, un promotor del arte, todo eso lo viví con las personas que conviví, no lo vi en una clase; por ejemplo, cuando trabajé de asistente con Víctor Hugo, yo era la encargada de llamar a que le hicieran sus bastidores, yo fui la encargada de acompañarlo a su taller de cerámica en Tonalá, cerámica no me enseñaron en la escuela. Ese contacto con el mundo real del arte ahora me toca compartirlo”, comenta. La experiencia de Elsix Bravo es el reflejo de su curiosidad cíclica, una curiosidad que se originó en aquellas manos infantiles que un día descubrieron la plastilina.

Su experiencia como gestora cultural se inició de la mano del negocio de renta de casas en Guadalajara: Casa Amarilla, Casa Huitzilin y Casa Pop, todas estas casas de renta a extranjeros de todas partes del mundo y estatus económicos. La Casa Pop se convirtió en galería, “Fue ahí de manera totalmente intuitiva empecé a hacer gestión cultural, de hecho Pedro Kumamoto fue parte de mi equipo, porque colaboramos en algunas subastas, él tenía una revista de literatura y él nos apoyaba con este asunto para pedir permisos para pintar en la calle, él fue quien me recomendó U de G. virtual para estudiar Gestión Cultural. En esa galería trabajamos con artistas que ahora son profesionales en el arte, salieron de ahí; uno es Saterugli y otro es Sanex. Sater hace “Todos somos Carmelo”, es algo de lo que él dice, es la parte oscura de todas las personas, la sombra, la parte podrida. De alguna manera fue un espacio donde se fueron conjuntando diversos artistas, también había artistas con trayectoria como Miguel Vega, que también era nuestro socio y él ha ganado muchos premios y ha viajado por el mundo. También llegamos a tener un taller de gráfica dentro de la galería, tuvimos contacto con artistas, por ejemplo Juan Carlos Macías, que dio un taller de dibujo anatómico, Víctor Hugo, que también expuso y trabajó con nosotros”.

Para Elsa el dominio del oficio del artista va de la mano con los nuevos comienzos, ya sea a nivel profesional, como personal. “Hice una reflexión profunda y descubrí que mis dolores y conflictos venían desde que me fui de mi casa enojada, la casa de mis padres. Tomé la decisión de dejar todo y morir todo y me regresé a San Gabriel, porque también sentí muy gacho que la gente se refería a mí como “Elsa la casera” y yo decía: “yo soy escultora” y entonces hubo quien llegó a decirme “¿y dónde están tus esculturas?” y ¡ploc! No están, no existen, no las he hecho y me ponía a hacer y me cansaba, porque el arte es como cualquier práctica, hay que hacerla así, diario, todos los días. Es como cuando quieres tocar un instrumento, todos los días lo tienes que acariciar y poner atención; quieres tener una relación amorosa, todos los días; quieres tener un helecho, todos los días tienes que ver que no le falte agua, que esté bien”. La autoexploración la ha llevado a entender que la constancia es uno de los métodos más efectivos para la vida, eso y entender que aunque la dispersión es parte de la creatividad, es necesario enfocarse, no gastar la energía en muchos moldes, sino fijar las fuerzas en un objeto hasta terminarlo. “Uno pone su atención a una cosa y si tienes tu atención en varias cosas se debilita y entonces vales. Un artista tiene que estudiar, también estoy segura que muchos que salen de la escuela de artes no son artistas”. Ante la pregunta ¿qué es un artista? Elsix Bravo da su definición:  “es una persona sensible al entorno, que disfruta de la vida y que disfruta de alguna técnica de expresión, que puede ser la música, la danza o cualquier otra”.

Su actividad artística la ha llevado a exponer en la Casa de la Cultura de San Gabriel, en el Instituto Cultural Cabañas, en la estación del tren ligero en Guadalajara, en Puebla y en Casa del Arte en Ciudad Guzmán, así como varias exposiciones colectivas. Además ha hecho murales en varios comercios y lugares de diversas ciudades del estado, como el del viejo cine en San Gabriel, donde se encuentra una obra de ella. Hace unos meses a raíz de la pandemia, ganó una Beca Proyecta para crear una serie de obras que combinan escultura e ilustración, titulado Elsangrado femenino. En esta obra tratará de reflejar el tema de las dualidades y se presentará este año en los espacios de la Secretaria de Cultura.

Actualmente Elsix Bravo distribuye su vida en varias actividades: hace esculturas que se otorgan en las ceremonias artísticas de Casa del Arte Dr. Preciado Zacarías, además de dar talleres en su casa-taller, de acuarela, prisma color, serigrafía artística y dibujo anatómico. Sus actividades en el grupo de temazcal, su tienda Moyololtl (que ella explica significa “mi corazón” en náhuatl), en la cual se venden jabones artesanales, medicinas del norte y del sur, tabaco orgánico, rapé, atados, limpias energéticas y la promoción de ceremonias de plantas de poder, elementos que ella describe como “un conjunto de cosas de todo lo que soy”. Las colaboraciones que hace a través de ilustrasiones en la Gaceta del CUSur, las clases que da en el CUSur en la Licenciatura de Turismo Sustentable, dando materias como artesanías de México y museografía y exploración del arte. Además de colaborar con Acampo en la localidad del Fresnito. Todo esto entrelazado con su vida personal y la crianza de su pequeña hija de la cual describe “el regalo de dar vida me ha expandido mi visión”.

Hay muchos temas que moldean la anatomía espiritual de Elsa Bravo, es por eso que este artículo se dividirá en dos partes; porque Elsix Bravo no tan sólo trabaja en el oficio del arte, sino en su descubrimiento femenino y la mística de su espiritualidad, porque la autoexploración es un recorrido diverso y complejo, donde las texturas y dimensiones se establecen según las vidas que guardamos en nuestro cuerpo.

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