Año 13, número 160.
Este estilo se puede ver en distintas áreas, una de ellas es la literatura, y tiene sus orígenes en lo contrapuesto a lo que en esa época se realizaba
Marcela Álvarez Ávila
De finales del siglo XVIII a comienzos del XIX, fue la etapa histórica en donde se dice que nació, se desarrolló y terminó la primera etapa del género literario conocido como gótico. El significado de gótico alude a la tribu de los godos (tribu germánica) que invadió y saqueó el Imperio Romano; por eso, metafóricamente este término se refiere a una lucha de lo medieval contra lo clásico. Todavía en los inicios del siglo XVIII, este término tenía una carga negativa. La palabra era vinculada con lo bárbaro, lo grosero, lo incivilizado. Significaba también un pésimo gusto en las artes; tanto en pintura, como en arquitectura y, por supuesto, en literatura. Según J.A. Molina Foix, en el prólogo de Frenesí gótico (una recopilación hecha por la Editorial Valdemar de los relatos más representativos del género), «frente a la sencillez del clasicismo grecolatino, los escritores góticos reivindicaban el exceso y la exageración, lo recargado y retorcido, el caos frente al orden, lo pagano frente a lo cristiano. Se trataba en esencia de un subterfugio romántico para huir de la sordidez y fealdad de la cruda realidad, y recrear exaltadamente el pasado más tenebroso, oponiendo el irracionalismo y la barbarie al materialismo ateo que trajo consigo la Ilustración». En palabras más sintéticas, la poética gótica toma sus presupuestos contraponiéndolos con la poética clásica. Mediante este procedimiento, en general se imponía el irracionalismo más caótico al racionalismo más ordenado, fruto de la Ilustración.
Desde otra perspectiva, la académica Miriam López Santos señala que «la novela gótica surgió a la sombra de la Inglaterra del Siglo de las Luces, de su neoclasicismo ilustrado, de su desproporcionado culto a la razón, cuando el rechazo a lo sobrenatural, en la vida cotidiana, llevó aparejado, en su propio nacimiento, una férrea condena de su uso literario y estético».
El género gótico es, entonces, un acto subversivo. Nace como respuesta al aparentemente sólido racionalismo del Siglo de las Luces. Según los racionalistas de esa época, la humanidad progresaría gracias a la razón y la ciencia. Los autores de lo gótico, por su parte, descreían de esta exageración racionalista. Para ellos, había fenómenos en la realidad inaprensibles para la razón. Fenómenos del interior (sueños, traumas psicológicos, deseos ocultos) y fenómenos externos (fantasmas, visiones de ultratumba, voces de muertos, maldiciones) que escapaban al supuesto dominio absoluto de la ciencia y de la razón. Esa contraposición dialéctica es el motor primigenio de la narrativa gótica.
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