Año 16, Número 225.
La satisfacción con la vida se basa en los propios juicios de las personas, más que en criterios marcados por la ciencia
Rosa Eugenia García Gómez
¿Cuántas veces en la vida nos hemos preguntado si somos felices? Si bien el tema parece algo cotidiano, sucede que hay una gran cantidad de científicos que se han dedicado al estudio de la felicidad. Courtney Ackerman es una joven de ciencia, californiana convencida de que el conocimiento científico debe ser útil para la vida diaria de las personas. Ella está concentrada en encontrar recursos y herramientas que se conviertan en aplicaciones prácticas del día a día, a fin de que, en su área de estudio, la psicología positiva, surjan elementos para elevar la calidad de vida de las personas y su capacidad de ser felices.
¿Eres feliz? Nos podrían preguntar, si contestamos que sí, de acuerdo a lo que pasa en este momento, estaríamos hablando del concepto de felicidad, pero si en retrospectiva echamos una ojeada al pasado y hacemos una evaluación de nuestra vida, entonces nuestra respuesta estaría más cercana a la satisfacción con la vida.
La felicidad es una experiencia en términos de inmediatez, mientras que la satisfacción con la vida es más estable, duradera y por lo tanto de mayor alcance, de ahí que esté vinculada con varios aspectos –dominios, les dicen los científicos– de la calidad de vida como el trabajo, el amor, la familia, los amigos, la salud y el desarrollo personal.
Por otra parte, la satisfacción con la vida se basa en los propios juicios de las personas, más que en criterios marcados por la ciencia, como sucede con el bienestar medido con base en el nivel de cumplimiento de elementos específicos. Asimismo, existe lo que se conoce como la calidad de vida, otro término relacionado, pero que se asocia más a las condiciones de vida como la alimentación, el estado de salud y la vivienda.
Otro científico de la psicología de esta tendencia de estudio es Edward Diener, –¡Qué casualidad!, también de California–. Él considera que los ingredientes de una vida feliz son la riqueza psicológica, que más allá de lo económico se refiere a la actitud, objetivos y compromiso con el trabajo; el entendimiento de que la felicidad no se limita a un sentimiento, sino que es un beneficio que se extiende a los amigos, el trabajo y la salud; que nadie es feliz todo el tiempo, dado que serlo no implica perder noción de la realidad y sus vicisitudes, y que otra manera de ser feliz es reflexionar sobre el día a día y actuar con congruencia.
Como quiera que sea, todos y todas tenemos la oportunidad de acercarnos a la posibilidad de experimentar felicidad, de identificarla en el día a día o de voltear a nuestro pasado y ver que, si bien, hubo momentos de tristeza, también lo hubo de satisfacciones. Les comparto así una frase de Michel de Montaigne que me parece atinada: “El valor de la vida no radica en la duración de los días, sino en el uso que hacemos de ellos […] que encuentres satisfacción en la vida no depende de tu historia de años, sino de tu voluntad”.
rosa.garcia@cusur.udg.mx