Año 13, número 152.

La película cuenta el acoso que sufre Cecilia por parte de su novio, un científico que se hace invisible. Las imágenes en movimiento y la dirección hacen estremecer a la audiencia

Gonzalo Rocha de la Cruz

Desde hace un tiempo soy fan del género de horror y no logro recordar la última vez que una película me hizo saltar de miedo en mi butaca como sucedió con la impecable dirección de Leigh Whannell. El suspenso se respira en el aire a cada escena y genera una genuina preocupación por la heroína. Sabes que en cualquier momento puede suceder algo, pero cuando finalmente sucede en verdad no te lo esperabas.

En The Invisible Man, Leigh Whannell hace uso del extraordinario talento de Elisabeth Moss y de los efectos especiales de Jonathan Dearing para dar un giro fresco al clásico de HG Wells sobre un científico que logra hacerse invisible.

Después de que Cecilia logra escapar de su relación tóxica con Adrian, un joven científico experto en óptica, el inventor utiliza su reciente creación para hacerse invisible y acosar a su exnovia después de fingir su propio suicidio. Cuando la policía no le cree a Cecilia, ella decide tomar el asunto con sus propias manos.

The Invisible Man hace honor al género de terror, manteniéndonos con la respiración cortada desde la primera secuencia. Durante los 124 minutos de duración sentimos que en cualquier momento el antagonista se manifestará para aterrorizar a nuestra heroína, pero al mismo tiempo no estamos seguros si realmente se encuentra en escena o si sólo es nuestra imaginación haciéndonos una mala jugada.

Quizás la protagonista experimente lo mismo durante la semana que es acosada por su violento ex. Si buscáramos una historia que ejemplifique el canon de las relaciones tóxicas, The Invisible Man probablemente sería la película perfecta. A pesar de no ser testigos de la agresiva relación entre Cecilia y Adrian, los hechos que sí presenciamos a través de la película nos dan una amplia idea del terror que la protagonista ha experimentado durante tres años.

El cinefotógrafo Stefan Duscio hace uso de su talento y de la dirección de Whannell para crear con imágenes en movimiento la atmósfera que tanto nos hace estremecer. Los claroscuros durante las escenas nocturnas exageran la desesperación de no ver venir al depredador cuando por fin decida atacar. Duscio también hace un interesante uso del espacio negativo (cuando en una parte del cuadro no encontramos a ningún personaje) para guiar nuestra mirada al posible lugar desde donde el antagonista podría atacar. Tanto los movimientos de cámara como la necesidad de complicados efectos especiales hacen el trabajo del fotógrafo un verdadero reto, y Duscio lo resuelve de una manera magistral.

La cámara y sus movimientos son otro aspecto importante para hacer de esta película un bizarro ejemplo de terror y suspenso. Whannel hace uso de la cámara como un agente psicológico al cambiar intermitentemente el punto de vista entre un espectador pasivo y los ojos del depredador mirando a su presa y esperando el momento perfecto para atacar; pero jamás se nos deja claro si en verdad lo que estamos viendo es lo que el asesino observa o si solamente es el director jugándonos una mala pasada.

El extraordinario guion del director/escritor también nos muestra que es posible escribir una película de ciencia ficción en la que genuinamente creemos posibles las situaciones fantásticas que se muestran en la historia.

Al final de las dos horas de terrorífico filme, salí de la sala aún repasando incrédulo lo que acababa de experimentar. Pocas películas en los últimos años me han hecho sentir y reflexionar tanto como The Invisible Man. Ahora, a donde quiera que voy siento que puede manifestarse el hombre invisible y mantengo esa sensación de que jamás estaré seguro.

Al final quedan algunas preguntas por responder, pero pienso que ese misterio es parte de lo que hace a la producción algo tan extraordinario.Esta película es lo mejor que he visto en lo que va del año y, aunque aún quedan nueve meses para desmentirme, veo muy difícil que algún filme pueda superar el horror que experimenté en esa sala de cine.

gonzalo.rochac@cusur.udg.mx