Año 15, Número 194.

Desde este plano general, Hiram nos condujo a la dimensión específica de los personajes

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José de Jesús Vargas Quezada

Padres sin hijos de Hiram Ruvalcaba es un volumen de 8 cuentos que fue ganador del Premio Nacional de Cuento José Alvarado en el 2020. Su línea rectora es la exploración de la paternidad, sus múltiples manifestaciones y su monstruosidad implícita. Tal vez en otra ocasión me dedique a explorar más a fondo el contenido de los cuentos de Hiram; por ahora, sin embargo, tengo una intención más modesta: analizar «Elefantes marinos» —segundo texto del libro citado— mediante la teoría expuesta por el mismo Hiram en su curso «Anatomía del cuento».

Teoría expuesta en «Anatomía del cuento»

En la primera sesión del curso, Hiram definió la consabida tesis de Ricardo Piglia: un cuento siempre contiene dos historias, una superficial y otra subterránea. Luego refirió la tesis de John Truby, guionista que defiende la idea de que en un cuento se cuentan también dos historias: la del deseo y la de la necesidad. Este es el nivel más abstracto de la formulación teórica que retoma Hiram. No conviene por ahora definir con detalle estas fórmulas.

Desde este plano general, Hiram nos condujo a la dimensión específica de los personajes. En su teoría —y digo su teoría porque Hiram añade matices a sus maestros, es decir, aunque abreva de afamados teóricos del guion narrativo busca afinar esas posturas con ideas propias— existen dos conceptos: el de debilidad y el de necesidad. Ocupémonos del primero. Según la teoría que Hiram nos presentó, ciertos protagonistas literarios (o si se quiere narrativos) «tienen uno o más defectos tan graves que están desmoronando su vida». Agregó que la debilidad o debilidades «toman dos formas: la psicológica y la moral». A su juicio, «no se excluyen una a la otra» y un mismo «personaje puede tener las dos a la vez». Por su parte, la necesidad es aquello que «el protagonista debe conseguir con el fin de mejorar su vida». Según la explicación que Hiram formuló, «casi siempre es un requisito que el protagonista supere sus debilidades hacia el final de la historia». Cuando el protagonista cubre esa necesidad, ocurre entonces un cambio en él.

Luego de la debilidad y la necesidad, Hiram estableció la noción de fantasma. Según sus palabras, este elemento es el «acontecimiento del pasado que todavía ronda al protagonista en el presente» y que —dicho más específicamente— es también «la herida abierta que funciona a menudo como la fuente de debilidad psicológica y moral del protagonista». Y a nivel estructural —nos dice Hiram— el fantasma funciona como «contradeseo». El fantasma es, entonces, una especie de vivencia lacerante no superada.

Hiram explicó luego la idea de problema y de conflicto. Según su presentación, «el problema es el conflicto al que se enfrenta el protagonista o la crisis que experimenta al principio de la historia. Es consciente de la crisis pero no sabe cómo resolverla. El problema suele derivar de la debilidad del protagonista y está destinado a mostrar rápidamente esa debilidad al público». Por otro lado, el conflicto «es un obstáculo que impide la realización de su deseo; que le obliga, además, a actuar y tomar decisiones. Frente a este problema, el personaje sufrirá un cambio». Al final estableció tres tipos de conflicto que corresponden a las siguientes fórmulas: 1. Yo quiero, pero no debo. 2. Yo debo, pero no quiero. 3. Yo debo, pero no puedo.

Hiram después se enfocó en definir el deseo, una de las notas distintivas de cualquier personaje narrativo. Primero estableció que el deseo es el objetivo que busca cumplir el personaje. «El deseo es la principal motivación del protagonista —escribe Hiram—, y por lo tanto no deberá perderlo de vista en todo el cuento». Este elemento debe estar regido por tres condiciones: 1) debe motivar intensamente al protagonista, 2) debe poderse cumplir dentro de sus posibilidades y capacidades y 3) debe cubrir una necesidad humana básica. Ahora bien, la satisfacción de este deseo —según Hiram— puede adquirir cuatro formas distintas: a) que lo consiga, b) que no lo consiga, c) que lo consiga en parte, y en parte no lo consiga y d) que suceda algo imprevisto, que haga que deje de importar si lo consigue o no. Y finalmente la parte (a mi juicio) más interesante de este apartado es la relacionada con los niveles de esta motivación. Hiram nos presento 11 alternativas, las cuales repito aquí abajo:

  1. Supervivencia (huida).
  2. Venganza.
  3. Ganar la batalla.
  4. Conseguir algo.
  5. Explorar un mundo.
  6. Capturar a un criminal.
  7. Encontrar la verdad.
  8. Ganarse el amor.
  9. Aportar justicia y libertad.
  10. Salvar la República.
  11. Salvar el mundo.

Al final de la sesión, Hiram describió la llamada cuestión dramática central (quizá el rasgo más importante de este modelo teórico). En palabras de Hiram, «la conjunción del deseo y el conflicto se condensa en lo que se denomina Cuestión dramática central, esto es, la principal pregunta que se responderá al final del cuento». Creo que Hiram en este punto diferenció también entre la Cuestión dramática central y la Cuestión temática central. La primera corresponde con el conflicto externo y puede plantearse, por ejemplo, de la siguiente manera: ¿Vencerá Luke al imperio y restaurará el equilibrio de la Fuerza? Esta es la pregunta que gravita en el corazón de la saga de Star Wars. La segunda, por su parte, hace referencia al conflicto interno del protagonista. Por ahora, no nos detendremos en este último punto.

Análisis de «Elefantes marinos»

Breve sinopsis: Por un descuido, Santiago abandona a su bebé en el asiento trasero de su coche. Vuelve a su coche horas después, apresurado por una llamada que indirectamente le hizo recordar su olvido. Encuentra a su bebé muerto, asfixiado por la falta de oxígeno y el calor. Ante esto, pide ayuda a los transeúntes. Alguien pide una ambulancia. Pero Santiago, queriendo evitar esa confrontación tan intempestiva, huye en su coche llevándose al bebé muerto. Deambula por las calles mientras imagina las salidas posibles de esa tragedia; en sus imaginaciones, considera viables el autodestierro o el suicidio. Sin embargo, tal vez de manera inconsciente, se reconoce en cierto momento en la avenida que conduce a su hogar. Decide entonces enfrentar a su mujer, creyendo que quizás ella (algún día) podría perdonarlo.

Debilidad del personaje, debilidad moral y psicológica: Su debilidad es ser un hombre consumido por el trabajo y la paternidad. El narrador nos deja entrever la condición del protagonista: «Había trabajado mucho en las últimas semanas y, desde que el bebé había nacido, casi no dormía nada. Siempre estaba como ido y quizás por eso…».

Necesidad (psicológica y moral): Santiago tiene la necesidad de reivindicarse ante sí mismo, ante su mujer y ante su familia. Pero sabe que la única forma de conseguir eso es buscando el perdón. Esa sería la única forma de mejorar en algún punto su vida y de expiar de algún modo la culpa por la muerte de su hijo.

Fantasma: Creo que el fantasma que acompaña a Santiago es el hecho de saberse un padre relativamente desobligado, que atiende sobremanera al trabajo y a las exigencias materiales de la vida. Recordemos que en el cuento su mujer le sugiere con alguna insistencia que pase más tiempo con el bebé. En cierta parte, el narrador del cuento escribe lo siguiente: «Se recargó en el asiento, empezó a pensar en todas las ocasiones que su mujer le había reprochado el poco tiempo que dedicaba a su hijo. Se vio respondiéndole, siempre, que hacía todo lo posible por ser un buen padre. Y en verdad lo creía. Pero ahora, con las cosas en retrospectiva, se preguntaba si hubiera podido hacer algo más». Se siente quizá culpable ya desde antes y éste último descuido vendría a ser la confirmación de esa sospecha.

Conflicto: El conflicto de la historia es que el hombre sabe que provocó la muerte de su hijo y que esto es irrevocable. Quiere retornar a la normalidad del pasado, buscar el perdón de sí mismo, de su familia y principalmente de su mujer. En el fondo, desea una imposibilidad: deshacer el descuido. No obstante, la realidad se impone y lo hace darse cuenta de que ese acto será una carga tortuosa el resto de su vida y que nunca conseguirá superarlo. Cerca del final, el cuento expresa lo siguiente: «Sintió con toda seguridad que Alma sabría perdonarlo, y quizás por eso le parecía insoportable aquel futuro que ya vislumbraba juntos. Aquel espanto de levantarse algún día, luego de muchos años, para descubrir que otra vez estaba bien, que otra vez vivía y era feliz». A diferencia de los tres conflictos planteados por Hiram en su presentación, este conflicto correspondería a la fórmula: Yo quiero, pero no puedo.

Deseo: El narrador del cuento, hace explícito el deseo aparente de Santiago: «Quería matarse, correr de aquella pesadilla, abandonar el auto, llevar a su hijo (inútilmente) al hospital… pero lo que de verdad quería era regresar el tiempo, hasta aquella mañana en que salió corriendo porque iba tarde al trabajo y abandonó toda esperanza en el asiento trasero del coche». El deseo aparente, entonces, es imposible y por tanto no es el verdadero deseo. El deseo verdadero más bien es buscar una suerte de perdón de parte de su familia y de su mujer principalmente y también de la sociedad o de ese Otro que nos juzga desde afuera y que quizá sea una proyección ideal de nosotros mismos. Trataré de explicar por qué. En Santiago, después del descuido, existe una confrontación entre lo que debió ser como padre bueno y lo que tuvo el infortunio de convertirse. Hiram nos habló de las tres condiciones que debe tener el deseo: primera que debe motivar intensamente al protagonista, segunda que debe poderse cumplir dentro de las posibilidades y capacidades del personaje y tercera que debe cubrir una necesidad humana básica. El deseo de buscar un perdón es el deseo verdadera. Primero, es evidente que lo motiva y lo conduce a tomar decisiones; por ejemplo, escaparse e iniciar ese viaje en su coche mientras sus pensamientos buscan la mejor manera de liberarse de su situación lamentable. En cierto momento, el narrador, refiriendo el pensamiento de Santiago, nos dice: «¿Qué sería de él a partir de entonces?». Santiago imagina varias salidas de ese estado de angustia: una es ir al hospital y enfrentarse a los doctores, a su familia, a su mujer. Otra es irse, abandonar el coche con todo y su hijo y cambiar de ciudad y de vida. Otra es matarse y así al menos engañarse creyendo que había muerto junto a su hijo y buscar con ello salvar su integridad moral al hacer creer a todos que había sido un accidente o incluso un suicidio. En definitiva, las salidas que contempla son el exilio o la muerte. Pero el deseo verdadero es buscar el perdón. Esto sí está dentro de sus posibilidades humanas, a diferencia del deseo de volver el tiempo atrás y regresar a la normalidad. La necesidad humana básica de este deseo es reconstruir su integridad moral y humana.

Niveles de deseo: Conseguir algo. Santiago quiere perdonarse y conseguir asimismo que los demás lo perdonen.

Cuestión dramática central: ¿Conseguirá Santiago perdonarse y lograr el perdón de los demás después del descuido que provocó la muerte de su bebé?

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