Año 16, Número 223.
Beatriz Hernández es muy importante para la historia de Guadalajara, pero el interés es saber sobre su biografía, más allá de su intervención en la fundación de esta ciudad.
Araceli Gutiérrez
Muchas veces caminé por el andador de un costado del Teatro Degollado. Pasaba frente al monumento de una mujer que en su mano izquierda empuña una bandera, yo ignoraba de quién se trataba. Un día me detuve a leer la placa instalada al pie del mismo, en la que se puede leer:
“A porfía de mujer: La iracunda doña Beatriz Hernández, se hizo el último y definitivo asiento de esta Guadalajara, Doña Beatriz toda resuelta y atrevida gritó: “señores, el Rey es mi gallo, y soy de parecer que nos pasemos a Valle de Atemaxac.” Era Doña Beatriz mujer intrépida y desenvuelta esposa de Juan Sánchez de Olea. Mucho se distinguió por su arrojo y acometividad y fue después prominente vecina de esta ciudad”.
Me sentí ignorante. Desconocía el nombre de tan importante mujer. Nunca había escuchado hablar sobre ella. Me pregunté cómo es que viví poco más de veinte años en una ciudad que fue fundada por una mujer, y no lo sabía. Pienso que todos deberíamos saber quién es Beatriz Hernández.
Asumí el compromiso de investigar. Primero platiqué con personas que saben de historia y me empezaron a dar un norte. Después busqué en la web y me sorprendió que los resultados fueran mínimos. La mayoría de los artículos centran la información en el pasaje de la cuarta fundación de Guadalajara en la que ella interviene con la famosa frase: “señores, el Rey es mi gallo, y soy de parecer que nos pasemos a Valle de Atemaxac”. Por ejemplo, el artículo de Milenio del 14 de febrero de 2021 narra el contexto de dicha frase: después de tres intentos fallidos por querer fundar Guadalajara, el 14 de febrero de 1542 en asamblea Cristóbal de Oñate y Antonio de Mendoza trataban de convencer a la población de asentarse en el valle de Atemajac. Oñate clavó un cuchillo en un árbol ubicado donde ahora es el teatro Degollado y declaró que ahí se fundaría Guadalajara en nombre del rey, sin embargo, las personas, temerosas por los anteriores fracasos y el miedo a los ataques de los pueblos indígenas, mostraron su desacuerdo. Es justo ese momento que aparece el personaje de Beatriz Hernández, quien gritó “Gente, el rey es mi gallo y aquí nos quedamos por las buenas o por las malas”. Se dice que gracias a la determinación de sus palabras, los pobladores se convencieron y se llevó a cabo la fundación definitiva de Guadalajara, que en 1560 se convertiría en la capital de la Nueva Galicia.
En 2010 la regidora Gloria Judith Rojas Maldonado promovió una iniciativa para incluir en letras de oro el nombre de Beatriz Hernández en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Guadalajara; en la exposición de motivos sostiene que en el muro figuran los nombres de muchos personajes ilustres, todos ellos hombres ampliamente reconocidos, sin embargo, no se tiene a la fecha ningún reconocimiento a la mujer. En otro documento, de congresojal.gob.mx de 2014, se muestra el listado de los nombres que figuran en dicho muro, de un listado de 45 sólo tres son mujeres, la primera es Josefa Ortiz de Domínguez, la segunda es Rita Pérez de Moreno, ambas inscritas en el muro en 1969, y la tercera Margarita Maza de Juárez, inscrita en 1972. Un artículo publicado por El Occidental menciona que se incluyó en la lista el nombre de Griselda Álvarez, una mujer tapatía que sin duda es digna de reconocimiento. Ella fue un referente en la lucha de las mujeres por obtener el derecho al voto y ser votadas para puestos de elección popular en 1953 y fue también la primera mujer electa como gobernadora de un estado (Colima). Las mujeres que figuran en el reconocimiento público siguen siendo minoría y al parecer la petición de 2010 de incluir a Beatriz Hernández no fue aprobada, según los documentos encontrados.
Queda claro que Beatriz Hernández es muy importante para la historia de Guadalajara, pero ahora el interés es saber sobre su biografía más allá de su intervención en la fundación de Guadalajara, es decir, quién fue, dónde nació, si tuvo descendencia. Es aquí donde aparecen las lagunas de la información. Ni en páginas oficiales de gobierno, ni en la famosa Wikipedia, ni en artículos académicos se habla al respecto. Parece increíble que ahora que se cree que en la web se encuentra todo no haya rastros sobre la vida en particular de este personaje tan importante, sin embargo, lo que no es de extrañarse es que rara vez en la historia figuran los nombres de las mujeres que intervinieron en distintas épocas, por eso se seguirá insistiendo en que estamos en deuda con todas ellas, las olvidadas, las que en las narraciones su nombre ha sido sepultado.
En el primer capítulo de su libro Un relámpago bermejo. El limbo de Dante en el Teatro Degollado, Ernesto Lumbreras resalta algunos datos sobre Beatriz Hernández. Cuenta que Beatriz destacó en el combate que se dio entre indígenas y españoles por la fundación de Guadalajara, nos narra que fue ella la que además de resguardar en un lugar seguro a las compañeras de los soldados y a los niños, también se emparejó a la línea de combate, traía una lanza en mano y ayudaba a recoger a la gente, animándolos y diciéndoles que fuesen hombres, que entonces verían quién es cada uno. Lumbreras la describe como toda una Juana de Arco, ya que se enfrentó a un indio cuerpo a cuerpo, matándolo de una cuchillada en el rostro. Sin embargo, Lumbreras también se hace la misma pregunta ¿Qué otros datos tenemos de aquella enérgica y decidida mujer?, dice que los historiadores avanzan tras de una sombra que se interna en un campo de niebla.
Tratando de rescatar más sobre Beatriz, Lumbreras cita a los artistas plásticos que la han representado, tal es el caso de la escultura de Ignacio Garibay, esa que ignoré por tanto tiempo, la que fue mi referente para llegar a ella. También nos habla de la escultura de Rafael Zamarripa, que se encuentra justo en la parte posterior del Teatro Degollado, donde aparece de nuevo Beatriz abrazando un gallo junto a otros personajes y por último el fresco de Gabriel Flores que se encuentra en las escaleras del Ayuntamiento tapatío, donde Beatriz aparece arriba de un tapanco junto a otras autoridades, todos con sus armas y ella con un gallo en su mano izquierda. Por último, Lumbreras señala que en la prosa de Agustín Yáñez hay una descripción sobre dicho personaje, sobre sus virtudes de voz y carácter.
Finalmente, supe que en el libro El puente de las damas de Enrique Ibarra Pedroza se habla sobre la fundación de Guadalajara y por lo tanto vuelve a salir el nombre de Beatriz Hernández. Estoy segura que en otros textos se hablará de ella de pasadita sobre su carácter y determinación, sobre su papel en la fundación de Guadalajara, sin embargo, seguiremos con la intriga y el enigma de saber sobre la vida de una mujer que fundó una importante ciudad.
araceli.gutierrez@cusur.udg.mx