Año 15, Número 202.

Ivory transmite la narrativa de un individuo que, lenta e intensamente a la vez, empieza a encariñarse de amores no correspondidos

Guillermo Vizcaíno Ruiz

Perderse y (re)encontrarse en un amplio campo perdido lleno de ilusiones, encuentros y desapegos constantes. Adentrarse en el viaje/proceso no sólo del amor per se, sino lo que se suscita alrededor. Construir (in)certidumbres que, con el tiempo, sanan y vuelven a herir de vez en cuando por la no correspondencia. Omar Apollo encapsula este tipo de sentimientos y muchos más en su tercer lanzamiento discográfico, Ivory, el cual lo reafirma ampliamente como un artista que, por sí mismo, ha mostrado un gran potencial en términos de composición musical.

Con la colaboración de prominentes iconos musicales como Pharrell Williams, Kali Uchis o Daniel Caesar, Ivory transmite la narrativa de un individuo que, lenta e intensamente a la vez, empieza a encariñarse de amores no correspondidos, mediados por un presentimiento de desconcierto que tirita, se desvanece y se multiplica en un trayecto fuertemente emocional que involucra, de la misma forma, a otras personas y momentos fugaces en un intento de llenar vacíos.

Dicha travesía se asume diversa a través de la manera en que se abarcan distintos estilos musicales a lo largo del proyecto musical: una adrenalina de idealizaciones al conocer un nuevo ser en el enérgico Talk, una serie de cuestionamientos que retan a afianzar los más profundos sentimientos en el ilusionante Invincible y la caída en cuenta del enculamiento en la relajante Killing Me, por mencionar algunos momentos destacados de la primera parte en la narrativa de Ivory.

Es en Go Away donde el relato que se da a conocer en el disco comienza a cambiar de rumbo: un comienzo de un desapego borroso pero seguro. Si bien una primera parte del álbum se caracteriza por un estilo melodioso e intenso, conforme avanzan las pistas se torna hacia una expresión más íntima (el enaltecimiento de la guitarra en las sucesivas melodías se vuelve una prueba de ello, de lo cada vez más personal que se torna el álbum).

Apollo hace guiños a su identidad mexicoestadounidense al cantar no sólo en inglés, sino también en español (como ya lo había demostrado en su álbum previo, Apolonio). En El Olvido se resalta el guiño más destacado que Omar hace al lado mexicano de su identidad: un profundo corrido que, metafóricamente, simboliza el accionar de una bala en el lado más íntimo del corazón. “Cariño, yo fui buen amante, en el olvido quiero dejarte” forma parte de una prosa que remite a momentos como los de María Félix y Pedro Armendáriz en el cine de oro mexicano: personas con una conexión íntima más que obviada, pero que por razones del tiempo o de la vida les es imposible convivir lado a lado.

Tamagotchi, pista producida por The Neptunes (Pharrell Williams y Chad Hugo), sigue la línea narrativa de la entrada al desapego personal, aunque con un ritmo más intenso y con un enfoque mayor en una soledad asumida en medio de un contexto donde hay personas y reconocimiento por doquier.

Después de procesar y asumir con mayor claridad el desapego, el transcurso del relato expresado en la segunda parte del álbum se vuelve aún más profundo con Evergreen (que remonta a las plantas perennes, aquellas que siempre producen semillas). “He don’t love me no more […] He controls me […] he tears me to pieces” (Él no me ama más, él me controla, él me rompe en pedazos); una balada estilo soul que asume y reafirma el triste y doloroso proceso de aquel enculamiento que siempre estará en mayor o menor medida, pero que nunca desaparecerá. Una canción que recuerda lo triste de la sensibilidad y la apertura la vulnerabilidad hacia seres idealizados, que en el plano material no necesariamente comparten los mismos sentimientos. Una melodía que encapsula, con ayuda de los vocales de fondo sostenidos y un compás en ¾, la fugacidad de las relaciones sexoafectivas contemporáneas y el paradójico distanciamiento en una de sus máximas expresiones.

Adentrándose totalmente en la parte más profunda del álbum y casi por terminar, Bad Life se vuelve una melodía que, sin llegar a dichos moralistas, se centra en un mantra principal: that’s a bad life that you’re living (esa es una mala vida, la que estás viviendo). Se exterioriza una suerte de resentimiento que, si bien parece conformarse a la ligera, a lo largo de la canción resulta una profundidad in crescendo o una llamada de atención que, estructuralmente, replantea lo “bueno” y lo “malo” en el sentido de recordar que no puede existir lo uno sin lo otro (que si la nada es mala o la vida sin mal es buena: duelos emocionales).

El álbum termina con un recordatorio de la constante necesidad de compañía y no compañía que dejan las experiencias de desapego, con Mr. Neighbor. Cuestionamientos renuentes que, inevitablemente, forman parte de procesos emocionales muy profundos y que, de manera cíclica, vuelven a remitir al mismo tipo de experiencias; reencontrarse (después de poco o mucho tiempo) con las personas con quienes se formaron vínculos emocionales muy profundos (ya sea consciente o inconscientemente).

Ivory, como bien su nombre lo indica (marfil), es un tácito y ampliamente emocional trabajo musical que no sólo reafirma el potencial de Omar Apollo, sino que se vuelve un vestigio del proceso de desapego en las relaciones sexoafectivas contemporáneas (hablando en términos narrativos). Respecto a la parte melódica, sobra decir la habilidad con que Apollo logra colaboraciones y estilos musicales que rondan entre el R&B, soul, balada, corrido y hasta una ligera parte de trap; una prueba más de la rica variedad presente tanto en la parte musical como en la parte identitaria de Apollo mismo (considerando su biculturalidad y su versatilidad, por mencionar algunos aspectos).

Como parte de su tour Desvelado, Omar Apollo vendrá al Auditorio BlackBerry de la Ciudad de México el 31 de mayo (hasta el momento, esta es su única fecha agendada dentro del país).

guillermovizcainoruiz@yahoo.com.mx