Año 13, número 159.

Con este encabezado, el diario Excélsior informaba el 3 de julio de 1955 la primera vez en que la mujer podría votar en México

Roberto Suárez Archundia

El 3 de julio de 1955 México experimentaba un cambio social que marcaría un antes y un después en su historia nacional. Hace más de 60 años, 65 para ser más precisos, la mujer mexicana ejercía su derecho al voto en elecciones federales, utilizando por primera vez sus derechos políticos en un México independiente, logrando uno de los mayores avances en cuanto a los derechos de la mujer.

Sin embargo, es importante aclarar que el sufragio femenino llegó a México de forma tardía, ya que otros países validaron este derecho desde inicios del siglo XX: Australia en 1902, Rusia en 1917, Reino Unido en 1918, Estados Unidos de América en 1920 o Ecuador en 1929. 

Pese a su llegada tardía a México, el voto de la mujer fue de gran importancia para el movimiento sufragista y feminista de la época. Cabe mencionar que el origen de los derechos políticos de las mujeres en México vio su primer alumbramiento durante la Revolución Mexicana (1910-1917), un evento de gran interés político, social e histórico en nuestro país, poniendo los puntos sobres las íes en la importancia y el rol activo de la mujer en una sociedad como la nuestra. A lo largo del conflicto interno, las mujeres no sólo realizaban las actividades “normales” asignadas a su género, sino que se enlistaron en labores militares, de enfermería, de asistencia y colaborando en proyectos de índole social y político.

Fue así que Hermelinda Galindo, secretaria particular de Venustiano Carranza, feminista, política, oradora y periodista, envió un escrito al constituyente en el que solicitaba los derechos políticos para la mujer, argumentando que era de estricta justicia que la mujer tuviera el voto de las elecciones de la autoridad, ya que ellas también tenían obligaciones de razón social y las leyes las aplicaban por igual a hombres y mujeres.

Sin embargo, la solicitud fue denegada bajo el argumento de que podría romperse la “unidad familiar”, y que las mujeres deberían mantenerse en un círculo hogareño con nulo interés político. Con el paso de los años, algunos ejemplos fueron formando un rumbo hacia una representación política, feminista y sufragista en México, y nuestra sociedad se fue amoldando al próximo gran cambio. Ejemplos como la primera mujer electa para una representación ciudadana (Hermelinda Galindo 1918), pese a que no se reconoció su victoria; la creación de un Frente Único Pro Derechos de la Mujer (1935), estructurado en torno al derecho al sufragio, realizando manifestaciones, conferencias, amenazas de quemar el Palacio Nacional y huelgas de hambre, logrando que el entonces presidente Lázaro Cárdenas prometiera enviar al congreso una iniciativa de ley para reformar el artículo 34 de la Constitución (1937); la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había llamado a reconocer los derechos políticos de las mujeres, ya que no se podía considerar democrático a un país si más de la mitad de su población no participaba en la toma de decisiones, pese a ello y ante el inicio de un nuevo sexenio el trámite se detuvo.

Durante los años posteriores, el movimiento siguió pero sin resultados políticamente reales. No fue hasta los años 1945, 1947, 1953 y 1954, que dirigentes políticos comenzaron a pronunciarse a favor del sufragio femenino, creyendo que la mujer era parte de la sociedad activa, pero buscando un interés político propio como aumentar las filas de sus partidos políticos, velando más por sus intereses que por el derecho en sí mismo. Pese a ello y en consecuencia del contexto social, histórico, feminista, político y sufragista de los últimos años, el derecho al voto para la mujer fue una realidad durante el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines.

Las mujeres obtuvieron el derecho al voto, y el 3 de julio de 1955, 4 millones de mujeres (registros federales) hacían uso de sus derechos políticos y participaban  activamente en las elecciones federales de México por primera vez.

Es importante destacar que como ciudadanos y ciudadanas con nacionalidad mexicana, es de vital importancia no olvidar los momentos clave que nos han dado dignidad, derechos y lugar en nuestra sociedad. Hace apenas 65 años, la mujer mexicana pudo ejercer su voto, pudo hacer realmente efectiva y con libertad su opinión política.

El paso de las generaciones y las nuevas realidades nos podrían alejar de la valorización y los ejemplos que el pasado nos ha brindado, las luchas feministas no terminaron con el sufragio, fue tan sólo un escalón, una batalla ganada con esfuerzo, dedicación, movilización y entrega.

Es un hecho que México ha tenido éxitos en materia de igualdad, sin embargo, no podemos quitar el dedo del renglón. Hombres y mujeres compartimos la búsqueda de la  uniformidad para todas y todos. Aprendamos del movimiento sufragista, no pensemos que los derechos que ahora poseemos con normalidad siempre se tuvieron en automático. Vivimos momentos dispersos y conflictivos, pero también momentos que nos pueden brindar la oportunidad para unirnos y utilizar esa misma fuerza de unión creando espacios de ayuda, modificando leyes discriminatorias y machistas, además de  reestructurar pensamientos, ideologías, crianzas y moldes sociales. El derecho al voto de la mujer fue y es primordial en la historia y sociedad de México, hagamos de él un ejemplo de victoria, conmemoremos su importancia y sigamos su pauta de éxito, valentía, perseverancia  y valor social.

roberto.suarez@alumnos.udg.mx