Año 13, número 157.

En el legado de Toscano Escobedo se cuentan importantes aportaciones a la arqueología en México

Foto tomada del libro El misterio de la vocación

Didiana Sedano

Salvador Toscano Escobedo pertenece a la estirpe de esos Toscano que han sido pioneros en diversos ámbitos del arte y la cultura en nuestro país. Cuando no en la literatura, en el cine y, por qué no, hasta en la gestación de nuestra independencia, en el estudio de la historia, la arquitectura, la arqueología, la fotografía… siempre hay un Toscano.

Salvador, hijo, nació en Atlixco, Puebla el 16 de diciembre de 1912, o por lo menos así lo asegura él mismo en sus documentos de ingreso a la universidad (existen fuentes y autores que aseguran otra fecha y lugar). Fue el segundo hijo de los cuatro que tuvo el matrimonio Toscano-Escobedo: Carmen, Salvador, Arturo y Enedina.

Siendo apenas un niño mostró una clara inclinación a las letras y como adolescente participó en certámenes donde ofreció muestra de su habilidad verbal y amplia cultura. Tuvo una intervención destacada en un concurso de oratoria auspiciado por El Universal en 1929, donde disertó sobre la juventud escolar y las clases populares. Su vida académica estuvo dividida entre dos pasiones: la arqueología y las leyes, pero fue esta última en la que se formó profesionalmente

Inquieto, porque seguramente le venía de familia, participó en diversas actividades que influyeron en su visión intelectual y política, fue colaborador de Bandera Nueva, Periódico de la Revolución Estudiantil, perteneció a un grupo cultural conocido como Los barandales del que se desprendió una revista denominada Barandal, de la cual fue miembro fundador junto con Arnulfo Martínez Lavalle, José Alvarado, Rafael López Malo y Octavio Paz. A pesar de coincidir en la vida intelectual y académica con Octavio Paz, Toscano interpuso cierta distancia, pues sus visiones políticas no comulgaban; no obstante, no faltaron las ocasiones en las que se dejó notar el apoyo de Toscano hacia Paz.

Quienes lo conocieron lo recuerdan como un hombre de “pelo negro y corto, mirada viril, inclinado entonces a intervenir con bravas palabras y atrevidos actos de política nacional, muy versado en la Revolución Mexicana…” (Adame, 2015). Lo mismo criticaba a Antonio Caso “por su devoción a Oswald Splenger” que a los Contemporáneos por su esnobismo.

Toscano Escobedo también fue miembro fundador del Instituto de Investigaciones Estéticas, fue docente del departamento de la Facultad de Filosofía y Letras, y además fungió como secretario del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Salvador Toscano Escobedo falleció en un trágico accidente aéreo, donde también lo hicieron otros personajes de la época, entre los que se destaca una actriz icónica de la época de oro del cine mexicano. Cabe mencionar que ese avión en que viajaba el nieto de Refugio Barragán se estrelló en el Pico del Fraile en el Popocatépetl, como si los Toscano estuvieran intrínsecamente unidos a estas montañas vivas.

En el legado de Toscano Escobedo se cuentan importantes aportaciones a la arqueología: Arte precolombino de México y de la América Central (México, 1944), Chiapas, su historia y arte y Pintura mural precolombina en México. Además, publicó El Dr. Mora (México, 1936) y Federico Cantú. Obra realizada de 1922 a 1948 (México, 1948), y dejó escrita una obra, Cuauhtémoc (1953) que vio la luz con carácter póstumo.

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