Año 14, número 174.

Se ha documentado con mayor frecuencia cómo el SARS-CoV-2 puede contribuir a una serie de alteraciones relacionadas con nuestro cerebro

Imagen: Andrea Gallegos Díaz

Mónica Navarro Meza

Jonathan Rafael Trinidad Gallardo

Laboratorio de Neuronutrición y Memoria CUSur

En distintas fuentes de información se ha reportado que a finales del año 2019 se registró un brote de un nuevo virus llamado SARS-CoV-2, que presenta una alta tasa de propagación. A su vez se denominó COVID-19 a la enfermedad que este virus produce. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha evaluado dicha propagación y en marzo del 2020 decidió decretar el estado de pandemia.

La infección por SARS-CoV-2 afecta con mayor intensidad a aquellos pacientes con estados comórbidos de afección inmunitaria o enfermedades crónicas (diabetes, obesidad, hipertensión, cardiovasculares, pulmonar o renal).

Los síntomas más comunes por la COVID-19 son fiebre, tos, dificultad respiratoria, entre otros. Sin embargo, últimamente se ha documentado con mayor frecuencia cómo el SARS-CoV-2 puede contribuir a una serie de alteraciones relacionadas con nuestro cerebro, entre las que se incluyen anosmia, convulsiones, accidente cerebrovascular, confusión y encefalopatía.

SARS-CoV-2 es un integrante de la familia de los llamados coronavirus, y se ha reportado que puede tener la capacidad de afectar el sistema nervioso central y periférico de manera directa e indirecta. Además, la infección de la COVID-19 se ha relacionado con una crisis económica y de salud a nivel mundial, por lo que sus implicaciones neurológicas y neuropsicológicas se han convertido en interés científico.

Existen reportes donde se ha identificado material genético del virus SARS-CoV-2 en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con diagnóstico confirmado de COVID-19, así como partículas virales en tejido encefálico en exámenes postmortem.

Aún no es del todo clara la información acerca de las causas específicas de cada una de las alteraciones observadas en el sistema nervioso relacionadas con SARS-CoV-2, ya sea por el virus per se o por alteraciones de la coagulación de la sangre, o respuesta incrementada de proteínas proinflamatorias, aunque se ha propuesto que son originadas por una combinación de todas.

El SARS-Cov-2 contiene una proteína en su estructura que se une a la Enzima Convertidora de Angiotensina 2 (ECA2), otra proteína de membrana que se encuentra en las células de pulmón, riñones, hígado, vasos sanguíneos, sistema inmunológico y cerebro. Dicha molécula regula la presión arterial mediante la inhibición de las vías renina-angiotensina-aldosterona y facilita la conversión de angiotensina 2 en angiotensina, lo que se ha sugerido como un paso importante en fisiopatología de las manifestaciones clínicas en pacientes con la COVID-19.

La unión de SARS-Cov-2 a la ECA2 desencadena la formación de una cascada de citocinas (proteínas proinflamatorias). Los niveles elevados de estas proteínas aumentan la permeabilidad vascular, el edema y la inflamación, lo cual puede dañar a otros órganos.

A continuación, exponemos algunos de los síntomas y complicaciones neurológicas que se han documentado y que se consideran frecuentes, donde se involucra al SARS-Cov-2 y cerebro:

  • Anosmia, que es la incapacidad para percibir olores y sabores, respectivamente. Es uno de los síntomas neurológicos más comunes encontrados en los pacientes.
  • Enfermedad cerebrovascular (ECV). Se han reportado casos de infartos por coágulos bloqueando arterias cerebrales; también trombosis venosa y hemorragia intracraneal. Incluso se han descrito casos en los que los síntomas clásicos de la enfermedad (fiebre, tos) están ausentes, y la forma de presentación es precisamente la enfermedad cerebrovascular. Cabe mencionar que también se ha reportado que los ya clásicos factores de riesgo para enfermedad cerebrovascular como diabetes, hipertensión y obesidad potencian el riesgo de desarrollar algún tipo de ECV en las personas infectadas.
  • Afección a nervios periféricos: El SARS-CoV-2 puede causar daño a los nervios craneales, nervios periféricos y músculos, generando así una amplia variedad de síntomas, como debilidad facial, dificultad para respirar, para mantenerse parado o caminar.
  • Otras de las afecciones reportadas son meningitis, encefalitis, encefalopatía y Síndrome de Guillain-Barre.

SARS-CoV2 puede permanecer dentro de las neuronas sin llegar a ser tóxico, pero se ha propuesto que puede asociarse a un mal plegamiento de proteínas y a la acumulación de éstas en las neuronas, por lo que pacientes recuperados de la infección aguda pudieran desarrollar degeneración de tejido cerebral incluso décadas después. Finalmente, por lo antes expuesto se está proponiendo una vigilancia estrecha y constante a los pacientes, para así evitar o detectar posibles daños cognitivos.

monica.navarrro@cusur.udg.mx