Año 13, número 152.

Los poemarios se encuentran en la Biblioteca Hugo Gutiérrez Vega del CUSur con la clasificación 861.64 CER y 861 GAR

Judith Sánchez

En ocasiones parece pensarse que la literatura está muy lejos de la realidad, que las manifestaciones literarias son productos ajenos a la sociedad en la que nos desarrollamos y vivimos, pero no es así. A través de la poesía podemos acceder a un sinfín de temáticas que atañen al ser humano, como lo haríamos en una aproximación directa o en una charla ordinaria, sólo que dotada de belleza. Es la poesía la que acerca al lector, mediante su lenguaje poético, a cualquier temática desde una perspectiva artística y sublime.

Dos poetas españoles de la vigésima centuria, Luis Cernuda y Federico García Lorca, son ejemplo de ello, pues con sus obras La realidad y el deseo (1924-1962) y Romancero gitano (1928), respectivamente, abordan el tema del amor físico. Mediante el erotismo de su poesía conversan sin tapujos sobre las experiencias humanas de las que todo individuo es partícipe. Y siendo estos autores dos piezas clave en el cambio de literatura, la expresión de su poesía y, por tanto, de su conversación erótica con el lector, se da a partir de la vanguardia.La realidad y el deseo (1924-1962) es el título bajo el que se reúne la obra completa de Luis Cernuda. En este libro el lector pasará página por los complejos movimientos literarios en los que incurre el autor a lo largo de su producción, a la vez que advertirá una constante: la exploración de sí mismo. Para lograr dicha exploración, Cernuda echa mano de dos elementos importantes, la realidad en la que vive y el deseo que él experimenta. Sin embargo, parece ser que ambas nociones son adversas entre sí.


Tus ojos son los ojos de un hombre enamorado;
tus labios son los labios de un hombre que no cree
en el amor. Entonces, dime el remedio, amigo
si están en desacuerdo realidad y deseo.

Este desacuerdo que plantea Cernuda entre la realidad y el deseo, sin duda es efecto de un conocimiento propio, pues a través de su poesía vemos al poeta español reconocerse y afirmarse en su diferencia, en su homosexualidad. Lo vemos criticar los valores y creencias tradicionales de principios del siglo veinte para destruirlos en función de la creación de un código ético propio que le permite manifestar sus más bellos poemas de amor, poemas de amor al amor, como señala Octavio Paz.

El papel del amor como realidad única sobre la que dimensiona el sentido de la existencia es imperdible. Luis Cernuda posiciona el valor de la vida en dependencia del amor, y en sus poemas surrealistas el lector encuentra expresiones simbólicas al respecto. Así, el mar se convierte en imagen de la totalidad amorosa y nos revela la condición inaprensible de éste. Para Cernuda, igual que para cualquier otro hombre, el amor resulta incontenible e inmensurable; no puede sostenerlo, medirlo ni contenerlo de la misma forma en que no puede sostener, medir ni contener al mar.

A dónde fueron despeñadas
                              […]
Tú lo sabes, Corsario;
Corsario que se goza en tibios arrecifes,
cuerpos gritando bajo el cuerpo que les visita,
y sólo piensan en la caricia,
sólo piensan en el deseo,
como bloque de vida
derretido lentamente por el frío de la muerte.
 
Otros cuerpos, Corsario, nada saben;
déjalos pues.
Vierte, viértete sobre mis deseos,
ahórcate en mis brazos tan jóvenes,
que con la vista ahogada,
con la voz última que aún broten mis labios,
diré amargamente cómo te amo.

Cuando Cernuda se pregunta sobre el amor, la respuesta la otorga el Corsario, quien dentro de sus poemas viene a ser la imagen modélica del hombre que conoce el mar; la figura del Corsario, ese hombre que surca los mares, que se goza en ellos y los conoce, representa la contención material del amor. No es el amor mismo, pero sí la aproximación más cercana a éste. A partir de este personaje que vemos aparecer en varios de sus poemas se llega a un punto de contacto entre el amor y el deseo que se expresa a través del erotismo: el Corsario es el cuerpo donde se experimenta el amor.

Sin embargo, Cernuda no es el único que ha hecho de una figura específica un símbolo poético de erotismo. También el poeta Federico García Lorca propone un personaje: el gitano. El tono erótico que toma su poesía en el Romancero gitano (1928), sin duda está estructurado a partir de la recuperación del imaginario de este grupo social. La animación de la naturaleza es uno de los pasos que propone Lorca en esta reconstrucción poética de un mundo, es así que tanto el viento como la luna misma pueden ser vistos como seres sexuales: el viento se convierte en un hombrón que persigue a Preciosa con una espada caliente y la luna baila enseñando sus lúbricos pechos de duro estaño.

Es en el poema “La casada infiel” donde el personaje masculino de este poemario se presenta en todo su carácter erótico. Federico García Lorca propone al gitano como un hombre vigoroso, seductor, valiente, pero sobre todo legítimo; como un hombre que al ser engañado por una mujer, que dice ser moza cuando tiene marido, la lisonjea con obsequios pero de la que se niega enamorarse. El código ético del gitano queda implícito. Los versos de la seducción sobre esta mujer casada dan cuenta del carácter caballeroso del hombre gitano, tal es esto que incluso definen el curso y el título mismo del poema


Y yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
              […]
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
              […]
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.

En efecto, tanto en un poemario como en otro, el lector puede aproximarse a la belleza de la sexualidad, pues aunque Luis Cernuda y Federico García Lorca imparten códigos éticos a través de su poesía, sobre todo abordan con el Corsario y con el gitano el erotismo del ser humano.

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