Año 15, número 189.

Defino a Edgardo Aguilar como un hombre creativo y encendido, de él brotan chispas que emergen de sus grandes ojos para llevarlas a ese mundo donde se planifica y mitifica la naturaleza, donde prevalece su infancia en el campo

Fotografía:  Yair Ascensión

Evangelina Bolitocha

Edgardo Aguilar es un creador y como tal, gusta de fumar y tomar café a cualquier hora, quedarse en silencio e idear la vida más allá de lo que a simple vista nos enseña. Gusta de la contemplación de las plantas, insectos, piedras, formas y texturas. Se complace en lo físico, lo metafórico y lo onírico. Gusta de Nietzsche y su crítica hacia la humanidad en toda su miseria y plenitud. Edgardo Aguilar es un hombre que disfruta del fulgor de su mente, donde existen formas, palabras y juegos. Decidió instalarse en el Sur de Jalisco por una de sus más grandes pasiones: la literatura; porque la literatura, aunque muchos lo desconozcan, es un juego interminable con la creatividad, las formas, las texturas, los ritmos que se orquestan en la naturaleza y las sociedades. La causante de dejar su pueblo natal y apostar por el arte de la creación. La creatividad lo llevó a descubrir y emprender nuevas existencias: ser un artesano, uno que combina madera de palets con alambre y chatarra para crear muebles, joyería o esculturas funcionales. Experiencias y oficios que lo convierten en un personaje natural y atípico.

Defino a Edgardo Aguilar como un hombre creativo y encendido, de él brotan chispas que emergen de sus grandes ojos para llevarlas a ese mundo donde se planifica y mitifica la naturaleza, donde prevalece su infancia en el campo. Las creaciones de Edgardo no son casualidad, sino producto de la causa y el efecto: la causa de estar vivo, de habitar dentro y fuera del mundo, de una realidad personal y colectiva; ya sea en el tema de sus textos o en los objetos que construye siempre se localiza la vida, crear a partir de ese enigma que es la nada. Como todo en él inicia por una causa, también provoca un efecto; es decir, Edgardo es un hombre de letras, pero también un hombre de vivencias y logros, de antecedentes e influencias. Edgardo Aguilar Nuño nació en Quililla, Jalisco en 1991. Es escritor de cuento, minificción y poesía, además de artesano. Egresado de la Licenciatura de Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Es ex integrante del taller literario Elías Nandino, a cargo del promotor cultural Galileo Contreras en Cocula, Jalisco. Cursó el taller de teatro del dramaturgo Miguel Baranda. Es integrante del taller literario del profesor Ricardo Sigala en Casa de la Cultura de Zapotlán el Grande. Cofundador del taller literario Náufragos de la Palabra. Acreedor de menciones honoríficas en concursos de cuento y poesía. Ganador del Concurso de Cuento 4° Festival Cultural Historia Encuentro y Camino (2016), Sayula, Jalisco. Ganador de categoría de poesía en el lV concurso literario del CUSur, (2017) en Zapotlán el Grande. Ganador del primer lugar en cuento del concurso Un pueblo en la llanura, en San Gabriel, Jalisco (2021). Algunos de sus textos aparecen en diversas antologías. Como artesano ha expuesto parte de su obra en ferias regionales. Su obra “Rolón, madera de artista” se expuso en Casa del Arte Vicente Preciado Zacarías (2019). Es admirador de diversas artes como el cine, el teatro y la literatura, de las cuales proceden influencias y admiración por escritores como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Horacio Quiroga, Fedor Dostoievski; por músicos como La Barranca, Pink Floyd, Rockdrigo Gonzáles; cineastas como Ingmar Bergman, Lars von Trier, Stanley Kubrick y Pedro Almodóvar. La curiosidad de Edgardo proviene de tiempo atrás, quizá desde que descubrió el teatro y la literatura en la secundaria, o quizá más atrás, cuando se mudó a un auto viejo para experimentar la posibilidad de mover objetos con la mente, o tal vez, desde la curiosidad metodológica de su abuelo por la agricultura, las rocas y los metales. Cualquiera que haya sido el origen de su creatividad ha dado frutos, ha formado su personalidad y su vida.

Su faceta como artesano inicia con sus conocimientos de carpintería, para evolucionar a la creación de diversos objetos artesanales; oficio que aparte de servirle como un apoyo económico “le permiten expresar las cosas que piensa y siente”. Ante la pregunta del por qué utiliza palets para construir muebles, él contesta: “Pues resulta que las dos cosas que me gustaba hacer cuando era niño era escribir y construir cosas… y encontré  en eso además del gusto cierta habilidad. Empecé con lo de los muebles como un hobbie, bueno, y una gran amiga al ver lo que hacía me motivó a emprender por esa vía, ya que además tenía cierta experiencia en la carpintería, puesto que ya había trabajado en talleres, estuve una temporada con un tío que me enseñó las bases del oficio”. Pero ¿cuál es el estilo de los muebles que Edgardo fabrica?: “Podría decirse que es una mezcla, por ejemplo tienen estilo rústico, debido a que la mayoría de veces los acabados son a base de aceites y tinturas con la madera casi al natural. Sin embargo, por el material que se construyen y la austeridad en cuanto a molduras o tallados e incluso los grabados que ya traen las pallets, los muebles tienden a parecerse al estilo industrial. También están orientados a una tendencia de estilo oriental, conocida como Wabi Sabi. Dicha corriente se inclina en buscar la belleza en la imperfección de la materia y la personalidad que el tiempo y el ambiente le imprimen al material que conforma el mueble, por eso en ese tipo de mueble no se resanan los hoyos ni las grietas, sino que incluso busca resaltar las imperfecciones del material; como diría la frase de La Barranca “Vale más la gracia de la imperfección, que la perfección sin gracia”. Así, en búsqueda de la belleza natural y espontánea plasma este concepto para los objetos que crea. 

Respecto a las creaciones de Edgardo existe una variedad de combinaciones de materia prima y objetos; pueden ir desde lo más común, como un librero que mezcla metal y madera, o madera con estructura de botellas de vino; un baúl decorado con figuras de alambre; un joyero tapizado de collage qué él mismo se encarga de hacer recortes de periódicos o revistas; o joyería de alambre con fragmentos de piedra obsidiana que encontró en algunas de sus excursiones. Sin dudar, lo cuestiono: “¿Cuál  has sido el objeto que más te ha gustado crear?” Él me responde: “No sabría decir uno en específico, lo que sí sabría definir es que prefiero hacer muebles con completa libertad, sobre todo aquellos que estimulen mi creatividad. No sé, pienso por ejemplo en los percheros que adorno con piezas metálicas desechadas y alambre, no sé, sillas, mesas; una de las cosas importantes y que más bien es lo que dicta la forma son las posibilidades; por ejemplo, las palets tienen medidas y grosores específicos, en éstas debo planear la estructura con base en las posibilidades que me dan los materiales, lo cual impactará directamente la estructura del objeto”. La obra artesanal de Edgardo está firmada bajo el sello Sr. Huizache, nombre que él mismo define su significado: “Bueno, yo me críe en el campo y uno de los árboles o arbustos más comunes e infravalorados eran los huizaches, sin embargo a mí se me hacía una planta exótica. Tiene muchas cualidades, entre ellas que tienen una gran capacidad de supervivencia, unas flores aromáticas que desde niño me gustaba olerlas, y bueno, a pesar de crecer torcido y espinoso es un árbol muy bonito”. Bajo el sello de Sr. Huizache se pueden encontrar en la página de Facebook algunas de sus creaciones.

En cuanto a la combinación de artesanía y literatura, lo cuestiono sobre si cree que influye la literatura en el estilo de sus artesanías y viceversa, él contesta: “No sabría afirmarlo con seguridad, puesto que los muebles son un artículo que implica lo visual y la literatura utiliza más la imaginación. Sin embargo, creo que la filosofía sí. El Wabi Sabi parte de la tendencia filosófica oriental, que pretende aceptar los cambios que el transcurso del tiempo otorga al contacto con el medio en el que están los seres y los objetos, lo que esto le imprime y la valorización de la belleza que genera. Bueno, también se involucra la ecología y la dignidad del árbol, ya que el hecho de reciclar la madera hace que los árboles que se iban a ir a la basura, se conviertan en piezas creativas que podrían durar años con el uso apropiado”.

Ante la pregunta del por qué escribe, él responde: “Creo que me gusta porque me permite expresar las cosas que pienso o siento, pero que me exige hacerlo de un manera fuera de la mera comunicación”. Existen temas y personajes recurrentes en su obra que penden de su contexto y pasiones: “Tengo una inclinación por las tragedias, me gusta sacar las inclinaciones humanas, aspectos sexuales, etc. Generalmente el lado malo de las cosas… me interesan los personajes ordinarios, de clase baja: jornaleros, campesinos; personajes que son parte de mi contexto, siempre he andado entre este tipo de gente, considero que soy parte de ellos. Me gusta el tema de la naturaleza, siempre hay matices de ella, o del paisaje o de la ciudad, siempre está muy presente en lo que escribo”. Edgardo describe su proceso de escritura: “Me surge en algún momento la idea, si estoy de modo y traigo lápiz y papel lo plasmo; hago un primer borrador, luego hago varios más, que van modificándose al ritmo que los voy trabajando, si no tengo la facilidad del papel y lápiz la idea ronda en mi cabeza por semanas o meses. Muchas veces me ha pasado que sueño algo, trato de cuando despierto escribir la idea principal de mi sueño o alguna imagen, tengo textos inspirados en sueños”. Respecto a sus planes para el futuro él responde: “No quiero ganar el Nobel ni ser diseñador en Europa, simplemente quiero seguir produciendo lo que la imaginación me permita”.

Al percibir la personalidad y obra de Edgardo Aguilar me pregunto ¿No es acaso la naturaleza misma y toda su inmensidad y convulsiones donde inicia la creación? ¿No es en ésta donde emergen las nuevas formas de muerte y vida? ¿Cómo no va a ser Edgardo Aguilar un observador de ella si es un creador? Si posee en su origen la intuición y necesidad de percibir el mundo, quizá desde la influencia de su abuelo que analizaba en las rocas los rastros del universo como un alquimista. Edgardo en gran medida es un alquimista de la creación, transforma la materia en belleza a partir de objetos o palabras aparentemente sin luz, sin belleza. Edgardo Aguilar sigue los pasos de las minorías que han apostado por la creatividad, por la creación a cualquier precio.

ombligoconmostacho@gmail.com