Año 13, número 154.

Además de su vasta producción literaria y su actividad académica, el ingenio de este escritor del Sur de Jalisco ha mostrado ser ilimitado en formas y contenidos

Ariana García

Para Dante Medina, el ingenio en la escritura “viene de una mezcla entre gustos, cultura, costumbres, vicios personales, modo de vida y la forma de enfrentar el mundo”, así lo explica a su “manera ranchera”. Pero para ser un buen escritor no es suficiente el talento, “hace falta una formación, un largo entrenamiento, además de un enorme entusiasmo y muchísimo trabajo, no se hace [la buena escritura] en la pereza, en la flojera”. Con los años, ha aprendido de sus lecturas, de los lectores y de su propia literatura. Ahora, dice, ya no escribe como escritor, sino como lector: “escribo para divertirme y asombrarme a mí mismo”. Es por esto, quizá, que su literatura ha sido inagotable y siempre nueva.

Uno de los aspectos más marcados en su obra es el uso de neologismos. Todos tenemos en algún momento de nuestras vidas, o en muchos momentos, la necesidad de expresar algo que difícilmente se encuentra al menos en nuestro repertorio léxico. Cuando eso sucede, normalmente callamos. Dante no. Dante crea las palabras necesarias. “Si con la literatura estamos inventando nuevas acciones, nuevos mundos, pues necesitamos nuevas palabras. La poesía lo ha hecho siempre. Yo creo que a todas las lenguas les hacen falta palabras, pues en cada una abundan aquellas que son inherentes a su historia, su territorio, sus costumbres. Pero siempre las personas están inventando palabras, lo vemos en los nombres de sus negocios, de sus hijos, esto ha sido una necesidad. Nosotros mismos generamos palabras en nuestro círculo más íntimo, pequeños sociolectos que a veces prosperan y a veces no”.

Sin contar las traducciones, Dante ha publicado 112 libros, 100 de ellos inéditos. A lo largo de su obra se encuentran nuevas y aparentemente extrañas palabras que, al leerlas, pareciera que han estado siempre en la lengua, pues “el mayor reto al crear una ‘nueva’ palabra es que se entienda de manera más o menos natural, que no se tenga que explicar el término. Lo que hago comúnmente es combinar palabras para generar otras”. El conteo de estas palabras en su obra debe ser un trabajo extenuante, aunque Dante ya las tiene más o menos contadas: “Fácilmente debo tener más de dos mil palabras que le propongo al español por si las necesita en algún momento”.

Este año se publicaron las novelas completas de Dante Medina en una edición de cuatro volúmenes. La obra contiene 16 novelas, desde la primera, escrita en 1987, hasta la última, publicada en 2017. Este trabajo lo llevó a un viaje de retrospección en el que seguramente se vio a sí mismo como aquel novel escritor, en el que notaba “ingenuidad en la escritura, falta de conocimiento complejo. Cuando vemos lo que escribimos antes tenemos miedo de meter la pata, como cuando leemos nuestro diario de juventud, pero luego se tranquiliza cuando vemos en qué acertó. Me gustó lo que escribí y no reniego de lo que he publicado”. A diferencia de sus primeras publicaciones, ahora su literatura le parece “más madura y hasta maliciosa. Ahora [soy] más mesurado, sigo siendo muy atrevido, pero con más seguridad”. La publicación de sus novelas completas forma parte de un proyecto en el que se publicará su obra completa; ya en 2018 se publicaron los cuentos completos en dos volúmenes y en 2019 su poesía completa, también en dos volúmenes. “Me congratulo de que haya editores como Puertabierta, de Colima, y Amargord, de Madrid, que se hayan lanzado a la aventura de editar mis obras completas, y es una suerte verlas en vida, porque las puedo ver, corregir, contribuir, entusiasmarme y presentarlas alrededor del mundo”.

La gran diversidad y el juego literario que Dante ha creado con formas y contenidos nos ha permitido ver su creación más allá de los géneros literarios tradicionales. Su ingenio está plasmado en letras de canciones, panfletos, diatribas, versiones distintas a las historias literarias tradicionales, hasta los géneros inventados como la cuentonela o la noveloesía. “No me gusta escribir un libro de la manera en que ya se escribió un libro, es un proyecto natural, pero consiente, me gusta inventar una forma de escribirlo y que ahí mismo se agote, se acabe y no sirva para otro cuento. No me aguanto, como dicen mis críticos literarios”.

Si uno ojea la obra de Dante, se puede dar cuenta de la enorme diversidad de personajes que aparecen en ella. Los más interesantes, quizá, son las mujeres. Él mismo lo dice: “En mi literatura siempre hay mujeres. Tengo capacidad para escribir como mujer, y me encanta, porque es una de las voces más ricas. Los personajes hombres me parecen menos atractivos, porque veo a las mujeres como más redondas, más eólicas, con más volumen y con más cosas insospechadas, que dan mucho. Yo creo que hay un elogio a la mujer en toda mi literatura, siempre son astutas, inteligentes, ganonas, manipuladoras, estupendas, magníficas”. Su facilidad para escribir como mujer, y en general como cualquier persona (niño, niña, joven, hombre maduro), no es fortuita: “Sin duda esto tiene que ver con mi formación, pues crecí en un clan de mujeres. Llego a identificar 17 mujeres entorno mío, de todas las edades. En una casa con todas esas mujeres y sin televisión hay mucho chisme, y yo escuchaba todo. Me identificaba mejor con ellas, siempre jugué con niñas, eso hizo que mi lenguaje femenino se desarrollara”.

Además de absorber la esencia femenina de su entorno familiar infantil, Dante cuenta los recuerdos más simbólicos que tiene de su infancia en Jilotlán de los Dolores, lugar donde nació, entre los que está su madre oyendo radionovelas: “Chucho el roto, El retrato de Dorian Grey. La imagen de mi padre entrando por un zaguán alto; llegaba de trabajar todo el día, era muy grande y necesitaba un caballo especial por alto y fornido, era campesino. Una casa armoniosa, en silencio, sin radio, sin tocadiscos, era maravilloso. De vez en cuando escuchábamos la radio, lo que aguantara una pila de automóvil, grandota, servía como por 15 días; y sólo se sintonizaba muy noche o muy temprano en la mañana”.

Jilotlán de los Dolores está en el Sur de Jalisco, el sur que para Dante ha sido muy representativo, lo que podemos ver cuando dice “mi corazón queda pal sur. Me gusta la manera de narrar del campesino del sur de Jalisco, su trato, las comidas, me siento orgulloso del sur”. También lo vemos cuando utiliza el lenguaje sureño de Jalisco en su literatura: “Yo escribo en jalisciense, no en mexicano, y del sur de Jalisco. Lo descubrí cuando me traducen”. Ese orgullo sureño está justificado: “Lo que más hacemos en el Sur de Jalisco es generar artistas, dimos el mayor escritor de la lengua española (Juan Rulfo), el mayor especialista de la lengua española (Antonio Alatorre), a José Rolón en música, el mayor muralista (José Clemente Orozco); Consuelito Velázquez, José Luis Martínez, Juan José Arreola. Cómo no sentirse uno bien en el Sur de Jalisco. Yo nací ahí”.

ariana@cusur.udg.mx