Año 18, número 263.
Fotografía: Juan Alberto Teposte González
Hola, Juan Alberto Teposte González (o “Runi”, como la mayoría de personas te conocen). ¿Qué te puedo contar sobre esta gran decisión que tomaste? te la platico a ti, al chico de veintitres años en aquel 2022. A resumidas cuentas, te marchaste a Colombia; después de pasar casi año y medio planificando esta aventura. Todo comenzó por un podcast que escuchaste de Moris Dieck en el que hablaba sobre el intercambio que realizó en cuando él estudiaba. La idea te resonó, pero aún no se concretaba nada dentro de tu mente hasta que te enteraste sobre compañeros y amigos que realizaban movilidades a otros países, justo ahíte lo planteaste y decidiste indagar sobre el tema.
El primer paso fue preguntar a tus amigos sobre cómo realizaron la movilidad y qué tal fue su vivencia en otro país. Quedaste impresionado con las historias que te plasmaron; los sitios hermosos que conocieron y el cambio radical que tuvieron al momento de vivir fuera. Aquí se borraron las dudas sobre el siguiente paso en tu vida: salir de la zona de confort para comenzar una nueva experiencia de tu vida. Los siguientes meses comenzaste a ahorrar porque ya sabías cómo era el proceso y te diste una idea de cuánta plata ibas a necesitar. Lo primero que hiciste fue tramitar el pasaporte mucho antes de entrar a la convocatoria, definitivamente estabas decidido; no había marcha atrás.
Era septiembre de 2023, tenías la impaciencia de un niño que espera a cumplir años y sabe que los regalos llegarán. La convocatoria era tu regalo, ya tenías la mayor parte de los documentos necesarios para realizar el llenado ¿Impaciente tú? no lo creo. Listo, tenías decidido hacia donde apuntar el huarache: “Colombia, ahí te voy” esa frase era lo que pensabas en ese momento y todas tus opciones las jugaste para ese país. “Solo queda esperar el cierre y ya” te dijiste, ¡Ay! Juan, qué equivocado estabas. Llegó el día del primer corte y no saliste seleccionado, tu rostro desencajado no entendía el motivo. Triste y decepcionado aceptaste la decisión. Unos días después la respuesta llegó, te equivocaste con un documento; tanto tiempo de planificación y en el momento justo lo arruinas; te querías morir.
Para no darle más vueltas, corregiste el documento y te mentalizaste, ahora más que nunca estabas convencido que saldrías seleccionado y nada te impediría concretar tu meta. Pasaron quince días y de pronto, por la mañana, el celular sonó, lo miraste y sonreíste, no era una sonrisa de sorpresa, si no de certeza, reafirmaste algo que ya sentías venir. Se lo contaste a tu pareja; creó que ella se emocionó más que tú, pero, aunque no lo expresaste, tu interior lo sentía, tanto tiempo esperando a esto. Los siguientes dos meses fueron para completar el procedimiento; la movilidad ya era parte de tu vida.
¿Qué más te puedo contar?
Tu primer viaje fuera de México y la primera vez en un avión, eso de comprar vuelos no se te dió muy bien. Con los vuelos y el seguro adquirido, solo faltaba la maleta y algunos cuantos documentos de los mil doscientos que necesitaste llenar para todo el proceso ¿Cuánto tiempo le invertiste? Dale, no importa, valdrá la pena cada momento, te lo aseguro.
Los últimos días antes de tu partida, fueron complicados; sentiste las emociones a flor de piel, dejar a tu pareja con la que hace unos meses te mudaste, a la familia, aunque eres desapegado, siempre da sentimiento no mirarlos por largo tiempo y ellos no lo hicieron más fácil, pues ellos te realizaron una fiesta de despedida. Los abrazos tan cálidos, los buenos deseos y el clásico chiste de la tía “Cuando te vuelvas, me traes un colombiano en la maleta” te rompieron por dentro. Claro, a uno siempre le llegan esos momentos y ni hablar del momento previo en el viaje al aeropuerto y la espera de tu madre junto la chica que te acompaña, listas para verte partir, aunque por dentro ninguno se quisiera separar. Esos momentos, por más duros que sean, valen la pena recordar.
Calma, ya casi aterrizas…
Al llegar no haces más que mirar a todos lados, no sabes hacia a dónde vas. Pasas la noche en el aeropuerto para poder llegar a una hora decente y no despertar a la señora Ninfa, ella formará parte importante de tu estadía. Ella, más que ser tu casera, será como tu segunda madre; te acogerá como si fueras su hijo y siempre estará ahí para ofrecerte el tinto, te asombrarás con su gran sabiduría que los años le han dado, y la lucidez junto a su brillo alegrarán el día, aunque no la estés pasando tan bien.
Bueno, retomando esto, ya estás en Bogotá.
Los primeros días allá te costaron; faltaban más de dos semanas para ingresar a clases y tú, acostumbrado a una distinta rutina, lugares diferentes, a otras personas y no tener tiempo muerto, los días se hacían eternos y ya no sabías que hacer. ¡Tranquilo! todo lleva su proceso y el tuyo estaba por acoplarse. Comenzaste a conocer como era la vuelta por la ciudad, la manera en que viven las personas, su forma de hablar y cómo se relacionan entre sí. Todo era un aprendizaje continuo en las primeras semanas, de pronto ya te subías al Transmilenio y empezabas a coger la forma de hablar de los “rolos”.
La zona turística de Bogotá la recorrerás rápidamente y te parecerá como si estuvieras en México. En la universidad adoptarás la respuesta rápida sobre por qué decidiste hacer el intercambio a Colombia: “me parece que nuestros países son como hermanos, demasiado parecidos y a la vez tan diferentes”. Los choques culturales no tardaron en llegar, las palabras que utilizaban los compañeros de la universidad (su merced, Juicioso, Parcharse, Bacano, Chimba, entre otras). Todo esto fue una revelación sobre lo que se trata el intercambio y lo aprovechaste de la mejor manera. Las clases, aunque bastante diferentes te podrás acoplar a ellas y terminarás con grandes aprendizajes.
La corporación Minuto de Dios te sorprenderá de manera positiva, no te imaginas que esto podría tener la trascendencia social y cooperativa que desarrollan todos los que integran este precioso proyecto dirigido a ayudar y mejorar la sociedad, puntualmente a las personas en zonas más desfavorecidas. Participarás en diversas actividades que la Universidad propondrá: conversatorios para chicos de intercambio, reuniones y voluntariados que significan mucho para la Corporación y para los curiosos que pretenden hacer un intercambio. Entre los temas personales, vivirás momentos complejos que te harán sentirte mal o fuera de lugar, es parte de la vida y no siempre pueden ser cosas positivas.
Ya a punto de finalizar el semestre, comenzarás a sentir nostalgia, alegría y a valorar más los pequeños detalles del día a día en Colombia. El último mes coincidirás con dos personas que marcarán bastante tu estancia, se llaman Malen y Guille, que por casualidad, se conocerán, formarán una linda amistad y vivirán diversas aventuras y conocerás lugares hermosos como Medellín, Guatapé y Nemocón. Por último, te recomiendo que vuelvas; te sorprenderás de lo que va a suceder…
Juan Alberto Teposte González
alberto.teposte@alumnos.udg.mx