Año 15, número 192.

Entre los muchos adverbios que usamos cotidianamente se encuentra recién que algunos mexicanos suelen usarlo erróneamente

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Ramón Moreno Rodríguez

Los adverbios son aquellas partículas de la oración que funcionan dentro del predicado para indicar una condición del núcleo de éste, es decir, del verbo. El perro corre rápidamente, por ejemplo: Rápidamente es el adverbio y como se puede notar muy claramente va después del verbo y además da un matiz concreto de cómo se realiza la acción verbal. Gusto de comparar las funciones de los adverbios con las de los adjetivos, pues éstos sirven para dar cualidades de los sustantivos y suelen ir después de éstos. Un ejemplo de adjetivo calificando a un sustantivo y un adverbio modificando a un verbo sería: El perro blanco corre rápidamente. También podría comparar esas relaciones, en cuanto que el sustantivo y el verbo son núcleos y el adjetivo y el adverbio son modificadores, como la relación que existe entre la luna y la tierra, entre la tierra y el sol. Una partícula es más importante y la otra “gira” en torno de ésta que es el núcleo que la atrae y la hace funcionar.

Pues bien, entre los muchos adverbios que usamos cotidianamente se encuentra recién que algunos mexicanos suelen usarlo erróneamente. Y esto es así porque las funciones de éste están limitadas a ciertos contextos. Debo decirlo ya, el adverbio recién se rige con participio si se le quiere usar castizamente. Perdón por la afirmación tan taxativa, pero no se olvide la condición normativa de estos artículos en que reflexiono sobre el uso de nuestra lengua, pues están pensados para que sean leídos por mis alumnos que están empezando su carrera de filólogos.

Es necesario decir antes de emprender a explicar el fenómeno de recién+participio, que los adverbios tienen otras dos funciones muy importantes aparte de ser “satélites” de los verbos, y es que también sirven para modificar a los adjetivos, por una parte y, por la otra, también se les utiliza para dar cualidades de otros adverbios. Veamos unos ejemplos. En la frase extremadamente rico el eje es el adjetivo rico y el que hace circunvoluciones en su entorno es extremadamente, pues a las claras se nota que esta última partícula es un aspecto, una característica de la condición rico. Quizá alguien podría decir, y ¿por qué no llamamos sustantivo a rico y adjetivo a extremadamente?, finalmente hacen la misma función que se acaba de explicar de éstos. No es una mala deducción, pero hay una razón poderosa para no hacer eso, pues rico en otro contexto se sigue comportando como una cualidad; ampliemos el ejemplo: Empresario extremadamente rico.

Como se puede notar, rico es una cualidad de empresario y extremadamente lo es de rico. Es decir, podemos ir haciendo cadenas de palabras que se van haciendo en sus relaciones más y más complejas. Veamos un caso en el que un adverbio modifica a otro adverbio: El avión pasó muy rápido. Como se puede observar, rápido es un adverbio que modifica la acción pasó y muy es un adverbio de cantidad (equivale a mucho) que intensifica la cualidad de rápido. Por lo tanto, muy es un adverbio que califica al adverbio rápido y éste califica la acción pasó.

Pues bien, recién+participio responden a la estructura de adeverbio+adjetivo, es decir, recién es el adverbio que da cualidades del participio que se comporta como un adjetivo pues da las cualidades de un sustantivo como en el caso de empresario extremadamente rico. Es decir, cuando decimos: libro recién comprado, recién es un adverbio de tiempo (equivalente a recientemente, hace poco tiempo, etc.) y es una cualidad de comprado, a su vez, este participio (del verbo comprar) se está comportando como un adjetivo del sustantivo libro porque es una cualidad de éste. Dicho con nuestra metáfora, recién gira en torno de comprado y comprado gira en torno de libro.

¿Y dónde está el problema? Pues bien, en términos generales, los mexicanos solemos  construir bien el régimen de recién más participio, pero no es extraño escuchar a algunas personas que gustan de la innovación o mal entienden la originalidad y entonces copian usos incorrectos de recién que nos vienen de Sudamérica. En varios de aquellos países, principalmente Argentina y Uruguay, está generalizado el uso de recién más verbo conjugado y además de que se le suele dar otros significados muy distantes de la idea de “hace poco tiempo”.

Como ya se habrá advertido, recién es la forma apocopada de recientemente, aunque haya gramáticos (Manuel Seco) que sostienen que es apocope del adjetivo reciente. Ese error ya lo aclaró Moreno de Alba en su libro Minucias del lenguaje (“En los diccionarios suele explicarse que el vocablo recién es apócope del adjetivo reciente. Me parece más preciso decir que es apócope del adverbio recientemente, pues en cualquier enunciado recién puede sustituirse por recientemente y casi nunca por reciente. Ello quiere decir, además, que recién es un adverbio (equivalente a recientemente) y no un adjetivo (pues no es sustituible por reciente)”). Como adverbio que es puede modificar a cualquier verbo, y así este uso viciado de recién más verbo conjugado, sea por caso, recién lo vi entrar en el cine, se puede resolver muy fácilmente cambiando recién por recientemente y así el enunciado podría quedar recientemente lo vi entrar en el cine.

Pero hay usos realmente bárbaros pues aparte de anteponerlo al verbo se lo pospone y se le cambia el significado y se dice con él cosas como “únicamente” o acaso “apenas”; en Argentina es posible escuchar expresiones como Vicenta tiene recién una semana en casa. Como se puede observar, no se le puede cambiar por recientemente, incluso, funcionaría perfectamente el enunciado sin el recién, y esa es otra de las cosas que notamos de inmediato en el habla de aquellos países del sur, usan abusivamente de este adverbio y lo quieren meter en todos lados y para toda ocasión, es como lo que nos sucede a los mexicanos que a toda expresión le queremos incluir el pronombre átono “le”. Para concluir estas observaciones veamos un último ejemplo de uso incorrecto de recién. En la expresión Lo vi recién entró por esa puerta, el adverbio ha perdido por completo su función adverbial y el enunciado pediría, dado el caso, una conjunción o frase conjuntiva del tipo “en cuanto” o cualquier otra de tipo causal. Por lo tanto la construcción correcta sería Lo vi en cuanto entró por esa puerta o Lo vi porque entró por esa puerta.

ramon.moreno@cusur.udg.mx