Año 16, Número 230.

Alexia Désirée Lepe Lucas

Temporada de Huracanes es una novela escrita por la autora mexicana Fernanda Melchor, en la que se narra el asesinato de una mujer conocida como La Bruja. Se divide en 8 capítulos, cada uno narrado por un personaje diferente de los involucrados alrededor del crimen; es una novela cruda y realista, que retrata los peores escenarios de las zonas rurales de México. La autora visibiliza todas estas situaciones que uno siempre intenta ignorar, tales como la drogadicción, pedofilia, abuso sexual, embarazo adolescente, homofobia, prostitución, pobreza extrema, violencia (de todos los tipos), pornografía, corrupción, negligencia médica, malas madres y padres ausentes.

De todos estos terribles temas, me gustaría enfocarme solamente en uno: los padres ausentes. Llama mucho la atención que la mayoría de los personajes de esta novela no tienen una figura paterna. No es un secreto que, en México, las paternidades ausentes abundan desde siempre; los padres no se hacen responsables de sus hijos por x o y razón. Es sencillo dejar toda la carga a las madres, pues desde siempre han sido consideradas como las responsables del hogar, por ende, de los hijos. Es un problema social sumamente común, y por ello está demasiado normalizado, de acuerdo con el diario Infobaeel Censo de Población y Vivienda 2010 del INEGI, mostró cifras sobre la paternidad en el país, donde en cuatro de cada 10 hogares no habitaba el padre de familia y, en total, en 11.4 millones de hogares faltaba el padre”.

El primer personaje del que se cuenta su historia, es precisamente de La Bruja (chica), quien fue criada únicamente por su madre, La Bruja (grande), por lo que carece de figura paterna. El tercer capítulo es narrado por Yesenia, o como le dice su abuela, la Lagarta, una joven que vive con su abuela y sus primas, ya que su madre y sus tías se fueron a otro estado y su abuela no permitió que se llevaran a sus hijas. Evidentemente, ni Yesenia, ni sus primas tienen figuras paternas. El capítulo cinco, cuenta la historia de Norma, y cómo llegó a “La Matosa” (lugar donde se desarrolla la novela), una niña de trece años que huye de su casa tras quedar embarazada de su padrastro, quien abusaba de ella desde hace bastante tiempo. El siguiente capítulo es desde la perspectiva de Brando, un muchacho que su padre abandonó desde niño, y que su madre es extremadamente religiosa. Aunque Maurilio (a quien apodan Luismi por su hermosa voz al cantar) no tiene un capítulo propio, es un personaje importante que observamos desde la perspectiva de todos los personajes anteriores. El padre de Luismi falleció en la cárcel cuando él era muy pequeño, por lo que fue criado por su abuela junto con sus primas (Yesenia entre ellas). Todos estos personajes tienen en común la ausencia paterna.

La falta de un padre repercute significativamente en la vida de las personas. Los personajes más afectados, a mi parecer, son Norma, Brando y Luismi. En el capítulo de Norma, se relata que es la hija mayor de cinco hermanos, cuya madre se la pasa trabajando, deprimida y saliendo con hombres, y cuyo padre no figura en la historia, por lo que ella es la encargada de cuidar y maternar a sus hermanos.

Norma y sus hermanos tienen un padrastro, Pepe, quien de alguna forma, logra “seducirla” y la introduce a la vida sexual, abusando de ella y dejándola embarazada. Norma huye de casa por el miedo y la vergüenza que siente de haberse metido con el marido de su madre, y peor aún, por “haber salido con su domingo siete”. Es así que se topa con Luismi en un parque. Éste le ofrece ayuda y la lleva a su casa, e inician una relación tiempo después.

Norma y su familia vivían en una pobreza extrema, a tal grado de que uno de sus hermanos pequeños murió; por lo que su educación dejaba mucho qué desear, no entendía que “salir con el domingo siete” se refiere a un embarazo, y no a la menstruación, nunca tuvo un padre que cuidara de ella y de su vulnerabilidad, y su madre, a pesar de estar ahí, tampoco estaba presente. Nunca le explicó nada sobre la sexualidad (ni de nada, en realidad), “luego, cuando estaba a solas, se ponía a pensar en las palabras de su madre y no entendía qué era aquello del domingo siete, ni qué tenía que ver con sus vecinas, o con el billar de la esquina, o con eso de las manos que le metían a una”. Su padrastro, Pepe, en lugar de ser esa figura paterna que le hacía falta, se aprovechó de su inocencia y vulnerabilidad. La sedujo, convenciéndola de que lo que hacían era normal y estaba bien; al ella no tener idea de lo que sucedía, y siguiendo los instintos de su cuerpo, se dejó llevar hasta un lugar sin retorno: quedó embarazada. Tal vez si Norma hubiese tenido padres competentes, un padre que la amara y protegiera, una madre que la quisiera y acompañara, su destino sería diferente, pero la triste realidad es otra. Norma decidió huir de casa, con la idea de suicidarse, en el camino se topó con Luismi, y por varias circunstancias terminó sola en un hospital, tras haber tenido un aborto provocado por un brebaje de La Bruja.

 A su vez, Luismi es un joven hundido en las drogas. En palabras de su madre, La Chabela, es un bueno para nada que no hace nada bueno con su vida, no trabaja y el poco dinero que consigue se lo gasta en drogas que lo tienen todo el día “apendejado”. Como se mencionó anteriormente, el padre de Luismi falleció en la cárcel cuando él era muy pequeño, y, según su madre, también era un “huevón” bueno para nada. La Chabela era una prostituta en función de “madrota”, que nunca quiso hacerse responsable de él, por lo que fue criado por su abuela paterna. Por una situación, Luismi termina yéndose a vivir con su mamá y su padrastro, Munra, quien no es ni de cerca una figura paterna, todo lo contrario; un padre aconseja y guía, quiere y protege, y Munra lo único que hace es fomentar sus vicios para que no esté “dando lata”. Todo cambia cuando Luismi se encuentra a Norma sola en un parque, le ofrece ayuda y asilo, y después de un tiempo la considera “su mujer”. Al enterarse de que está embarazada (inocentemente creyendo que es de él a pesar de que el embarazo ya estaba bastante avanzado), le entra una ilusión tan grande que intenta dejar las drogas, se propone buscar trabajo con la esperanza de convertirse en el padre que nunca tuvo, de darles una buena calidad de vida a su mujer y futuro hijo, pero lo cierto es que esto no llega a suceder.

Además de todo, en la novela se relata que Luismi era amante de La Bruja (quien aparentemente era un travesti), así como de muchos otros hombres con los que tenía relaciones a cambio de dinero, incluso se llegó a enamorar de un licenciado que le prometía cosas que nunca pasaron. Luismi es otro personaje vulnerado por la falta de un padre, por una madre que ni siquiera lo quería tener, y no pierde oportunidad para recordárselo: “eso de tener hijos está de la verga; no hay ni cómo adornar el hecho de que en el fondo todos los chamacos son unas rémoras, unas garrapatas, unos parásitos que te chupan la vida y la sangre y encima ni te agradecen nunca los sacrificios que una a huevo tiene que hacer por ellos”.

Por último, está Brando, un personaje que desde un inicio deja bien claro que no tiene papá, que se separó de su mamá cuando él era niño y tiene otra familia con la que es feliz, y que de vez en cuando les manda una mísera cantidad de dinero, que su madre se gasta en el diezmo de la iglesia. Brando es un muchacho lleno de coraje y rencor. Manifiesta que siente un odio profundo hacia su religiosa madre, incluso menciona que le dan ganas de matarla. Siente mucho rencor hacia su padre por dejarlo con ella, por ser feliz con otra familia, por ya nunca llamarle, por haberse ido. Brando es muy amigo de Luismi, y es curioso, porque en muchas ocasiones menciona el coraje que siente hacia él, pero, al mismo tiempo, siente una especie de atracción hacia él, una obsesión que hace que sienta celos de Norma por ser su pareja, y de La Bruja por haber sido su amante. Su carácter lo lleva a hacer una serie de cosas que lo terminan llevando a la cárcel, junto con Luismi y Munra. Y lo peor del asunto, es que expresa sus preferencias sexuales hacia los animales y hacia los niños.

La ausencia del padre no es el origen de todos los problemas de estos personajes, sin embargo, no hay que restarle la importancia que ésta figura dentro de la crianza de los hijos. Tal vez si Norma hubiese tenido un padre amoroso que la cuidara, ella no habría huido de su casa por haber quedado embarazada de su padrastro, para empezar, tal vez nunca hubiesen permitido el abuso que sufrió. Tal vez si el padre de Luismi no hubiera muerto, este no hubiera seguido el camino de las drogas y los excesos, aunque aquí me pongo a pensar si su destino hubiera sido aún peor, ya que tanto su madre, La Chabela, como Yesenia, su prima, mencionan que Maurilio, el padre de Luismi, era un bueno para nada, que lo único bueno que tenía eran la música y sus canciones, pero no lo sabemos. Tal vez si el padre de Brando hubiese seguido pendiente de él, aunque se separara de su madre, éste no viviría con tanto odio y rencor en su corazón, y tal vez no tendría las preferencias sexuales tan aberrantes que tiene.

Lo que sí sabemos, es que la paternidad ausente es un problema real y sumamente normalizado en nuestra sociedad, que repercute en la vida de miles de niños y jóvenes. Un padre debe estar para sus hijos, debe amarlos y cuidarlos de la misma forma que lo hacen las madres. Un padre debe hacerse responsable, afectiva y económicamente; tener un hijo es una enorme responsabilidad de la que hay que hacerse cargo.

alexia.lepe5936@alumnos.udg.mx