Año 17, número 248.

Es álbum es el más reciente de la banda irlandesa IDLES

José Emmanuel Navarro

¿Alguna vez has provocado una pelea? ¿Puedes reconstruir en este momento el instinto de lucha en tu cuerpo? Músculos tensos. El pulso en la sangre. Ir y venir del pecho conforme los pulmones se inflan. Apretar el puño, masticar saliva. El enfoque de los ojos, el sudor en la cumbre de la espalda. ¿Alguna vez te han provocado a pelar?

            IDLES es una banda irlandesa, cuando los escucho me dan ganas de pelear en un callejón húmedo detrás de un bar. Provoca en mí la necesidad de batirme en duelo. Me aceleran y me descomponen. Me hacen cuestionarme todas mis etiquetas. Ese de ahí, ¿me está viendo mal? ¿Es mi primo? ¿Querrá pelear?

            No está bien encasillar a una banda en un solo estilo unidireccional y sin componentes más variados o complejos. Por ejemplo, en la canción “The Beachland Ballroom”, me encuentro frente a una balada hermosa, que me recuerda a un poema de Dylan Thomas. Es cierto que tiene rabia, rabia, rabia contra la luz en su agonía. Y reclama tanto daño, daño, daño. Es una pelea contra uno mismo y contra el tiempo. Contra el aire, y el puño al cielo preguntando ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? No es un intercambio de puños por la más trivial de las razones. Es un encuentro donde se bate el alma por la cuestión más cierta y el dilema más real. Donde se exponen todos los complejos y se avivan los sentidos. Como pelear contra un dragón. Como ser un dragón en un mundo de caballeros armados.

            Como seres humanos, tenemos una ira insobrable en el corazón. Todos gritamos y todos lloramos. Es nuestra única respuesta ante la no aceptación de un mundo injusto. Cuando no nos queda nada, siempre puedes pelear. Lo interesante respecto a la música de IDLES es que nos transporta a todas las instancias del combate. Me voy a centrar en un par de canciones, principalmente del más reciente álbum TANGK, pero toda su discografía hasta ahora me causa más o menos lo mismo. Rabia. Rabia contra la luz en su agonía.

            “IDEA 01” tiene una soltura cadencia y armonías que me recuerdan al más prístino arpegio del King of limbs de Radiohead. El uso de percusiones electrónicas, de sintetizadores en loop, y el 4/4 que se puede llevar en un baile casi solitario en el que la única compañía es un vaso de cerveza tibio en una esquina donde nadie te ve. Es el preámbulo de la pelea. No sabes que algo está irreversiblemente mal. En cambio, en “Gift Horse” eres tú el que espera que cualquiera se pase de imbécil para ir a iniciarle un pleito. Esperas que tenga las mismas ganas de combate que tú. Que esté a tu nivel. Que no sea ni mejor ni peor que tú. Que nadie se haya equivocado en el pareo. En “Roy” la colisión está aquí. El otro está enfrente de ti. Guardia en alto. Compás abierto. Hombros alineados. Mentón abajo. Es momento. Tiras la derecha y acierta. Tu puño recala. Resiente. Tira la derecha y acierta. Su puño recala. Resientes. Tiras la izquierda y falla, tira la izquierda y devuelves, cambio de ritmo, cambio de enunciación. Patada de frente, gancho al hígado, gancho al riñón. ¿Tirar codazos es ilegal?

            En “A Gospel”, te acaban de noquear.

            En “Dancer” recobraste la conciencia. Pides otra cerveza y esta vez sí está fría. Su frescura contra los labios partidos te revitaliza y es momento de volver a bailar. Alguien te vio pelear y te reconoce como el que casi ganó. Se te acerca y comienzan a moverse juntos. Yo soy un bailarín, tú eres bailarina, vamos a bailar.

            Todos los momentos en los que te sentiste inferior y demostraste lo contrario. Todas las veces que te supiste superior y te recodaron el sabor del suelo. IDLES tiene un acento bélico en su lírica que los hace difíciles de clasificar, pero fáciles de identificar. Cada combate, real y verdadero, está retratado en alguna canción épica. Eres Héctor y Aquiles. Eres Pólux y Castor. Eres Mohammad Ali. ¿Cuál es tu nombre? ¿CUÁL ES TU NOMBRE?

            No me considero una persona agresiva. Las veces en que he peleado casi siempre perdí. No creo en la violencia como resolución de conflictos. No estoy de acuerdo con infundir sufrimiento. Creo que la guerra es el aspecto más terrible de nuestra naturaleza. Por eso, agradezco que pueda experimentar toda esa bilis y sangre con unos audífonos y una banda irlandesa que entiende ciertos conflictos mejor que yo. Que entiende que ni siquiera hace falta librar ciertas batallas. Proyectar la ira en el arte, a través de los sentidos, a través de la música y un performance en el escenario, así deberían librarse todas las batallas. Perdidas o no.

jose.navarro9739@alumnos.udg.mx