Año 14, Número 185.

El proyecto de turismo sustentable y agroecología hace turismo en convivencia recíproca y equilibrada con el medio ambiente

Fotografía: Carlos Antonio Ríos

Evangelina Bolitocha

Hemos llegado a Acampo. Entrar en él, es introducirse en una concepción diferente del mundo, en donde los visitantes, en este caso yo, sentimos la armonía y la tranquilidad de estar más cerca del entorno, de la tierra. Aquí no sólo existo en un lugar hecho para mí, sino en un lugar donde la armonía del todo contribuye a mi propia armonía y viceversa. Quizá esto sea el sentido principal de Acampo, ya que es un proyecto de turismo sustentable y agroecología, como lo dice el mismo término; hacer turismo de forma distinta, en convivencia recíproca y equilibrada con el ambiente.

Al entrar a Acampo se observa un laberinto donde se encuentran tres ambientaciones para acampar y producir una recreación cálida: ambiente tropical, ambiente desértico y bosque, además de un temazcal. CREA (Centro de Recreación y Educación Ambiental) es una sala espaciosa con diversas funciones, ya sea para impartir talleres, conferencias, tomarte una taza de té, con exhibidores de artesanías y productos locales. Además de estos espacios, Acampo cuenta con una cocina y un pequeño restaurante, baños secos, vestidores y regaderas; construido todo a partir de una estructura de palets. Cada ambientación cuenta con un espacio para acampar y hacer fogata y por el cual adquiere el nombre Acampo: acampar, aunque el concepto es mucho más que eso. Además del área descrita, sus creadores trabajan en un huerto a poca distancia de las instalaciones.

Acampo es un proyecto ideológico que se planta en cada uno de sus integrantes, donde éstos afrontan una odisea cotidiana, que va desde lo económico hasta la escasez de agua. Acampo está ubicado en la localidad de El Fresnito, uno de los pueblos más cercanos al Nevado de Colima y Zapotlán el Grande. Aunque El Fresnito es un pueblo campestre y el más grande en esta zona, guarda oscuras calamidades: es uno de los pueblos donde existe un exceso de huertas de aguacate y escasez de agua; contra esta escasez lucha el equipo de Acampo, ya que representa una amenaza para el proyecto. Pero antes, recapitulemos: ¿Cómo funciona el proyecto y en qué se basa? ¿Qué significa el turismo sustentable? ¿Cuál es la evolución del proyecto? ¿Quiénes integran el proyecto? ¿Cuál es el sentido y la ideología de sus creadores? ¿A quién está dirigido? ¿Cuál es la importancia de este tipo de proyectos de turismo en el Sur de Jalisco y en el país?          

Acampo es un proyecto creado por Carlos Antonio Ríos de 33 años, originario de El Fresnito, David Espinoza Solís de 34 años, originario de Guadalajara y Guadalupe Núñez de la Mora (Piti) de 30 años, originaria de Tepic, Nayarit, quien se integró dos años después al proyecto; todos son egresados de la Licenciatura en Desarrollo Turístico Sustentable del CUSur. Se conocieron en la universidad. El origen del proyecto, comenta David Espinoza, fue porque “decidimos no irnos, no aceptar una oferta de trabajo fuera, sino tratar de sacar un proyecto del potencial que tiene El Fresnito. Se fueron integrando más ideas, un proyecto más completo de cómo prestar un servicio de tour o simplemente acampar, complementar todas las necesidades que se presentan al viajar: dormir, comer, divertirte. Así comienza la diversificación de Acampo (proyecto agroecológico). ¿Qué es la producción de alimentos? Ahí pienso en Lupita, su fuerte está en las plantas y la tierra, ella estaba en Chapala, desde entonces comienza el color en Acampo”. En el caso de Piti, aunque todo lo referente a Acampo le apasiona, lo que más le gusta es el campo y las hortalizas, la producción de alimentos. “Que sea limpio es primordial, que sepas de dónde viene lo que te estás comiendo. Deseo que Acampo sea un referente en agroecología, aparte de dar un servicio turístico de calidad”.  Y ante la pregunta de por qué El Fresnito, David responde: “Toda mi vida me he desarrollado en el turismo de aventura, me gustaría realmente posicionar a El Fresnito como sede cuando se piense en el Nevado; tener una oferta de servicios más adecuada para el visitante, en el que la comunidad interactúe más con ese turismo que llega aquí y sea de una manera más sostenible; que no sólo se piense en la satisfacción de la necesidad, también cuidar lo que está utilizando”. Esto hace que tenga sentido el concepto de Acampo, con sus instalaciones, la materia prima de su construcción, sus baños secos y las regaderas que cuentan con una bolsa de agua personalizada, suficiente para quedar limpios.

Acampo colabora con productores locales, además de elaborar y cultivar productos propios, esto da como resultado que quincenalmente asistan a la Feria de Productores en Guadalajara y a las ferias que se presentan en la región. Estos productos pueden ser hortalizas, frutos, quesos, pastas, huevo, ya sea de su cosecha o de productores del pueblo, procurando que estén libres de tóxicos, además de alimentos alternativos preparados por ellos mismos.

El servicio turístico de Acampo incluye acampar, subir y bajar gente del volcán, senderismo y caminar por el bosque sin necesidad de subir a la cumbre. Ante la pregunta ¿A quién está dirigido el proyecto?, David responde: “El proyecto es para todas las edades, sin embargo, si me preguntas por un público meta, sería para aquellas personas que estamos en edad productiva: entre los 18 y 65 años, que somos los que vamos al frente en esta sociedad. Es para que las personas que están haciendo algo de manera productiva-económica piensen más sostenible en lo que pueden hacer y se está desarrollando”. Esta respuesta representa, más que una forma de viajar, innovar la concepción del presente y el futuro, pensar en lo poco que nos importa de dónde provienen nuestros alimentos, qué significa el consumismo en cualquier plano y lo más importante, no sólo hablarlo y discutirlo sino accionar al respecto.

Antes de la pandemia, Acampo había puesto en marcha sus actividades alojando turistas internacionales: venezolanos, una pareja de franceses, entre otros, además visitantes regulares que viven en la cercanía, como los que asisten al Temazcal Moyololt de Zapotlán el Grande.

Dentro de los proyectos alternos de Acampo hubo algunas dificultades: “Justo cuando íbamos empezando a ofrecer nuestro primer campamento se vino la pandemia. Abrimos el almacén en Ciudad Guzmán, lo tuvimos seis meses abierto, que era un negocio de comida para llevar y las mesas que nos permitían tener en el espacio. En julio-agosto de 2021 es muy probable que se vuelva a abrir”. En caso de estar interesado en el proyecto o querer contactar al equipo puede hacerse por medio de Instagram en acampo.mx y en Facebook como Acampo, Nevado de Colima México.  

¿Cómo sostener un proyecto de esta magnitud, tanto a nivel económico como laboral? Ellos se miran unos a otros y ríen. David comenta que “No tenemos la solvencia económica que quisiéramos para decir ‘se me ocurrió esto, vamos a contratar a la gente para hacerlo’. Nosotros nos ponemos la camiseta de albañiles, de carpinteros y lo hacemos de todo a todo; se nos hace demandante sobre todo en el trabajo, por el tiempo, el dinero lo buscamos. También trabajamos en nuestros proyectos personales, soy tatuador, hago espejos; Lupita hace jabones, trabaja en un huerto, entre otras actividades; Carlos estaba trabajando en un empaque”.  La única forma en que un proyecto sobrevive después de cuatro años de evolución y trabajo es a través de la perseverancia y la organización, perseverancia para no dejar de tirar, para trabajar arduamente en lo que consideras importante y la organización laboral para fundamentar quién se encarga de qué, por ejemplo, en el caso de Acampo, Carlos se encarga de la bioconstrucción, desarrollo de los proyectos, publicidad, fotografía y contactos; David se encarga de bioconstrucción, ventas, administración del negocio y cocina; Piti se encarga de las plantas, administración de pagos, cocina y compras.

Aunque el proyecto cada día avanza y va tomando una forma más sólida y completa, una de las adversidades más grandes que tiene el proyecto en este momento es la falta de agua; al respecto, comentan que “ya tiene un mes que no cae agua, acabamos de comprar una pipa ayer. Tienes que tener tu reserva y que te salga para comprar”. Agregan que la localidad de El Fresnito padece lo que la mayoría de pueblos y ciudades del Sur de Jalisco y de cierta parte del país: escasez de agua, gracias al exceso de aguacateras e invernaderos de berries; verdad más que conocida y padecida por todos. Irónicamente la falta de este recurso se vincula con el sentido medular de Acampo y el término sustentable. Pero, ¿qué significa para los Acampo este concepto? Piti responde: “Es un concepto que al principio puede ser muy pretensioso, pero creo que más bien es adecuar y tratar de que sea sustentable hasta cierto punto; buscar un equilibrio, una equidad entre lo que comes, cómo vives, etc. Creo que eso se podría acercar a ser sustentable. Estar bien consciente qué estás consumiendo y dónde”. David responde que “debería de haber un equilibrio entre lo social, lo económico y lo ambiental; que no te aproveches de ninguna parte de más y de ninguna otra te quedes corta; que haya una manera más equitativa en todos los aspectos, impactar lo menos posible de manera negativa, impactar de forma positiva”. Mientras los escucho y veo alrededor, pienso en lo que han construido durante cuatro años de su vida; una idea llevada a los hechos para tratar de trascender el concepto sustentable a la práctica, me digo: ¿No es el sentido más valioso que existe, trabajar por tratar de mejorar la vida?

Los Acampo se despiden haciendo la invitación al público para que los conozcan y no sólo ellos, yo hago esta invitación, la hago con la convicción de lo que estoy viendo y lo que me provoca esta clase de proyectos, el recuerdo de las cosas buenas que me enseñaron en la universidad y quizá aquellas enseñanzas que me enseñó mi padre sobre el campo; ideas que me llenaban el corazón y que aplicadas en la vida real parecen a nadie importarle y aún con todo son posibles. Acampo y sus personajes me hacen recordar que existe un vínculo inquebrantable entre las buenas ideas y las acciones, que cuesta mucho enlazarlas, pero existen y el único camino es el no olvidarlas y llevarlas a la práctica. Los Acampo dicen “que no nos crean, que sigan nuestras páginas sociales, que nos contacten, que nos visiten, que cuando anden por acá en el nevado los esperamos con gusto”.

Fotografía: Carlos Antonio Ríos

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