Año 17, número 258.

Imagen: Lizeth Perez.

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:

cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:

¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;

mas no me prometiste tan sólo noches buenas;

y en cambio tuve algunas santamente serenas…

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Amado Nervo

Amado Nervo es el seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, nacido en 1870, en México, y fallecido en 1919, en Uruguay. Fue poeta, novelista, cronista y ensayista, oficios que ejerció a la par del periodismo y la diplomacia. Es considerado como una de las voces mexicanas más importantes del modernismo hispanoamericano. Fue miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.

Entre 1900 y 1902, fue corresponsal en París para un diario mexicano, estancia que aprovechó para entrar en contacto con poetas de la talla de Leopoldo Lugones y Rubén Darío, que ejercerían una influencia decisiva en su literatura. Como diplomático, vivió en España, Argentina y Uruguay.

Es autor de novelas como El bachiller (1895), y libros de poesía como Perlas negras (1896), Místicas (1898), Los jardines interiores (1905), y La amada inmóvil (1992, póstumo).