Año 13, número 146.

Fue un ingeniero célebre por haber traído a México, directo de París, el cinematógrafo

Foto: Cortesía de la señora Rosario Zárate Toscano

Didiana Sedano

A la señora Rosario Zárate Toscano
por su invaluable apoyo y equiescencia

Salvador Toscano Barragán nació en la ciudad de Guadalajara el 14 de abril de 1872, era Domingo de Ramos y fue bautizado dos días después en la capilla de Nuestra Señora del Pilar. Fue un ingeniero célebre por haber sido quien trajo a México, directo de París, el cinematógrafo. Fue hijo de Esteban Toscano Arreola y de Refugio Barragán, ambos profesores, uno originario de Atoyac y la otra de Tonila, Jalisco. Fue un niño precoz pues heredó del padre y de la madre talento indiscutible. 

       No nació en Zapotlán el Grande, aunque siempre tuvo un vínculo con esta ciudad, ya sea porque fue en Zapotlán donde sus padres unieron sus vidas mediante el matrimonio religioso —que tuvo lugar el 17 de mayo de 1869— o porque cuando quedó huérfano de padre tuvo que mudarse a Zapotlán con sus poquísimos años (contaba apenas siete), con su madre y con su hermano Ricardo (1876-1956). 

       Salvador Toscano estudió las primeras letras en el seminario de Zapotlán el Grande, donde seguramente tuvo como compañero de clases a José Rolón, si no él, sí Ricardo. Vivió en La Merced número 15, en esa casa se vendían suscripciones para la revista La violeta (1862-1866), publicación parisina que dirigía Faustina Sáez de Melgar y también para La América, periódico que editaban los hermanos Toscano Barragán. La primera edición de éste último está fechada el 18 de abril de 1887 —mismo año de la aparición de La hija del bandido—, “periódico que hablará de todo, se publica cada tercer día”. Cabe destacar que Salvador contaba con 15 años y Ricardo con 11, sin embargo, Salvador desde los 8 años ya realizaba “publicaciones manuscritas que reparte entre sus suscriptores”, de las que destaca Historia de tres mexicanos y tres ingleses, fechada en Zapotlán el Grande, el 2 de enero de 1880, publicación con “tres ilustraciones a tinta y diez capítulos, en que el último consta apenas de cuatro renglones”. 

       El interés de doña Refugio porque sus hijos tuvieran una educación íntegra, así como más oportunidades de desarrollo, llevó a la familia a mudarse a la capital para que los jóvenes Toscano continuaran sus estudios. Sumado a esto la madre de los Toscano recibió una oferta de trabajo en la ciudad de México que beneficiaba sus planes. 

       Fue así que el 7 de abril de 1897, Salvador es examinado y aprobado por unanimidad en la Escuela Nacional de Ingenieros para ejercer la carrera de ingeniero topógrafo e hidrógrafo. Para esta época, Salvador ya había leído en la revista La Nature sobre un invento casi mágico que era capaz de filmar y proyectar imágenes en movimiento. Desde luego que el ingeniero no ignoró su naturaleza emprendedora y la innegable inclinación artística. Le dio rienda suelta a la necesidad irrefrenable de tener aquel aparato al que llamaban cinematógrafo y que era presentado al mundo por Auguste y Louis Lumière.  

       Para conseguir el aparato mágico de los hermanos Lumière, Toscano vendió su preciada colección filatélica, la cual coleccionaba desde su  adolescencia. El resto lo pagó en menos de “dos meses de gran éxito” de presentar en diversos puntos de la republica imágenes en movimiento. En Memorias de un mexicano (1993) se menciona que no se tiene la fecha exacta de la primera función que Toscano ofreció con su cinematógrafo, sin embargo sí se asegura que debió ser en los primeros meses de 1897, pues es de esas fechas que existen programas de mano. El local donde Toscano ofrecía las proyecciones estaba en la calle de Plateros número 9, y luego en Jesús número 16. También realizó en 1898 una gira por el país: Chihuahua, San Luis Potosí, Guadalajara, Guanajuato, Michoacán y Puebla, específicamente en Atlixco, donde vivía su madre y encontraría más tarde a la mujer de la que se enamoraría. Hay que tomar en cuenta que en muchos de estos sitios la luz eléctrica aún era una utopía, por eso y aunado a la tarea de transportar el cinematógrafo y todo lo requerido para las proyecciones, también era necesario llevar los aparatos para generar luz provisional.  

       Es probable que haya sido en octubre de 1902 cuando Salvador Toscano, acompañado de su madre, estuvo en Zapotlán el Grande para visitar a sus abuelos y aprovechó para capturar, con su aparato mágico, escenas de algunas calles y desde luego de las fiestas josefinas. Imágenes que, por cierto, están incluidas en las películas más importantes del país.  

       Aunque Salvador dedicó mucho de su tiempo a la cinematografía, nunca dejó de lado su formación como ingeniero y a la par de la captura de imágenes hizo “estudios acerca de ríos y también construyó” puentes. En 1903 la municipalidad de Atlixco, Puebla le encarga la construcción del panteón municipal, el cual deja ver en su arquitectura algunos detalles que lo caracterizan y lo distinguen de otros, por ejemplo una pared (que debió pertenecer a otra finca) con un león rampante y varias tumbas con la O negra partida.

El 8 de septiembre de 1909 contrae matrimonio con Enedina Escobedo Escobedo, también en Atlixco, con quien tuvo 4 hijos: Carmen, Salvador, Enedina y Arturo, todos ellos herederos del gen artístico. 

       Salvador Toscano estuvo en su Zapotlán el Grande en 1930 para inaugurar una calle que hasta el día de hoy lleva el nombre de su célebre madre, una de las escritoras más prolíficas del siglo antepasado. El Zapotlán al que le guardaba cariño por haber sido la cuna de su adolescencia. 

       Aunque el cinematógrafo le dio muchos dolores de cabeza, e incluso en alguna ocasión fue apresado y casi a punto de ser fusilado, Toscano legó al mundo un importantísimo archivo de imágenes que cuentan la historia de México. Escenas icónicas del porfiriato, el Centenario de la Independencia, la Revolución y la Decena Trágica, así como paisajes de costumbres que retratan el folclor del mexicano. Con la compilación de más de 50 años en imágenes filmadas, la Fundación Toscano, dirigida por su hija Carmen, creó la película Memorias de un mexicano (1949-1950), que es patrimonio histórico de México desde 1967.  

       Salvador Toscano Barragán falleció en la Ciudad de México el 14 de abril de 1947, pionero del cine en México e indiscutible referente para contar la historia de éste.