Año 13, número 144.

Los abismos atraen. Yo vivo a la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo tus pensamientos, indago el germen de tus actos. Vagos deseos se
remueven en el fondo, confusos y ondulantes en su lecho de reptiles.

¿De qué se nutre mi contemplación voraz? Veo el abismo y tú yaces
en lo profundo de ti misma. Ninguna revelación. Nada que se parezca al
brusco despertar de la conciencia. Nada sino el ojo que me devuelve
implacable mi descubierta mirada.

Narciso repulsivo, me contemplo el alma en el fondo de un pozo.
A veces el vértigo desvía los ojos de ti. Pero siempre vuelvo a escrutar en la sima. Otros, felices, miran un momento tu alma y se van.

Yo sigo a la orilla, ensimismado. Muchos seres se despeñan a lo lejos.
Sus restos yacen borrosos, disueltos en la satisfacción. Atraído por el
abismo, vivo la melancólica certeza de que no voy a caer nunca.

Juan José Arreola Zúñiga nació en Zapotlán el Grande el 21 de septiembre de 1918. Durante su adolescencia leyó en Ciudad Guzmán a autores  como Baudelaire, Dante, Whitman, Papini y Schwob gracias a la influencia de Alfredo Velasco Cisneros. A los 18 años viajó a la ciudad de México para estudiar en la Escuela Teatral de Bellas Artes. Tomó clases con Fernando Wagner. El 8 de agosto de 1940 publica un cuento por primera vez, titulado “Sueño de navidad” en la revista El vigía.

En 1946 comienza a trabajar en el Fondo de Cultura Económica y conoce a Daniel Cosío Villegas, quien publicó Varia Invención (1949), primer libro de Arreola editado bajo la colección Tezontle. En 1952 publica Confabulario y al año siguiente, en 1953 obtiene el premio Jalisco de Literatura.

En 1963 Arreola publica su única novela titulada La feria, en la que narra por medio de pequeños textos y diferentes voces narrativas la manera de pensar y actuar de los habitantes del sur de Jalisco.

Arreola obtuvo el Premio Internacional de Literatura Juan Rulfo en 1990. Su prodigiosa memoria, capacidad declamatoria y calidad literaria provocó la admiración de autores de la talla de Pablo Neruda, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.

Víctima de una hidrocefalia que lo aquejó durante sus últimos años, murió a los 83 años en Guadalajara, Jalisco.