Año 13, número 159.
No le
reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.
Comprendo
que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.
No me
causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.
Me
doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.
No le
guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.
Puedo
incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.
Respeto
su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.
Supongo
incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.
Algo
nuevo, como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
que lo escuchen.
No
exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes.
Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.
Una
cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
como para recordar desde lejos.
Wislawa Szymborska
La ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1996, la polaca Wislawa Szymborska, fue poeta, ensayista y traductora. Nació el 2 de julio de 1923. Su poesía está marcada por la ironía al tocar temas filosóficos, y sin duda su escritura fue poco convencional, sobre todo lo concerniente al abordaje de su crítica literaria.
La sencillez en su escritura, tanto en el uso del lenguaje como en la estructura, le hizo acreedora, además del gusto por su lectura, de distintos premios y distinciones, como el Ciudad Cracovia de Literatura de Polonia, el Goethe, el Herder y el Nobel de Literatura, entre otros.
Su visión de la realidad es pesimista, pero reflejada a través de fenómenos cotidianos y abordados con ironía y humor. Entre su obra destacan Por eso vivimos, Llamando al Yeti, Fin y principio, De la muerte sin exagerar, Instante y Hasta aquí.