Año 13, número 144.

El libro de Juan José Arreola se encuentra en la Biblioteca Hugo Gutiérrez Vega del CUSur con la clasificación 863.44 ARR

Autor: Ariana García

Itzel Contreras

Sara más amarás es un palíndromo que Juan José Arreola compuso para su compañera de vida, su esposa Sara Sánchez. Este palíndromo es también el nombre de un libro en el que los nietos de la pareja, Alonso y José María, compilaron parte de la correspondencia familiar para su publicación.

           Sara más amarás es una historia narrada a través de la lectura de las cartas que Juan José enviaba y recibía. La historia comienza en el año 1942, cuando Arreola conoce a Sara, y termina en 1950 con una última epístola del escritor a su amada. Estas cartas refieren el proceso de formación de la familia que Juan José soñó con Sara desde el día en que se conocieron. A la par, en los textos que Arreola le escribe a su esposa es posible rastrear el desarrollo y la consolidación de uno de los grandes escritores, “de los de veras buenos”, como él mismo lo describe en una de las misivas.

           La publicación de las cartas, como lo habían solicitado Sara y Juan José, fue póstuma. Fue en el año 2011, pasados diez años de la muerte de Arreola, que el público tuvo la oportunidad de conocer esa faceta, un tanto oculta, del escritor. En estas cartas se puede encontrar a un joven soñador que profesa el mayor de los amores a su pareja, la evolución del novio, el esposo y el padre que fue Arreola. Se puede encontrar, además, la relación que el escritor tenía con sus familiares cercanos, el hijo y el hermano que fue. 

           Desde el primer texto en que Arreola le expresa sus sentimientos a Sara, se puede conocer la firmeza de sus palabras: “Quiero que esta carta no sea una carta de enamorado escrita al calor de una pasión, quiero que sea el testimonio fiel de un afecto consciente, y que conserve su verdad en el transcurso de los años”. Y así lo cumplió. Sara y Arreola vieron juntos “pasar la vida”, como él siempre le prometió.

           Los compiladores del libro, los nietos de Arreola, intuyen en esta correspondencia el germen de una estirpe. El lector se emociona con el relato tanto como ellos debieron emocionarse al recrear su historia. Entre cartas, testimonios, una pequeña crónica de Arreola y un cuento de Sara, la historia toma forma. El propósito del libro se vuelve claro: “Somos animales que necesitan conocer los días en los que sus padres y abuelos sostuvieron una correspondencia táctil y verbal, la danza que en medio del azar nos dio sentido y lugar en el mundo”, afirman José María y Alonso.

           Algunos detalles de la relación que Arreola tenía con sus padres y hermanos es visible también a través de estas cartas. El lector encuentra un hijo respetuoso y con un profundo amor a su padre. En su progenitor, Arreola encuentra el mayor apoyo, a él le escribe para anunciarle nuevas publicaciones y para pedirle un juicio sobre sus textos. A él confía algunas correcciones de éstos y se afirma, fue “cómplice” de la creación de La feria.

           Destacan, además, las cartas que María Elena le escribe a Arreola, siempre demostrando el apoyo a su hermano y ofreciéndole los consejos más sinceros. Los hermanos mantenían largas charlas intelectuales e intercambiaban lecturas en cada oportunidad que tenían. La capacidad narrativa de la hermana del escritor es un deleite para el lector de estas cartas. En una de ellas Elena le dice a Arreola: “Usa variación en tus memorias, observa, lee. Fíjate cómo un paisaje puede reunir tantos colores, sin discrepar en nada la armonía”.

           La obra epistolar de Arreola agrada por su valor literario. Escribir cartas habrá representado un ejercicio para el autor que nunca detenía su mente creativa. En una de las cartas a Sara, fechada en septiembre de 1942, dice: “en medio del trabajo material lucho también para dar forma a mis ideas”. Entre correspondencias, Arreola ejercitaba su escritura, pulía la manera de expresar los sentimientos y consolidaba una forma única de escribir.

           Estas cartas dan testimonio de algunas personalidades que Juán José Arreola conoció y trató de cerca a lo largo de su vida. Son destacables, por ejemplo, las anécdotas que se narran en torno a la relación que mantenía con Borges y Rulfo. Todo ello abona para que la trama cobre cada vez más interés en el lector que, al terminar Sara más amarás, sentirá que ha conocido una parte más íntima de Arreola.