Año 17, Número 236.
Resulta valioso considerar al poemario como una especie de DVD encargado de reunir momentos tomados de la realidad
Miriam Darnok Sandoval Gómez
El poemario Desviación vertical disociada —objeto de este breve texto— fue publicado en julio de 2022 por el Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Zacatecas y Taberna Libraria, lo anterior como parte del Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde 2021. El autor, Luis Vicente de Aguinaga, además de contar con un amplio repertorio poético, se ha desarrollado en áreas diversas como la investigación literaria, la crítica y la docencia; ha colaborado en revistas, suplementos y periódicos. Asimismo, se ha hecho acreedor de distinciones como el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta (2003), el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (2004), el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos (2005) y la medalla Wikaráame al Mérito Literario en las Lenguas de América (2019).
Esquemáticamente, la obra se divide en siete apartados, “La primera mañana”, “Siete días”, “Autorretrato con partículas indefinidas”, “Conocimiento”, “Completamente normal”, “Líneas paralelas”, y “Un edificio habitado por extraños”. Podría resultar engañoso hablar de un lector ideal, puesto que, a lo largo y ancho de las composiciones se muestran temas variados. Resulta valioso considerar al poemario como una especie de DVD —nótese que precisamente estas siglas corresponden a las otorgadas al término desviación vertical disociada— encargado de reunir momentos tomados de la realidad, del pensamiento, de los recuerdos y hasta de los sueños; de la consciencia y la inconsciencia. El libro parece tener un poco de todo para aquel que se dé a la tarea de acercarse.
Quizás, lo primero que salta a la vista a la hora de emprender la misión de leer es que se está ante una obra fuera de lo convencional. De forma mayoritaria contiene poemas en verso —que no responden a una estructura bien definida—, aunque en algunas secciones sorprende la incorporación de poesía en prosa. Se tiene poemas que reflexionan en torno a la literatura misma y a las paradojas que la envuelven, otros que parecen pasajes novelísticos; algunos son viñetas o cuadros de costumbres y otro innova al tener un esquema que parece ser el de un chiste. Se eternizan momentos que podrían pasar desapercibidos, se hacen visibles reflexiones que en algún momento han pasado por nuestra mente pero que pocas veces se han puesto en papel. Los sucesos llenos de inocencia y las partes que ayudan a entender la bondad y la maldad de las personas en su día a día son componentes que se hacen latentes al pasar las páginas.
Por si fuera poco, esa peculiaridad se expande al área del lenguaje. Los poemas de Aguinaga cuentan con esa perfecta combinación entre la claridad y la profundidad, elementos que podrían creerse opuestos; la voz poética en momentos suele teñirse de esa naturalidad del habla, y en otros combina las formas del lenguaje de una manera tan singular que impacta al lector. En ciertas composiciones se hace uso de ambos recursos, como bien se puede apreciar en el siguiente fragmento: “El aire, la luz y el tiempo son intangibles para mí, pero yo no soy intangible para ellos”. En adición, palabras como “milímetro”, “microscópico”, “partículas”, y “miligramos” —que podrían resultar ajenas al ámbito de la literatura— se incorporan de forma no forzada para crear textos que dejan expuesta la libertad creativa del autor. Todo esto, se ve entremezclado con una pizca de humorismo que aparece de vez en cuando.
Sin duda, una de las mayores cualidades del poemario es que en él no se pierde la oportunidad de meditar respecto a la vida, hablar acerca de la condición humana; por ello, se puede afirmar que tiene una inclinación un tanto existencialista. En múltiples poemas se discurre entre el “ser o no ser”, entre el soy y el fui, entre el soy uno y todos, entre el alma y el cuerpo y entre la vida y la nada. Entre el fingir ser uno y serlo realmente; habla de aceptarse con todo y defectos. “Es lo que somos: cosas / que se creen diferentes. Pero a veces olvidamos también lo que creemos / y, por un tiempo, no nos recordamos” . De igual modo, el autor se vale de un tono nostálgico para desarrollar otras temáticas que han sido de suma importancia desde la antigüedad; en este caso, se dialoga sobre el paso del tiempo y la memoria —tanto de las personas como de las cosas—, que a su vez ayudan a traer a un primer plano la idea de la pequeñez del ser humano.En general, Desviación vertical disociada es una obra que vale la pena leer. Como bien se ha mencionado en párrafos anteriores, los poemas que componen el libro poseen un lenguaje que no supone un problema para el lector, pues cuentan con una sencillez que está lejos de ser sinónimo de superficialidad. Los escritos son de gran calidad estética y permiten reflexionar en torno a una gran diversidad de temas; es prácticamente imposible no encontrar frases memorables que puedan conmover al que lee. Cada sección del poemario es una oportunidad para encontrarse con el que escribe, pero también con uno mismo. Luis Vicente de Aguinaga nos proporciona una obra que se sale de lo habitual y que, por supuesto, permite poner en alto la producción poética jalisciense contemporánea.