Año 13, número 148.

Un año de servicio a la habitación, de Andrea Chapela, es el libro ganador del XVIII Concurso Nacional de Cuento Juan José Arreola, organizado por el CUSur y la Editorial Universitaria

Foto: Lenin Aceves

Emmanuel Alejandro Godínez Romo

En más de una ocasión he escuchado la frase «si las paredes hablaran», que se refiere a sitios en los que ha ocurrido algo digno de ser contado. Un año de servicio a la habitación de Andrea Chapela me hizo recordar esta frase. En los hoteles está contenida la humanidad. En cada rincón, cada intersticio que conforman estos edificios, se encuentra la esencia del hombre. Innumerables personas han desfilado en sus habitaciones, cada una con un propósito diferente como el trabajo, la necesidad o el deseo. Son lugares donde se suscitan encuentros íntimos u otorgan la tranquilidad necesaria para aquél que la requiera. Sus paredes conceden refugio. Algunos inquilinos no rentan una habitación, lo que están pagando en realidad es tiempo en el que pueden estar solos. Un sitio en el que puedan ser absorbidos por ellos mismos.

El cuento es uno de los géneros más difíciles de dominar. El producto final debe estar lo más cercano posible a la perfección. Un párrafo, una palabra mal colocada y se pueden echar abajo todos los cimientos. Quien decide aventurarse en este laberinto debe estar atento a cada detalle, a cada camino sinuoso, a cada recoveco que se construye. Las historias que conforman este libro sorprenden por su compleja sencillez. Son espacios bien construidos en donde la cotidianidad se vuelve algo más, donde los secretos tanto de los empleados como de los inquilinos son revelados, y una vez encerrados, con la soledad como única compañía, las máscaras están prohibidas y se pueden mostrar tal como son.

En Un año de servicio a la habitación, el lector recibe una invitación única. Tiene la oportunidad de convertirse en un inquilino que traspasa muros, que tiene el derecho de inmiscuirse en los secretos de los demás habitantes, escudriñarlos a fondo para conocer sus pensamientos, sus extrañezas, sus obsesiones. El libro inicia con el check in justo en el momento en que inicia el turno de una trabajadora del hotel, cuando el día está a punto de comenzar y, asimismo, las historias. En este hotel de páginas, el huésped comienza a recorrer el sitio que se convertirá en su hogar. Los espacios que lo integran le hablan, le relatan las anécdotas que hacen que cada lugar se vuelva interesante, único.

Quien visita este libro goza de completa libertad para recorrer este edificio. Ningún espacio le está prohibido. Puede entrar a cualquier habitación que le sea de interés, escuchar las reverberaciones de los pensamientos que rebotan sin parar entre las paredes de gente atribulada, de inquilinos obsesivos con conocer las mediciones del lugar que habitan. Hay otros que hacen una visita y esperan interminablemente una cena para justificar su propio engaño. Sin embargo, los huéspedes no son los únicos vulnerables, los empleados también esconden sus secretos. Como aquel jardinero bondadoso que alimenta secretamente a los gatos callejeros, sólo para más tarde descubrir su verdadera vocación. O aquel antiguo trabajador que buscó empleo en el hotel por una figura luminosa que contenía «todo el conocimiento del universo».

De esta forma, el lector se vuelve parte integral del personal. Los empleados le hacen confesiones, lo capacitan en caso de que quisiera aspirar a ocupar un puesto en la industria hotelera. Se entera de lo que ocurre dentro de las entrañas del hotel, como los desamores de los huéspedes, aquellos relatos que ocurren a mitad del trabajo, entre los pasillos, para que el turno sea más llevadero, para que el tiempo transcurra más rápido. Al final, tanto empleados como visitantes forman parte de un todo. No hay un entrelazamiento directo de las historias, éstas se filtran como una niebla indetenible que va cubriendo cada rincón a su paso.

Los cuentos especifican dónde se desarrolla la historia, muestran que cualquier sitio es propenso a que le ocurra lo extraordinario. Un hotel está compuesto por numerosos espacios que los hacen susceptibles a que tarde o temprano suceda algo inusual. En las habitaciones y en los pasillos puede ocurrir cualquier cosa, un amorío, una traición, incluso desear a la persona que vive en el cuarto de al lado. En nuestro día a día, quizá sin que nos demos cuenta, los hoteles son acumuladores de historias, incluso están expuestos a lo sobrenatural. En Un año de servicio a la habitación, las paredes actúan como cuentacuentos, incluso un edificio aparenta cobrar vida, se mueve o desaparece por capricho ante unos residentes ya acostumbrados a su impredecible comportamiento.

En definitiva, la estancia del lector es una experiencia completa, todo incluido. Garantizará, cuando usted parta, en el momento del check out, una despedida nostálgica. Lo dejará esperando con ansias. Su futura reservación dependerá completamente del gusto que le proporcionó la primera visita. Para hacerlo, simplemente deberá regresar al inicio, se espera que en su nuevo recorrido por estas instalaciones descubra nuevos secretos, detalles que pasó por alto y, seguramente, mejorará su opinión con su segunda estancia. Usted está cordialmente invitado a venir las veces que quiera. La gran variedad de personajes que habitan entre estas páginas, sin lugar a duda, lo harán sentir como si estuviera en su propia casa.

emmanuel_1396@hormail.com