Año 15, Número 203.
Cuento ganador del IX Concurso Literario del CUSur
José Manuel Casillas Sánchez
Qué quiere que le diga, mi comandante, si fue lo que pasó. Todo fue muy rápido, no pude reaccionar a tiempo. De verdad que se lo digo. Ya sabe, de pronto se prende todo y ni qué hacer. Empezaron con los cánticos, pero es normal. Apoyan a los Gallos Blancos y tiran mierda a los contrincantes. Lo de siempre. Unos se gritoneaban en los límites de la barra, donde los separan las puertas, pero de ahí no pasaba. Corría el minuto 63’ y los visitantes iban ganando 0-1. Desde el minuto 28’ comenzó a hervir la barra tras el gol. Aquello parecía reventar en cualquier momento, mi comandante. Cuando menos me di cuenta, las puertas se abrieron y los hinchas del Querétaro se dejaron ir como gallos de pelea contra los zorros del Atlas. Una ola de cabrones traía consigo sillas y barrotes que no sé de dónde sacaron. Quise interponerme, pero se abrieron paso y me tiraron al suelo. Ni caso me hicieron. A quienes querían matar eran a los de Jalisco. Los ánimos estaban muy encendidos, mi comandante, si los hubiera visto, parecían enyerbados. Estaban fuera de sí. Hincha con playera del Atlas que veían, hincha que intentaban arrejolar entre cuatro o cinco y lo pateaban a placer. Parecían toros embravecidos sobre la arena. Muchos zorros se quitaron la playera por lo mismo. El pobre que caía al suelo no sabía ni qué hacer; si taparse, si tratar de pararse y salir corriendo o tratar simplemente de responder a los golpes y defenderse. Pero ni cómo hacerle, el cuerpo caía rendido y cedía a los golpes. Eran perros salvajes que no sueltan su presa hasta verla muerta; primero la separan de la manada y luego se precipitan sobre ella. Solo quedaba esperar a que aquel minuto de infierno pasara, aunque ese fuera suficiente, como en las peleasde gallos, para terminar con la vida del otro. Para acabarla, unos aprovecharon para robarles sus pertenencias y desnudarlos, dejándolos tendidos en el suelo sobre un charco de sangre, semejantes a los cuerpos desconocidos que aparecen a las afueras de la ciudad. Algunos albiazules posaban para la foto con la playera del Atlas, como si de trofeo se tratara, con los tenis y puños ensangrentados. Los que no se unieron a la primera ronda vaciaban su enojo con patadas al ya difunto rojinegro. Muchos parecían estrenarse en aquel saco. El pobre ni ruido hacía, ya era un montón de carne. Aquello no podía detenerse, mi comandante, era un matadero. En una hasta me tocaba por jugarle al señor justicia. La verdad ni sé cuántos fueron, pero a unos diez alcancé a ver entre la multitud. Lo que hice, para evitar más pánico que el que de por sí ya había, fue llevarme arrastrando a varios a los baños, de uno en uno, para que no dieran mala imagen. Ni dejaban pasar por las gradas. Esto que le cuento pasó a no más de quince minutos, mi comandante. El partido se detuvo y los jugadores corrieron rumbo a los túneles. La gente comenzó a dispersarse, a correr al campo. Familias enteras no sabían qué hacer, el terror fue apoderándose de ellas; eran como una res encerrada cuando sabe que va a morir. Ya en el campo no supe qué pasó, mi comandante, se lo digo, fue todo muy rápido. Eso le sabrá decir otro guardia, yo estaba cuidando las puertas de la barra, que según tenían candado, pero ya ni sé.
«Las puertas» , fue el cuento ganador del IX Concurso Literario del CUSur modalidad cuento, el jurado conformado por Alejandra Alonso, José de Jesús Vargas Quezada y Bladimir Ramírez enfatizó que el cuento tiene un buen uso del narrador y el punto de vista, además de que mantiene un buen ritmo y contundencia en el desarrollo de la historia y su desenlace. La escritura muestra un buen oficio narrativo.
José Manuel Casillas Sánchez nació el 15 de junio de 1996 en Degollado, Jalisco. Ha participado en la organización de actividades el Día Mundial de la Poesía y del Libro. Actualmente cursa el noveno semestre de la licenciatura en Letras Hispánicas del CUSur.