En Veneno y feminidad. La mujer monstruosa de la literatura de Rusia y Japón, Alfredo Hermosillo e Hiram Ruvalcaba ejecutan la ardua tarea de exponer el monstruo femenino configurado por la mitología rusa y japonesa
José Carlos Covarrubias Ignacio
¿Qué puede ser aquello que tanto asusta a un mundo heteropatriarcal? Sin duda, tendría que ser algo sumamente aterrador; quizás una criatura con características dantescas, o tal vez una divinidad autoritaria cuya furia arrasa con la voluntad de todos los hombres. Pero no. En realidad es algo más sencillo que eso; el otro, ese monstruo al que tanto se le teme, es la mujer.
En Veneno y feminidad. La mujer monstruosa de la literatura de Rusia y Japón, Alfredo Hermosillo e Hiram Ruvalcaba ejecutan la ardua tarea de exponer el monstruo femenino configurado por la mitología rusa y japonesa. Este ser maligno, de acuerdo con los autores, es un ente construido con un solo propósito: advertir a las diversas culturas de distintos países sobre los valores negativos y las consecuencias que conllevan.
Hermosillo y Ruvalcaba, como eruditos del tema, hacen un manejo excelso de estos monstruos femeninos dentro de las culturas que cada uno abordó. En su trabajo individual, Alfredo escribe acerca de las rusalkas, las cuales son reflectores de aquellas conductas moralmente negativas en las mujeres rusas. El autor hace hincapié constantemente en el manejo de la seducción sexual y los deseos de venganza, pues estos aspectos son características primordiales de tales seres. La figura de este monstruo femenino parece ser muy trágica, ya que la causa de su existencia se debe a que “sufrieron una muerte violenta y prematura, por asesinato o suicidio, generalmente por algún problema amoroso o sentimental”. Dicho esto, México sería un país repleto de rusalkas.
Con su participación, Alfredo deja ver su colmillo para el análisis de los textos literarios. Se nota a kilómetros los saberes adquiridos tras largos años de estudio en torno a Rusia y sus autores, especialmente Nikolái Gógol. Hermosillo analiza la obra de tres escritores: Aleksandr Pushkin, Mijaíl Lérmontov y el ya antes mencionado, Nikolái Gógol. Fue sumamente acertado que incluyera a estos tres exponentes de las letras rusas, ya que gracias a esto el lector del libro puede conocer tres perspectivas distintas de las rusalkas. Por parte de Pushkin, se aprecia al monstruo femenino estereotípicamente precioso, que aprovecha sus atributos para seducir a los hombres y derrotarlos. Lérmontov muestra cómo estos seres monstruosos, además de hermosos, pueden ser juguetones, cínicos y malévolos. Por último, quien es más directo al momento de reflejar la esencia de la rusalka, está Gógol. Este autor configura una mujer que corrompe la voluntad masculina por medio de la lujuria.
Los eruditos de las letras dicen: la literatura es un reflejo de la sociedad. En este caso no fue la excepción. Con ayuda del análisis de Hermosillo y una lectura propia de los fragmentos contenidos en este ensayo se logró identificar cómo las Rusalkas son un símbolo de los ideales misóginos construidos en la antigua Rusia. Y lamentablemente, dicha alegoría sigue trascendiendo hasta nuestros días. Por lo que la rusalka es, todavía, un monstruo vivo.
Ahora bien, en la fracción del ensayo escrita por Hiram Ruvalcaba se puede apreciar una cátedra sobre la mujer serpiente en la cultura japonesa. Hiram dedica la primera parte de su capítulo a contextualizar lo que la serpiente representa, lo cual es un acierto magistral porque logra darle dimensión al problema que lleva consigo la presencia de este reptil.
La propia naturaleza literaria engarzada a Ruvalcaba hace que este ensayo sea más digerible. Hiram rompe la monotonía académica de este tipo de textos y le agrega el factor literario. El contenido de este capítulo muestra una perspectiva inédita del Japón que todos podrían idealizar en la actualidad. La mujer serpiente, al igual que la rusalka, es un ser que representa todos los aspectos negativos de la conducta humana. Esto se puede apreciar en los relatos que Hiram decidió incluir dentro de este apartado. Gracias a éstos el lector logra apreciar cuán grotesca puede llegar a ser la literatura japonesa. Por ejemplo, en uno de los cuentos conocemos la historia de una chica que sufrió la violación por parte de una serpiente cuando ésta se le metió en la vagina. Pese a lo grotesco de esta narración, aquí se deja ver uno de los principales aspectos negativos de la mujer serpiente: la lujuria que conlleva el rechazo al poder sexual. Esto revela cómo era (o es) mal visto que una mujer disfrute con gallardía su sexualidad. En el libro se incluye una cita que expone en su totalidad los porqués del referir a una mujer con la serpiente.
“La serpiente es un símbolo de envidia y celos entre los seres humanos […] Tales serpientes en disfraz humano son extremadamente posesivas y buscan venganza sobre el hombre hacia el cual se sienten atraídas, o hacia la mujer que él haya elegido si las serpientes son desairadas”.
Entre los relatos contenidos en esta sección hay uno donde se aprecia la descarada victimización que se le da al hombre. Resulta que en esta historia un monje es persuadido por una viuda de edad mediana debido a su belleza. Sin embargo, él, apegado a su religión, la rechaza indirectamente dándole largas. Gracias a este desdén, la mujer muere luego de verse engañada por el hombre de sus sueños y renace como una serpiente, por lo que ahora busca venganza de aquel que la engañó. El hombre es entonces la víctima de esta historia, pues la mujer es, supuestamente, una profana que busca corromper la voluntad de un pobre monje. Susan Klein refuerza dicha afirmación diciendo que “las mujeres están psicológica y biológicamente sujetas a una débil volundad que les impide controlar sus pasiones; la mera existencia de las mujeres es un obstáculo inevitable para el progreso espiritual de los hombres”. Al parecer el deseo sexual se mantendrá como una constante en los aspectos negativos de la mujer serpiente, y lo que más llama la atención, mas no sorprende, es el papel que toma la religión (el budismo, por ejemplo) en este “defecto”. Como si la feminidad fuera el gran obstáculo en las obligaciones masculinas.
Veneno y feminidad es un favor al mundo de las letras. No cualquier autor tiene la valentía combinada con el intelecto adecuado para esclarecer entre los relatos antiguos los precedentes de los ideales misóginos en torno a la mujer. Con este ensayo se puede apreciar cómo las sociedades pueden llegar a satanizar las conductas femeninas que no siguen la normativa de género que se espera, lo cual da como resultado estos monstruos femeninos cuyo único propósito es la advertencia. Es aplaudible tanto el trabajo de Alfredo Hermosillo como el de Hiram Ruvalcaba por haber tenido el atrevimiento de hacer este ejercicio apoteósico. Se recomienda ampliamente este libro, puede ser una buena forma de introducirse a un nuevo género. El lector de esta obra debe sumergirse con estas rusalkas, dejarse seducir por estas serpientes, pero más que nada, debe temerle al monstruo que aterra al patriarcado.
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