Año 14, Número 180.
Yo soy una mujer: nací poeta,
y por blasón me dieron
la dulcísima carga dolorosa
de un corazón inmenso.
En este corazón, todo llanuras
y bosques y desiertos,
han nacido un amor, interminable,
y un cantar gigantesco;
pasión que se desborda de la tierra
y que invade los cielos…
Ando la vida muerta de cansancio,
inclinándome al peso
de este afán, al que busca mi esperanza
un horizonte nuevo,
un lugar apacible en que repose
y se derrame luego
con la palabra audaz y victoriosa
dueña de mi secreto.
Yo necesito un mundo que no existe,
el mundo que yo sueño,
donde la voz de mis canciones halle
espacios y silencios;
un mundo que me asile y que me escuche;
¡lo busco, y no lo encuentro!…
Concha Espina
Ganadora del Premio Nacional de Literatura 1927, acreedora a la Orden de las Damas Nobles de María-Luisa y del Premio de la Real Academia Española, Concha Espina fue la primera mujer en ganar el Premio Fastenrath. Candidata, en tres ocaciones, para el Premio Nobel. Es considerada hija predilecta de Santander y existe un monumento en su honor. Comenzó a escribir versos desde los trece años. Viajó por Chile y Berlín y fue nombrada miembro de honor de la Academia de Artes y Letras de Nueva York.
Concha Espina se quedó completamente ciega después de 1940, pese a ello, continuó con su labor literaria y en 1950 recibió la medalla de Oro al Mérito del Trabajo. Escribió artículos periodísticos, novelas, cuentos, obras de teatro y poemas. Su estilo es de toque costumbrista y rural, con una extraordinaria carga expresiva. Entre sus obras notables se encuentran: La rosa de los vientos (1916), El metal de los muertos (1920), El cáliz rojo (1923) y El más fuerte (1947). Murió el 19 de mayo de 1955, en Madrid, España.