Año 18, número 268

Diseño: Jacqueline Contreras.

La primera imagen que tuve de Ricardo Cortez fue la del estudioso de la artesanía, en especial, de la cerámica, a partir de la publicación de su libro Loza de Sayula, el devenir de un arte cerámico (2021) y el posterior Sayula Vargas (2024), en los que se trasmina una vocación casi francisca por la preservación de un patrimonio que el mundo se empeña en olvidar e incluso despreciar.

En estos trabajos percibí a un Ricardo Cortez riguroso, buscador incansable de piezas y de información, un inagotable indagador de documentos, archivos e informantes; por supuesto también a alguien que se empeña en darle sentido a los hallazgos.

Así pues, más allá de la tarea de preservar y rescatar la memoria y los resquicios de la loza de Sayula, se ha dado a la tarea de llenar huecos en la historia de los artesanos y de la propia disciplina.

Los últimos años, desde 2020, ha realizado un trabajo de difusión a un tema al que nadie le había dedicado a lo largo de la historia: presentaciones de su libro, participaciones en foros académicos, de divulgación en ferias de libros, de concientización con talleres, en fin, todo tipo de difusión. Cortez no sólo es incansable en la investigación y la documentación y escritura, también lo es en el trabajo de llevar el saber a las más diferentes e inesperadas zonas.

La segunda imagen que me hice de él ocurrió cuando yo fungía como jurado del concurso Cuentos artesanales de la Secretaría de Cultura. Tras hacer el dictamen me encontré que él era uno de los escritores ganadores.

Fue entonces que la construcción del personaje se amplió en sus horizontes, ahora se me mostraba como un creador, en este caso literario. Sí, es verdad, había trabajado el tema de las artesanías, pero sus méritos creativos y de escritura lo habían puesto en el selecto grupo de los ganadores. Quiero decir que su desarrollo, su actividad, van perfilando al individuo en su magnitud.

Después de esto, ya no me sorprendió luego enterarme de su faceta de artista plástico, cuando en julio de 2024 se presentó su exposición “El ánima de Sayula» en el panteón de Belén en Guadalajara. El último Ricardo Cortez que me encontré es el artista plástico, pero en la realidad, entiendo que es esta su vocación más antigua, pues me entero que ha participado en más de una docena de exposiciones colectivas y se acerca a la decena de exposiciones individuales, desde 2008 a la fecha, lo que implica una trayectoria de más de quince años.

No tengo ninguna autoridad para hablar de su obra plástica, pero me tomaré una licencia para compartir ciertas impresiones muy personales a partir de algunas de sus piezas.. Encuentro muy lógico y consecuente su trabajo con el barro, en la medida que él que ha dedicado tantos años al estudio de la artesanía y la cerámica.

Para Ricardo Cortez el barro es una oportunidad de explorar y recrear símbolos y tradiciones. Árboles de la vida, dolorosas, monjas y manos místicas alternan con tópicos profanos como los danzantes, el ánima de Sayula, divinidades prehispánicas o macetas surrealistas forman parte de su catálogo temático.

Otro capítulo de su plástica tiene que ver con su pintura al óleo, ya sea sobre lienzo, tela, cartón, papel u hoja de oro. Aquí, con un sustrato en las artes populares, el autor conjuga presencias de la pintura virreinal, aparecen alusiones al renacimiento italiano, el barroco asoma aquí y allá en su exploraciones relacionadas con la identidad a partir de sus variados autorretratos y figuras como San Sebastián.

No debemos olvidar cierto rasgo de ironía, de parodia e incluso de humor, en su cuidado mundo simbólico, en el que juegan un papel importante los intertextos de Caravaggio, de Picasso, e incluso los populares retablos. Ricardo Cortez es uno de los artistas más activos de nuestra ciudad, en los tiempos recientes ha publicado un par de libros que ha presentado en varios foros del país, ha ofrecido conferencias y talleres, y ha montado varias exposiciones.

Sólo en 2024, su libro Sayula Vargas fue presentado en Sayula, en el Museo de las Artes del Autlán, en el Festival del Libro de Zapotlán y en la Casa López Portillo en Guadalajara. En cuanto a su labor de artista plástico, Ricardo Cortez comenzó el año 2024 formando parte de la importante exposición «Tierra Pródiga. 200 años de pintura en Jalisco”.

Ya de manera individual expuso en junio “El ánima de Sayula”, en el Panteón de Belén de Guadalajara; en septiembre “Yo, la peor, óleo y barro”, en la Casona palacio de Ciudad Guzmán. Actualmente “Barro y figura” se encuentra en exhibición en la” Galería de Estación a Estación”, en la antigua estación del tren de Zapotlán el Grande.

Ricardo Sigala

ricardo.sigala@cusur.udg.mx