Año 17, Número 244.

Conforme el Quijote se envuelve en nuevas aventuras, se nos presentan nuevos escenarios y personajes; es el caso que algunos de estos pueden tener un papel significativo dentro de la narración, un claro ejemplo es Marcela

Imagen: Infobae

Naiad Ximena Briceño Díaz

¿Puede un texto de hace más de cuatro siglos desarrollar de manera breve y concisa una buena figura de libertad y femineidad?  Don quijote de la mancha es una de las obras literarias más importantes, tal vez la más importante de habla hispana. Marcó un antes y después en la literatura en español, y a pesar de que se haya publicado hace más de 400 años, hoy en día aún da de qué hablar. Mucho se ha dicho tanto de su autor, Miguel de Cervantes, como de la novela. En su momento causó revuelo por considerarse una sátira no sólo a los tradicionales libros de caballería de la época del Siglo de Oro español, sino también al mismísimo oficio de caballería. Otro factor que hizo destacar el texto son las ingeniosas y divertidas escenas en las que se involucra el Caballero de la Triste Figura junto a su escudero, en conjunto con los diálogos jocoso y sin sentido del Quijote que no era lo estándar en su momento.

Conforme el Quijote se envuelve en nuevas aventuras, se nos presentan nuevos escenarios y personajes; es el caso que algunos de estos pueden tener un papel significativo dentro de la narración, ya que cuentan con un trasfondo y simbolismo que no puede pasar desapercibido, un claro ejemplo es Marcela.

Marcela fue criada por su tío, un sacerdote, después de que sus padres murieran cuando ella era pequeña, dejándole una gran herencia. Pronto la niña se convirtió en una mujer, haciendo florecer su belleza, a la cual los hombres no se podían resistir y caían rendidos ante su hermosura y riqueza. Y al ser ya una dama en edad para casarse, su tío le fue presentando pretendientes, no obstante, así como los conocía los rechazaba. La joven mostraba un nulo interés a contraer matrimonio, así que un día, de la nada, la bella Marcela aparece vestida de pastora y decide de ese momento en adelante dedicarse a sus animales.

El personaje es introducido a la historia en el capítulo XII de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (el título de su primera publicación).Estando el Quijote y Sancho a la mesa con unos cabreros, llega un mozo que les informa a todos que Grisóstomo ha muerto de amores a manos de la bella Marcela. Y un cabrero de nombre Pedro nos cuenta que Grisóstomo era un hidalgo rico que empezó a vestirse de pastor, porque se había enamorado de la pastora. Con todo, ella nunca le correspondió. En el siguiente capítulo, el caballero y su escudero junto con otros más pastores se encuentran en el funeral de Grisóstomo, donde se enteran que el pastor había dejado escritos dedicados a la bella pastora, y deciden leer uno, un poema de título Canción desesperada para que quede como evidencia la crueldad de Marcela.

Se recita el poema, y en sus versos se describe a la pastora como una mujer desalmada, egoísta y sobre todo deshonesta, que no sólo orilló a la muerte a Grisóstomo sino, que también lo engañó e hirió hasta el final. A pesar de que Marcela es consiente que no es bienvenida en el funeral y que puede ser repudiada por los presentes, ella hace acto de presencia, todo para defender su inocencia.

“Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama.

[…]

Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos; los árboles de las montañas son mi compañía, las claras aguas de estos arroyos mis espejos, con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura: fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras; y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo ni a otro alguno del fin de ninguno de ellos, bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad”.

Marcela argumenta y expresa sólidamente una verdad, la de que una mujer puede elegir y no debe tener la obligación de cumplir un rol de género o cumplirle a un individuo, y sobre todo que puede ser libre, una verdad que incluso hoy en día no es comprendida del todo ¿qué se podría esperar del siglo XVII? Y aunque no se expresa textualmente, es el mensaje que se sobre entiende.

Desde su presentación en la novela, al personaje ya se le está estigmatizando por su belleza y riqueza, así como por el hecho de que constantemente se le estén presentando hombres para que escoja un marido (que ahí hay otro punto a recalcar, ya que el hecho de que como mujer pudieras escoger con quien casarte era bastante raro, porque usualmente era el padre quien elegía al supuesto mejor candidato), ya que casarse, al parecer, es su única opción. Sin embargo, es ahí donde se sale del papel establecido para las doncellas dentro y fuera de la literatura. Y ella declina ante cada uno los prospectos de esposo que se le presentan y escoge la soledad entre la naturaleza y sus cabras. Siendo así Marcela no sólo es un símbolo de libertad, sino también de lo que hoy llamaríamos feminismo, así como también se expone en el sitio web Cuadernos Manchegos. “En estas fechas donde el feminismo está alcanzando altas cotas de protagonismo, ya en el siglo XVII, Miguel de Cervantes exaltó la libertad de las mujeres personificándolas en la narración de la Pastora Marcela”.

Ahora bien, en la época en la que se escribió la obra, el concepto de feminismo no exista, sin embargo, hoy lo conocemos como un movimiento político, social, académico, económico y cultural, que busca crear conciencia y condiciones para transformar las relaciones sociales, lograr la igualdad entre las personas, y eliminar cualquier forma de discriminación o violencia contra las mujeres. Sin embargo, sus acciones demuestran que es una figura que destaca en su tiempo, al salirse de las casillas de los que se tiene dictado por la sociedad.

Su extenso discurso lleno de argumentos concretos la deslinda de toda culpa que cualquiera le pudiera adjudicar por la muerte del pastor, alegando que el hecho de ser una mujer tan hermosa no le da la responsabilidad de corresponder a todos los que se enamoren de ella. Y que ella siendo consciente de su situación, en ningún momento le dio esperanzas al pobre pastor Grisóstemo. Con ello convence a los presentes en el entierro, quienes la dejan de juzgar y probablemente se cuestionan sus acciones.

Añadiendo a su discurso su salida dramática retomando su camino hacia el monte, dejando a todos con la palabra en la boca, demostrando que la pastora no tiene el interés de escuchar alguna respuesta de cualquiera de los conocidos de Grisóstemo, Marcela ahora, se nos presenta también como un personaje independiente.

Caracterizar al personaje como un símbolo de libertades es una idea acertada, llamarla feminista también, pero es ahí donde el concepto puede salir del libro y reposar en el mismo autor Miguel de Cervantes, de la misma manera lo explica Parkinson:

“Apoyada en argumentos razonables, Marcela apunta con rapidez cuán erróneos son los esfuerzos de Grisóstomo y otros hombres por conquistarla, al mismo tiempo forzándolos, y también al lector, a reconocer el doble rasero existente en la sociedad con respecto a la libertad sexual. Su discurso sirve además para iluminar otros defectos del sistema patriarcal. El considerar a Marcela, y por extensión incluso a Cervantes, como feminista, es por lo tanto perfectamente plausible”.

Es aquí cuando se denota un pensamiento liberal y feminista por parte del autor, pudiendo calificar a la novela Don Quijote de la Mancha como un texto brevemente feminista.

Otro punto a destacar del personaje de Marcela, es una actitud, que se podría describir como fría e incluso indiferente, hacia lo que está pasando a su alrededor, ya que para ella carece de importancia lo que pase fuera de su burbuja de soledad y libertad en la que decidió meterse. Por lo ya comentado podríamos deducir que Marcela vive en otro mundo, su propio mundo. Uno del cual casi todos los demás personajes del texto son ignorantes.

Pero ¿por qué es así? La pastora vive una realidad que no existe en su contexto y época. Es una mujer bella y rica, de buena familia, que decidió no casarse a pesar de que es el único y más importante papel que puede desempeñar; y que es cumplido por todas las demás damas de su entorno. En cambio, eligió y decidió recluirse con la única compañía de sus cabras. Este hecho le da un gran parecido a Alonso Quijano, que un día decidió que era un caballero y vivir su propia realidad.

Desde su primera mención, hasta el momento que se da vuelta para retirarse del funeral del desdichado pastor y haber limpiado su nombre de toda culpa, se destaca el sentido de rebeldía e independencia de Marcela, que desemboca en la representación de la libertad que se le da en este texto al quebrantar el estigma social y salirse de los papeles dados para cada género. González Días señala: “Tras el rápido muestreo de dichas posturas sobre la pastora Marcela, parece lógico concluir que la joven representa un canto a la libertad, a la independencia y a la negación de las ataduras sociales que se daban por supuestas para su género en tiempos del Quijote”.

Es por ello que me atrevo a concluir que la obra Don Quijote de la Mancha cuenta con un matiz feminista, que no podía estar mejor representado que en el personaje de la ya muchas veces mencionada pastora Marcela, por ser una mujer que decide vivir su vida de acuerdo con sus deseos, sin someterse a las convenciones sociales de su época. En un mundo en el que las mujeres estaban relegadas a la casa y al matrimonio, Marcela elige vivir sola en el campo, rodeada de animales y naturaleza. Un ejemplo inspirador para las mujeres de todas las épocas. Ella representa la posibilidad de vivir una vida plena y feliz, sin someterse a las limitaciones de la sociedad.

naiad.briceno5717@alumnos.udg.mx