Año 15, número 188.

La historia nos debe los relatos de otras luchas que fueron igual de importantes en la operación y en la logística de la guerra por la Independencia, y es ahí donde se esconden las mujeres que jugaron un papel importante

Imagen: Museo de la mujer

Araceli Gutiérrez

En nuestro país cada 15 de septiembre a las 11:00 pm el presidente de la República en turno sale al balcón principal del Palacio Nacional y frente al Zócalo conmemora con una serie de “¡Vivas!” el día en que el cura Miguel Hidalgo y Costilla llamó a sus feligreses con la campana de la iglesia de Dolores, un pueblo de Guanajuato, para dar inicio a la lucha contra la corona española. A este acto lo conocemos como el grito de Independencia, cuya primera réplica, según el periódico El País, fue realizada en 1812 en Huichapan, Hidalgo, por el secretario de Miguel Hidalgo, Ignacio López Rayón, y fue hasta 1824 que dicha celebración se convirtió en fiesta nacional por decreto del primer presidente de México, Guadalupe Victoria.

Se dice que no existe un documento oficial respecto al discurso que el titular del ejecutivo debe enunciar, es por eso que en los diferentes sexenios cada presidente imprime en el grito de Independencia a sus personajes ideales, sin embargo, de acuerdo con Arturo Ríos Ruiz, historiador y periodista, la escencia de este acto es la evocación de los héroes que nos dieron patria, y hay cinco personajes que siempre se hacen presentes: Miguel Hidalgo, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Ignacio Allende y Josefa Ortíz de Domínguez.

No es extraño que entre los cinco personajes que más se mencionan en las arengas del grito de Independencia sólo se incluya a una mujer, pues en los libros de historia que llevamos desde la educación primaria suelen predominar en su mayoría los personajes masculinos, pero la historia nos debe los relatos de otras luchas, que fueron igual de importantes en la operación y en la logística de la guerra por la Independencia y es ahí donde se esconden las mujeres que jugaron un papel importante por el uso de su inteligencia, de sus recursos económicos y sociales, poniendo en riesgo su reputación y su propia vida.

Mujeres en la arenga del grito de indpendencia

En el sexenio que comprende de 2000 a 2006, el presidente Vicente Fox Quezada dio cabida a otro personaje femenino, incluyó en su arenga del grito de independencia a Leona Vicario, entonces podríamos decir que al menos ya se tiene el reconocimiento de dos mujeres independentistas, lo cual no significa que sean las únicas.

La primera mujer independentista reconocida es Josefa Ortiz de Domínguez, también nombrada como “La Corregidora”, por haber contraído matrimonio con el Corregidor de Querétaro Miguel Domínguez. Según Sebastián Alaniz, en su libro Mujeres por la independencia, Josefa fue educada por monjas y clérigos del Colegio de las Vizcaínas, ya que ahí encontró refugio después de quedar huérfana siendo muy pequeña; ahí aprendió matemáticas, literatura y ciencias. También fue ahí donde Josefa Conoció a Miguel Domínguez, el cual se dice, quedó impresionado con su inteligencia y pidió permiso para visitarla frecuentemente hasta pedir su mano.

El virreinato ocasionó un choque de clases sociales entre los criollos (descendientes de españoles nacidos en la Nueva España) y los gachupines (nacidos en la península española), a los criollos se les consideraba ciudadanos de segunda clase por haber nacido en una colonia y no en España, por lo que terminaban ocupando cargos de segundo nivel en la administración pública del virreinato. Por ello, los criollos reaccionaron de forma que comenzaron a reunirse en grupos donde se difundían las ideas de la Ilustración, mismas que estaban prohibidas por la iglesia católica. Josefa comienza a adentrarse en estos grupos, y como criolla, ella tenía conciencia de las injusticias que se cometían. Ella y su esposo eran reconocidos y respetados en la sociedad por sus obras de caridad y asistencia social. Las reuniones rebeldes o tertulias literarias entre intelectuales, se llevaban a cabo en la casa de los Domínguez, según la página de la INEHRM (Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México), dichas reuniones servían de pantalla para los conspiradores, entre otros, Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende y Juan Aldama, quienes pensaban aprovechar la invasión francesa a España para plantear una independencia. Sin embargo, algunas fuentes mencionan que el 13 de septiembre fueron delatados ante el gobierno virreinal y se le pidió al Corregidor hacer cateos a algunas casas con la finalidad de capturar a los líderes insurgentes. Se dice entonces, que Josefa dio la alerta para que fueran a avisarle a Miguel Hidalgo y a los hermanos Aldama. La autora del libro Charlas de café con Josefa Ortiz de Domínguez, Ángeles González Gamio, dice en una entrevista para La Jornada, que todo mundo sólo se queda con esa historia pero que “se olvida que el resto de su vida siguió luchando con valor, enfrentando al emperador Iturbide que la invita a ser dama de honor de la emperatriz; entonces, es un personaje importantísimo tanto para el inicio del movimiento como para la consolidación de la Independencia”.

Por otro lado, la segunda mujer incluida en las arengas del grito de Independencia es Leona Vicario, considerada una de las primeras periodistas de México y de las figuras más destacadas de la lucha independentista, pues ella con su dinero financió actividades de los insurgentes, perteneció a Los Guadalupes, otro de los grupos subversivos conformados en su mayoría por criollos y mestizos, con la finalidad de conspirar contra el virreinato. Fue una mujer aguerrida y firme, era una especie de informante para los insurgentes, lo que le costó la cárcel, la incautación de todos sus bienes y una continua persecución, incluso se dice que dio a luz a su primer hija mientras se escondía en una cueva con su marido Andrés Quitana Roo. Consumada la independencia, Leona Vicario continuó con sus actividades políticas, periodísticas y poéticas, las cuales plasmaba en un periódico editado con sus propios recursos, El Federalista, en el cual siguió escribiendo hasta su muerte. Sus labores de mujer subversiva fueron cuestionadas en varias ocasiones, la más sonada, según la BBC, fue la del conservador Lucas Alamán, que a través de una carta pública aseguraba que Leona Vicario se unió a los rebeldes por seguir a Quintana Roo en un impulso de «heroísmo romancesco», más que por tener una convicción política propia, a lo que Vicario respondió en su columna con el texto “Carta de Leona Vicario a Lucas Alamán, 1831”, donde evidentemente refuta las declaraciones de Alamán y lo pone en su lugar, texto que por cierto, debería ser difundido en las escuelas y universidades como una forma de vindicación de la mujer.

Otras mujeres que deberían mencionarse

Tanto Josefa Ortiz como Leona Vicario, fueron personajes importantes en la lucha independentista, sin embargo, no fueron las únicas, ellas tienen la fortuna de al menos ya ser nombradas y reconocidas, pero hay otras tantas de las que poco se habla y por supuesto no se les reconoce, tal es el caso de María Ignacia Rodríguez de Velasco, mejor conocida como “La Güera Rodríguez”, fue otra mujer que lo arriesgó todo, gracias a su posición privilegiada en la alta sociedad pudo hacer uso de recursos estratégicos para los insurgentes, ella también asistía a las reuniones clandestinas con Miguel Hidalgo y Josefa Ortíz, lamentablemente los relatos que encontramos sobre este personaje, en su mayoría, se centran en los asuntos que tenían que ver con su personalidad, los cuales hacen alusión a que debido a su belleza tuvo la facilidad de conquistar muchos hombres, se le atribuyen varios amoríos, entre los más sonados está el de Agustín de Iturbide, sin embargo, hay que decir que la Güera no sólo destacó por su belleza y sus posibles romances, sino que por su inteligencia pudo lograr posicionarse y destacar, no sólo como un personaje independentista, sino también como una mujer transgresora a los deberes femeninos de la época.

Otra mujer olvidada es Mariana Rodríguez del Toro, hay quienes la denominan “la mente maestra de una de las conspiraciones insurgentes”, según la página MXCITY, se dice que fue en su casa donde se planeó la conspiración del Lunes Santo de 1811, pues ese día el virrey Francisco Xavier Venegas celebraba dando a conocer a la población con júbilo el triunfo de la captura de los líderes insurgentes, esto ocasionó una desilusión para todos los grupos conspiracionistas, a lo que Mariana Rodríguez se pronunció diciendo: «¿Qué sucede, señores? ¿No hay otros hombres en América aparte de los generales que han caído prisioneros? ¡Libertar a los prisioneros: tomemos al virrey, ahorquémoslo!»

Lamentablemente la conspiración que se freguaba ese día en contra del virrey fue delatada, por lo que Mariana y su esposo Miguel Lazarín fueron encarcelados y liberados hasta el año 1820. Mariana no alcanzó a ver consumada la independencia, puesto que murió a principios de 1821 y ésta se consumó el 27 de septiembre de ese mismo año.

María Luisa Martínez de García Rojas, según diversas fuentes, nació en Erongarícuaro, Michoacán, en 1780, en ese lugar todos eran partidarios de los realistas, los cuales defendían la monarquía, sin embargo María Luisa no compartía dichos intereses, sino que ella era fiel seguidora del movimiento insurgente, por lo que apoyaba con información, víveres y otros recursos, lo que la convierte en otra mujer importante para la lucha por la independencia. Una de sus acciones era ser informante, mantenía correspondencia con los líderes insurgentes, hasta que un día el correo fue intervenido por don Pedro Celestino Negrete y de ahí comenzó una persecución en contra de ella; la apresaron en una ocasión y la pusieron en libertad al pagar una multa, pero esto no impidió que ella siguiera con sus acciones en pro de la independencia, se dice que fueron tres veces más las que se le encarceló hasta que ya no pudo cubrir la multa, finalmente fue fusilada en 1817 por orden del mismo que la encarceló. Según diversas fuentes, las palabras de María Luisa poco antes de ser asesinada fueron: “General Negrete, le perdono el crimen de quitarme la vida; no he cometido más delito que el de querer tener una patria libre. ¿Por qué tan obstinada persecución contra mí? Tengo derecho a hacer cuanto pueda en favor de mi patria, porque soy mexicana. No creo cometer ninguna falta con mi conducta, sino cumplir con mi deber”.

Las cinco mujeres anteriormente mencionadas, tienen en común, por supuesto, la ideología insurgente y su participación estratégica desde sus diversas trincheras como informantes, mujeres-correo, como se les denomina a otras tantas, su inteligencia, su forma de actuar poco común para las mujeres de esa época, pero cabe mencionar también a otra mujer que no sólo participó como las anteriores, sino que se fue a las luchas armadas, es el caso de Manuela Medina “La Capitana”. Nació en Taxco de Alarcón en 1780, perteneciente a una familia indígena, pronto se dio cuenta de las injusticias que vivían los pueblos de esta naturaleza, por lo que cuando se dio el famoso grito de Dolores, se dice que animó a su pueblo a unirse a la guerra y enfilarse en el ejército insurgente. En 1813 recibió el grado militar de capitana, combatió al lado de José María Morelos en diversos ataques. Protagonizó varias hazañas bélicas, nunca se rindió; fue hasta marzo de 1822 que murió en un ambiente de pobreza a los 42 años, a causa de complicaciones de las heridas que recibió en la batalla. Sin duda, es otra de las mujeres dignas de reconocerle su lucha, su participación ante un movimiento que seguimos celebrando hasta nuestros días.

La historia le debe el reconocimiento a estas mujeres y otras tantas que no se nombran, tal es el caso de Gertrudis Boca Negra, María Josefa Netera, Manuela “La Cohetera” Niño, Manuela Taboada, María Tomasa Esteves y Sala, María Andrea Martínez “La Camapanera”, Altagracia Mercado “Heroína de Huichapan”, Antonia Nava “La Generala” y la lista sigue, por lo que valdría la pena hacer una arenga de grito de independencia donde se mencionen a todas ellas, que sin duda, sería bastante extensa, pero podríamos conjuntarlas en un “¡Vivan las mujeres que nos dieron patria!”

araceli.gutierrez@cusur.udg.mx