Año 17, Número 242.
La música tiene un gran efecto en nuestra mente, influye en nuestro estado de ánimo explorando a su vez nuestras distintas emociones
Brenda Valeria Meléndez Gutiérrez
¿No es la música algo que está siempre presente en nuestro día a día? En cada momento de felicidad, en cada bajón emocional y en cada motivo de celebración incluso se convierte en una fuente de inspiración. La música siempre está ahí como un clímax que llega a nosotros en instantes precisos.
Me he detenido a pensar cómo una melodía nos transporta a recuerdos, como si lo viviéramos de nuevo. ¿Será que es algo que hacemos inconscientemente? Pero, de ser así ¿Cómo explicamos nuestro masoquismo al poner una y otra vez la misma canción para recordar el pasado o una persona en específico?
¿Es algo que hacemos todos o es algo muy propio? Es muy evidente la respuesta a esta pregunta. Más personas de las que imaginamos conectan sus emociones con la música y otro pequeño porcentaje simplemente escucha la música como algo más sin mezclar sus sentimientos con ella.
¿La letra es algo fundamental? Puede ser, pero no en todos los casos. Así como un poema puede hacer que nos identifiquemos, el instrumental melancólico detrás de una letra que está compuesta de dolor y arrepentimientos le da un plus al mezclarse con nuestras emociones.
Son tantas preguntas que necesitan una respuesta, más cuando se trata de un comportamiento que adoptamos como rutina diaria o como yo lo llamo: Rutina de escape. Es por ello que esta artículo dará una respuesta que sea lo más acertada posible a todas esas cuestiones que nos hacemos acerca de la música.
¿La música realmente puede llegar a ser terapia? ¿Cómo puede la música jugar con nuestras emociones? Para comenzar, es necesario saber donde es nuestro primer contacto con la música y esto también abarca las melodías que podemos percibir por primera vez.
Desde que un bebe está en el vientre de su madre puede percibir sonidos, hay incluso melodías especiales para bebés. Las ya conocidas por muchos ‘‘canciones de cuna’’ son nuestro primer contacto con lo que más adelante conoceríamos como música.
Las canciones de cuna eran utilizadas principalmente para calmar al bebé a la hora de dormir, pues esto generaba placer y relajación. De acuerdo con Isabelle Peretz, la canción de cuna es «un conocimiento compartido que nos adentra en el placer musical provocado por las dopaminas”. En la tercera página de su libro, la psicóloga nos habla acerca de la dopamina, la cual se define como una hormona de satisfacción que es estimulada por ciertos factores, entre ellos la música. Entonces en pocas palabras, en la música podemos encontrar placer desde pequeños inconscientemente, es decir, un bebé no puede simplemente decidir con que sentirse relajado, sin embargo su cerebro percibe así la música.
¿Puede este placer resultar adictivo? Conforme vamos creciendo la música nos acompaña a todos lados, desarrollamos en ella una necesidad, y es que me he topado con personas que incluso dicen: “Si no escucho música al hacer mis labores no puedo continuar porque me pongo de mal humor”. ¿Por qué la música es necesaria incluso para realizar una actividad en la que no es esencial? Es evidente que la música nos relaja y al estar haciendo algo en lo que nos ponemos en un estado de estrés necesitamos algo que lo alivie. Se puede decir que en este caso nos sirve como una anestesia ante el estrés.
Las aplicaciones de música, conciertos y eventos musicales tienen demasiado consumo día a día, llegando a captar la atención y el bolsillo de millones de personas.
Al escuchar una canción y volverse tu favorita, sientes la necesidad de escucharla una y otra vez y si bien al principio te conformas con solo escucharla a través de tus oídos, empiezas a desarrollar una necesidad de escucharla en vivo, invirtiendo así en un concierto. Todo placer tiene un costo y la música no es la excepción.
¿Qué hay de los conciertos? He visto más videos de gente llorando en conciertos que en boda, y es que como lo dije en un principio la música transporta a recuerdos y es la causa principal de nuestro llanto al escuchar una canción, más allá de la letra, los instrumentos en una buena sintonía que hace erizar la piel causa un escenario espléndido en nuestro ser, un éxtasis de emociones.
Pero, ¿en qué nos beneficia todo esto? De nuevo la psicóloga Isabelle Peretz nos brinda una respuesta: “Así pues, si tal es ese desarrollo, ¿por qué no hacer de la música una herramienta transversal? Y es que ya podemos afirmarlo de manera categórica gracias a la neurociencia: la práctica musical modela el cerebro influyendo así en el resto de competencias y capacidades”.
Y es cierto, si la música no fuese una herramienta ¿Por qué entonces desde el preescolar se les enseña a los niños a aprender mediante canciones? Podemos notar que al agregar una melodía y ritmo a las palabras estas son más fáciles de ser recordadas si las requerimos en un futuro.
Cuando estamos tristes lo primero que hacemos es refugiarnos en la música. La mayoría sólo se dedica a escucharla, sin embargo, hay quienes van más allá y crean canciones plasmando sus emociones en ella. Podemos culpar a esos compositores un poco del porqué nos sentimos tan identificados con ciertas canciones, pues el dolor y la tristeza son sentimientos muy
Humanos, los cuales compartimos todos y conectar con algo con lo que nos sentimos familiarizados nos resulta más fácil.
Ahora, para darle un mayor enfoque a la importancia de la música, podemos hablar acerca de la musicoterapia. La música tiene un gran efecto en nuestra mente, influyendo en nuestro estado de ánimo explorando a su vez nuestras distintas emociones.
La musicoterapia tiene como objetivo analizar la relación entre una persona con la música, ya sea escuchándola o componiéndola, para estimular un cambio positivo en su estado de ánimo y a su vez un desahogo. Es compleja la forma en la que nuestro cerebro trabaja, el cerebro procesa desde el ritmo hasta la letra que una canción tiene, para así producir placer al escuchar una canción impactante para nosotros.
Es una manera de llevar una terapia para todos aquellos a los que no les resulta fácil comunicarse. Por ejemplo, hay cantantes que transmiten muchas cosas al momento de cantar e incluso conectan contigo, pero una vez fuera del escenario les cuesta entablar una conversación ¿por qué? Bien, pues para ellos la música es como su habla, buscan dar un mensaje a su público a través de ella.
La música no es sólo un instrumento, una letra con rimas, un ritmo que nos hace bailar. La música es el habla, la música es un desahogo y un momento en el que nos sentimos nosotros mismos. La música nos hace recordar un momento de felicidad o de tristeza. Mediante la música podemos memorizar ese tema que tanto nos parece complicado. La música nos acompaña en nuestras labores para hacer de estas algo menos aburrido.
La música va incluso más allá de todo esto, es importante en nuestra vida, como un amigo más del cual podemos aprender y enseñar a otros, un lugar en donde conectamos con nosotros mismos y un aliento de vida para muchos.
brenda.melendez5974@alumnos.udg.mx