Año 13, número 145.

El 22 de octubre de este año es el 103 aniversario luctuoso de la escritora del Sur de Jalisco

Aldo Santoyo Cabezas

Didiana Sedano

«Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis«.
Sor Juana Inés de la Cruz

«De aquí, un principio incontrovertible, y es, que
educada la mujer, el hombre será educado;
y educados ambos, no habrá miedo
de que se desmorone o menoscabe el edificio social«.
Refugio Barragán de Toscano

En 1882 Refugio Barragán de Toscano pronunció, en la sociedad de Las Clases Productoras, un discurso titulado “Mejoramiento de la mujer”, cuyo tema era la educación que en aquella época recibía la mujer. Dicho discurso apareció luego publicado en El hijo del trabajo el 15 de octubre del mismo año.

Si bien Barragán de Toscano es reconocida por un par de libros, lo cierto es que su obra va muchísimo más allá de lo poco que nos podemos encontrar en internet. Doña Refugio es un elemento indispensable, también, para entender el movimiento feminista en México, pues desde su trinchera y acatando los cánones de su contexto, contribuyó al movimiento de emancipación femenina en nuestro país.

Antes de que el término ‘feminista’ fuera de uso común y corriente, y de que Virginia Wolf pusiera sobre la mesa temas como la dependencia económica de la mujer y su educación en Una habitación propia (1929), Barragán ya disertaba sobre el papel de sus congéneres en la sociedad. No por nada en sus dos novelas son mujeres las protagonistas, y no simples mujeres, son mujeres fuertes y decididas, emancipadas del padre, de los hermanos y de la pareja; toman decisiones, aunque es la misma sociedad (donde desde luego hay mujeres) la que las somete.

Barragán de Toscano afirma en “Mejoramiento de la mujer” que la educación de la mujer depende totalmente del hombre, el cual nunca está conforme con la misma y la que sufre las consecuencias es la misma mujer: “La víctima es la mujer; la educación es la causa (…) El hombre educa a su modo, de donde resulta que si, por ejemplo, se casa tres veces, otras tantas se ve educada, y de distintas maneras, porque entre cada dos hombres media un mundo de ideas”.

Para quienes conocen el contexto familiar de Barragán de Toscano, no debe resultar complicado entender su posicionamiento. Para los que apenas la conocen basta mencionar que doña Refugio, siendo viuda y con hijos pequeños, se abrió paso en un contexto cien por ciento machista como lo era el siglo XIX. En ese mismo discurso en la sociedad de Las Clases Productoras, la decimonónica critica fuertemente a las mujeres que permiten el sometimiento, a las que esperan encontrar un marido y sobre todo a las que no se interesan por educarse a sí mismas. En su papel de educadora, Refugio Barragán señala cómo también los padres pueden ser culpables de la formación de sus hijas, “cuando la maestra que la educa se ve en la dura necesidad de dar cuenta a sus padres de la desaplicación de la niña, ellos contestan: ‘Que no se la mortifique en nada, que haga lo que pueda; el aprendizaje no le hace falta’”.

Además, Barragán aborda otro aspecto determinante en la educación de la mujer: La clase social a la que pertenece, para ella, determina en gran medida las posibilidades que la mujer tiene para vivir dignamente en la sociedad, incluso lograr la autonomía financiera. “¿Cómo podrá resignarse a una vida de trabajos la que nunca se vio obligada aún a tomar un libro en la mano?”

Aunque el estilo de Refugio Barragán de Toscano obedece a lo establecido en la época, y desde luego sus creencias religiosas son manifiestas, esto no impide que su objetivo sea menos relevante: La mujer y su responsabilidad de hacerse cargo de su independencia. “La buena educación es tan necesaria a la mujer, que basta por sí sola a engrandecerla”, hace hincapié una y otra vez.

Doña Refugio Barragán de Toscano es un claro ejemplo de lo que logra una mujer autónoma. Fue pionera en muchos aspectos, y hoy, a 103 años de su fallecimiento, su obra está tan vigente como cuando se publicó por primera vez.