Año 15, número 194.
La mañana del 26 de agosto se dio a conocer que Elma Correa es la más reciente ganadora del Concurso Nacional de Cuento Juan José Arreola por su libro Mentiras que no te conté.
Ricardo Sigala
Elma Correa publicó su primer libro de cuento en 2018, Aunque Parezca un accidente, una colección de trece relatos breves que le habían tomado varios años de escritura. En realidad, Elma Correa no se estaba iniciando en la literatura, ya había publicado cuentos y crónicas en revistas nacionales e internacionales, ya había sido becaria por el PECDA de Baja California en 2010 en la categoría de Jóvenes creadores y después becaria a nivel nacional, por el FONCA. Su vida siempre ha estado ligada a la literatura, no sólo porque estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana, sino porque desde 2008 es organizadora de un encuentro Internacional de escritores en Baja California. En 2019 comenzó el proyecto virtual titulado Habitaciones propias, una página de Instagram en la que mujeres autoras de todo el mundo comparten los espacios en que llevan a cabo su tarea de creación; a la fecha, la página registra más de novecientas publicaciones y cuenta con más de ocho mil seguidores.
La mañana del 26 de agosto se dio a conocer que Elma Correa es la más reciente ganadora del Concurso Nacional de Cuento Juan José Arreola por su libro Mentiras que no te conté. Ese día, el escritor Luis Miguel Estrada Orozco, quien fungió como presidente del jurado se detuvo en destacar las virtudes del volumen de cuentos, habló de la capacidad de la autora para crear atmósferas y vidas interiores, de la pluralidad de voces y puntos de vista que se hacen presentes en sus páginas. También habló de la sólida construcción de sus personajes, de sus conflictos, internos y externos, así como de las temáticas claramente acordes con la realidad contemporánea: los problemas en torno al género y al cuerpo, la violencia y la multiculturalidad fronteriza. Todo lo anterior sostiene y enriquece la ambientación del libro. Algo que puntualiza el dictamen del jurado es la presencia de un humor muy original. Todo lo anterior convierte a Mentiras que no te conté un libro que se lee de un tirón, y deja una impronta indeleble en el lector.
Agrego a lo que el jurado ya ha dicho, que Mentiras que no te conté es el continente de un proyecto literario por demás auténtico y personal; la de Elma Correa es una voz que se identifica desde las primeras frases y tanto sus temas como sus tratamientos, forman parte del entramado de su escritura, a la que podemos atribuir una serie de características que crean tensiones entre sí: tiene un tono irreverente e iconoclasta, aunque sus exploraciones temáticas son en suma profundas; sus personajes son serios y triviales a la vez; ejerce una escritura compleja y muy elaborada al tiempo que su lectura resulta ágil, amena, divertida. Lo anterior nos dice pues, que el trabajo de Elma Correa elude la simplificación y se concentra en una escritura que apuesta por la búsqueda y la libertad creativa. No existe una fórmula Correa, cada uno de sus textos aplican estrategias diferentes: el humor, la crítica social, el feminismo, la construcción de un personaje, los juegos simbólicos, las relaciones personales, las imágenes asociativas, en fin, sus recursos se presentan casi inagotables, o en todo caso su fórmula es la variedad.
Ocho son los cuentos que constituyen Mentiras que no te conté, y los ocho están concentrados en diferentes experiencias de mujeres: las que están preocupas por su cuerpo y van obsesivamente al gimnasio o han desarrollado desórdenes alimenticios graves, las que comparten su pareja, las que gustan de las películas de subgénero mexicanas, las que son abducidas o embrujadas, las reventadas, las que se van de casa y las que se quedan, las que abortan, las lesbianas, las que tienen relaciones complicadas, las que están solas y esperan reconciliarse, las que delinquen juntas.
Los personajes femeninos no se componen de discursos o arengas, por el contrario, suelen ser construcciones sólidas basadas en la exploración profunda de sus circunstancias, sus valores y sus aspiraciones. Tienen vidas duras o por lo menos en conflicto, y asumen roles novedosos en nuestra literatura. Ellas protagonizan farras, excesos, sexualidad libre y no convencional. En las páginas de Mentiras que no te conté podemos ver a una mujer sola en una cantina, que ofrece una ronda a los músicos ambulantes, que invita tragos a un galán circunstancial, y que le da dinero por su compañía, pero especialmente como un gesto solidario, o encontramos también un grupo de chicas que organizan un secuestro. Pero aquí lo importante no es que ellas asuman estos roles, sino que los asumen sin parecer, sin masculinizarse, sin querer ser hombres.
Entre este amplio catálogo de mujeres hay constantes solidaridades, pienso en una que puede convertirse en un símbolo de esas relaciones. Aparece en el cuento “Mercurio retrógrado”, en él Minerva y Constanza representan fuerzas opuestas: la salida al mundo contra la permanencia en la casa familiar, la mujer que trabaja y estudia para hacerse una vida y la que piensa sólo en casarse. Ambas tan opuestas, aunque amigas desde la infancia, y ahora enfrentadas a esa ruptura, son presentadas por Correa con la metáfora del búmeran, que conjunta la fuerza que se aleja con la fuerza que regresa, una misma acción que en la suma de sus fuerzas opuestas se convierte en algo excepcional. Ese movimiento, pues, concilia sus historias en una especie de alianza del tipo Thelma y Louise. Variantes de esta asociación la vemos en casi todos los cuentos, un ejemplo muy claro es el de las primas Velázquez en “Un cuento de violencia”, el texto que cierra el libro, en el que las tres chicas, en un contexto, que en la teoría debió haberlas enfrentado por sus condiciones familiares y sociales, hacen una alianza épica y memorable.
Otra metáfora, o símbolo, impresionante, es el de la chica anoréxica que protagoniza el cuento titulado “Fantasmas”. Elma Correa explora de manera tan honesta en lo más profundo de esa persona rota, así le llama ella, esa chica que poco a poco se va convirtiendo en un fantasma. A la chica, con su cuerpo debilitado y frágil, en un momento de plenitud sexual se le fractura el esternón, porque literalmente el corazón ya no le cabe en pecho. Un corazón que no puede sostener entre sus manos, un corazón que se descarna. Ella misma es un abismo abierto. Una hermosa y dolorosa representación. La imagen es elocuente, una metáfora que da mucho sentido al cuento pero también al resto del libro. Las mujeres de Correa nunca son victimizadas, ejercen su voluntad y no las detienen sus propias debilidades, siempre hay un estímulo, un desafío. Son personas rotas, mas ellas han decidido dejar de ser el problema de otros para convertirse en el problema de ellas mismas, que ellas enfrentan, en muchos momentos de manera dolorosa, en otros con desencanto, en otros con soluciones épicas, siempre con la impronta de la ejemplar escritura de Elma Correa.
Un par de notas finales
Elma Correa es la sexta mujer en conseguir el Concurso Nacional de Cuento Juan José Arreola, le antecedieron: Magali Velasco en 2004, Alejandra Lemus en 2007, Karla Sandomingo en 2009, Amelia Suárez Arriaga en 2010 y Andrea Chapela en 2019.
En esta ocasión el jurado estuvo compuesto por tres ex ganadores del Concurso Nacional de Cuento Juan José Arreola, ellos son: Magali Velasco, quien fue ganadora en 2004 con su libro Vientos machos; Juan Carlos Quezadas, quien en 2005 ganó con Fotografía de la página 14; y el citado Luis Miguel Estrada Orozco, ganador del concurso en 2008 con su libro titulado Colisiones. Esto se hizo como una manera hacer un homenaje al concurso en la celebración de su vigésimo aniversario. Otro homenaje a la historia del concurso es que Mentiras que no se conté de Elma Correa haya resultado ganador, su alta calidad lo justifica.
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