Año 13, número 155.
En Jalisco, el manejo comunicativo del riesgo en esta emergencia ha estado marcado por posiciones políticas, antes que por la necesaria coordinación con el gobierno federal, explica en entrevista la Dra. María Elena Hernández Ramírez, académica de la licenciatura en Comunicación Pública de la Universidad de Guadalajara
Lenin Aceves
La comunicación es tan antigua como el origen de las civilizaciones y forma parte de las actividades cotidianas de las personas, de ahí que en ocasiones no reflexionemos sobre la importancia de esta actividad que podemos definir como el proceso de transmisión y recepción de ideas, información y mensajes entre dos o más personas.
Desde la formación básica nos hemos familiarizado con los elementos básicos del proceso de la comunicación: el emisor, es decir, la persona que produce un mensaje; el código o conjunto de signos empleados para codificar el mensaje; el mansaje o información que se transmite; el canal o medio por donde viaja el mensaje; y finalmente el receptor, la persona o individuos que reciben el mensaje y lo interpretan.
En esta coyuntura de emergencia sanitaria por la pandemia por el virus SARS-Cov-2 que genera la enfermedad de COVID-19, en La gaceta del CUSur nos dimos a la tarea de entrevistar a María Elena Hernández Ramírez, doctora en Información y Comunicación por la Universidad París 8, Francia, y maestra en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Iowa, Estados Unidos, a fin de conocer su opinión sobre el manejo de la comunicación que realizan las instancias de gobierno e instituciones para informar a la población sobre la peligrosidad y las consecuencias a la salud del coronavirus.
Esta especialización es conocida como comunicación del riesgo. La doctora Hernández Ramírez ha impartido por 10 años dicha materia en la Licenciatura en Comunicación Pública en la Universidad de Guadalajara. Además, trabaja las líneas de investigación sobre Análisis de prácticas periodísticas, Profesionalización del periodismo en México, Condiciones laborales de los periodistas, Relaciones prensa-poder en México e Institucionalización de los estudios de periodismo en México. Su especialidad es el estudio sociológico del periodismo mexicano contemporáneo.
Lenin Aceves (LA): En contextos como el que vivimos, de una pandemia por una nueva cepa de coronavirus, el SARS-Cov-2, ¿cómo deberían comunicar las empresas y los periodistas los mensajes informativos en torno a las consecuencias de tipo sanitario, social, económico y político de este virus?
María Elena Hernández Ramírez (MEHR): Ante una emergencia sanitaria de la magnitud de una pandemia, todos los medios de comunicación (privados, públicos, tradicionales, alternativos o digitales) deben ser aliados de las instancias de salud nacionales e internacionales que coordinan la gestión del riesgo. En el caso que conocemos, COVID-19, esperar que los periodistas y los medios sean aliados de la Secretaría de Salud y de la Organización Mundial de la Salud no implica “alinearse” con el gobierno, sino participar responsablemente en una estrategia informativa de salud pública que pretende orientar a las poblaciones vulnerables para hacer frente al peligro (antes, durante y después) y contribuir en la disminución de daños potenciales.
La comunicación de riesgos en emergencias sanitarias supone una preparación multidimensional y multidisciplinaria que prevé escenarios posibles, con base en experiencias propias y ajenas; que evalúa recursos (materiales y humanos) y que analiza mecanismos de respuesta temprana. Esto y más constituye el “Antes”. En la fase del “Durante”, se sabe que habrá incertidumbre y, por tanto, que se pueden cometer errores en el manejo de la situación; se anticipa la tendencia en ciertas sociedades a politizar las crisis sanitarias. En este aspecto los medios y los periodistas tienen una responsabilidad importante cuando asumen la perspectiva del poder e ignoran el rol de aliados que se espera de ellos para enfrentar el problema como sociedad. ¿Cómo deberían comunicar los mensajes? De manera didáctica, educativa, analítica, orientadora.
En la etapa del “Después” del riesgo, la comunicación habitualmente se trata de reconstruir lo que la emergencia sanitaria debilitó o destruyó; intentamos “volver a la normalidad” y guiar a las poblaciones para recuperar estabilidad (en salud emocional, económica y política). En esta fase de recuperación, los medios y los periodistas pueden contribuir enormemente o pueden ser un obstáculo que evite evaluar y aprender de la experiencia sufrida. El desconocimiento de muchos periodistas y medios sobre los procesos de gestión del riesgo (que incluye a la comunicación), influye en que se repitan prácticas periodísticas centradas en la lucha por el poder y no en la colaboración entre aliados para una pronta estabilización de la sociedad.
LA: ¿Qué aciertos y omisiones identifica en cuanto al manejo comunicativo que realiza la autoridad sanitaria (gobierno federal, estatal) respecto de la emergencia por SARS-Cov-2?
MEHR: Por primera vez en la historia de México, la comunicación del riesgo desde el gobierno federal ha sido escrupulosa y apegada a protocolos creados y probados por la Organización Mundial de la Salud. Es verdad que en 2009, cuando México fue el foco de origen de la epidemia de Influenza A H1N1, conocimos una actuación pionera muy destacada en materia de comunicación del riesgo, encabezada por José Ángel Córdoba Villalobos, Secretario de Salud, con el ex presidente Felipe Calderón. Sin embargo, el actual desempeño de la Secretaría de Salud, con el subsecretario Hugo López-Gatell como vocero asignado para la emergencia de COVID-19, no tiene precedentes. La comunicación oficial del gobierno federal en esta emergencia sanitaria es una lección muy rica de cómo se deben preparar y comunicar los mensajes clave a los distintos grupos de interés o poblaciones vulnerables, ante un enorme peligro de comportamiento incierto. Se podría hacer un análisis amplio de este manejo comunicativo y señalar las razones que lo hacen ejemplar. Sintetizo aquí lo esencial:
Primer acierto: la presencia cotidiana y formal del vocero y de grupos de expertos en rueda de prensa vespertina (de lunes a domingo, ininterrumpidamente desde el inicio de la emergencia) para explicar a los ciudadanos –a través de los periodistas- lo que necesitan saber en cada fase de la crisis sanitaria: Be first, “sé el primero” en informar.
Segundo acierto: la sencillez, claridad y consistencia de los mensajes clave, adecuados para los niveles educativos predominantes entre los mexicanos; la reiteración de las recomendaciones; la firmeza en comunicar lo esencial para orientar paulatinamente a las poblaciones vulnerables (sin pretensión de satisfacer cuestionamientos fuera de lugar, intereses o egos de medios y periodistas): Be right, “hazlo bien”.
Tercer acierto: la capacidad explicativa del vocero y de los responsables del manejo epidemiológico de la emergencia; la empatía; la riqueza de miradas multidisciplinarias en los numerosos encuentros con la prensa; el manejo de “una sola voz” por todos los que participan en este ejercicio de comunicación oficial del riesgo: Be credible. “Sé confiable”, “sé creíble”. Tres principios básicos de la Comunicación de riesgo en crisis y emergencias(CERC), construida a lo largo de décadas por expertos de la OMS. Tres aciertos en la comunicación de COVID-19 desde el gobierno federal mexicano, hasta ahora.
Sobre las omisiones, no quiero especular. No tenemos mejor experiencia con la cual comparar. Todos los procesos de comunicación del riesgo son criticados, y son esfuerzos sin garantía, porque su resultado (mitigar daños inevitables) depende de la participación de distintos grupos que se preocupan más por sus intereses que por el bien común.
En Jalisco, el manejo comunicativo del riesgo en esta emergencia ha estado marcado por posiciones políticas, antes que por la necesaria coordinación con el gobierno federal. El trabajo empezó tarde, se hizo en tono de confrontación y ha sido inconsistente. No se tiene un vocero reconocido, pues si bien podría o tendría que ser el Secretario de Salud, los comunicados y las declaraciones más visibles ante la ciudadanía han sido planteados por el gobernador del estado como mandatos, regaños, ultimátum, y no como mensajes de una estrategia que debería orientar y formar cultura de autoprotección. Eventualmente, algunos miembros de la “Sala de Situación” que instaló el Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara, se dirigen a la ciudadanía a través de los periodistas (que son los intermediarios en la comunicación); mi lectura es que por encima del compromiso de comunicar en forma clara, comprensible, creíble y que invite a la acción, prevalece la intención de mostrar quién está bien (nosotros, porque “Jalisco nunca pierde”) y quién está mal (el gobierno federal, “porque lo digo yo”).
LA: La pandemia está por cumplir 4 meses desde los primeros reportes en Wuhan, China, los descubrimientos de la comunidad científica sobre el virus SARS-Cov-2 han mantenido el tema en los medios de comunicación alrededor del mundo; en este sentido, ¿los periodistas están preparados y capacitados para generar contenidos de difusión en salud?
MEHR: En México y en Jalisco contamos con periodistas muy capacitados para producir periodismo de calidad en materia de salud; no abundan, pero esa situación puede atribuirse a la falta de interés de los medios comerciales por invertir en periodismo de investigación, sea en el campo de la salud o en cualquier área. Basta con revisar la evolución-involución del periodismo sobre temas de salud en Jalisco: ¡Tuvimos a la mejor periodista en esta materia! ¿Por qué los medios decidieron que no era indispensable? ¿Por qué no alientan a quienes tienen interés, capacidad y sueños por seguirse preparando en salud y en otras áreas? Actualmente, los trabajos periodísticos a profundidad sobre temas de salud (y de otras materias) son financiados por organizaciones internacionales (sin que eso signifique que los periodistas reciban ingresos por participar). Hay un problema adicional: los ciudadanos tampoco se interesan por el periodismo, y eso lo mata.
LA: El ejercicio del periodismo en México en las últimas dos décadas ha tenido cambios importantes, por una parte, con la adopción de las tecnologías en las prácticas reporteriles, y por otra, con el surgimiento de medios nativos digitales. ¿Ha observado diferencias en la forma de comunicar e informar el riesgo entre los medios tradicionales y los digitales?
MEHR: Siempre es riesgoso hablar en general. Me parece que el problema esencial para los medios periodísticos, tradicionales o digitales, es que nuestra sociedad (periodistas incluidos) está muy poco familiarizada con el significado de “comunicar el riesgo”. Nuestro periodismo se engancha con mucha facilidad en el juego político. Un ejemplo fácil de situar se ilustra en lo siguiente: Si el vocero del gobierno federal para COVID-19 está haciendo un buen papel en el manejo de la emergencia sanitaria y por ello llama la atención, en los medios periodísticos se especula que el funcionario está preparando su candidatura a la presidencia; se hace una novela de su vida y se le presenta en los cartones políticos como figura controversial… Es decir, los medios mexicanos, sean tradicionales o digitales, tienden a buscar el ángulo político en todo; con ello desenfocan el proceso de comunicar el riesgo y hacen más difícil la tarea de la prevención y la actuación temprana. Nos falta cultura en materia de gestión de riesgos (esto incluye a la comunicación). Es justo decir que hay diversos medios mexicanos (tradicionales y digitales) que sí están haciendo su mejor esfuerzo por colaborar en el proceso de informar, de analizar y de orientar a la población en esta emergencia sanitaria.
LA: Con anterioridad, el acceso a la información era un privilegio, hoy la información abunda y en ocasiones agobia a las personas, inclusive se han acuñado conceptos como “infodemia” e “infoxicación” para referirse a la sobrecarga informativa, ¿cómo encontrar el equilibrio para mantenernos informados sin caer en los extremos de la desinformación y la sobrecarga informativa?
MEHR: La búsqueda de información periodística equilibrada no es una práctica general de los ciudadanos en México. No valoramos el papel del periodismo en la calidad de vida que tenemos. Nos hace falta interés por el periodismo, comprensión de sus límites y sus alcances, asumir su costo, exigir que cumpla con su función social ideal. Si no apreciamos el periodismo, ¿qué importa la fuente?, ¿qué importa quién lo diga o en dónde nos “informemos”? La “sobrecarga informativa” a la que millones estamos expuestos en estos tiempos no se explica por la sobreabundancia de medios o de ofertas periodísticas, sino por el exceso de confianza, o la comodidad encontrada, al elegir a las redes sociales como lugar de consulta. Es un fenómeno que amerita reflexión: hemos aceptado a Facebook y Twitter como plazas públicas para informarnos y discutir los asuntos de interés público. Esto tiene consecuencias desastrosas.
LA: El periodismo es una actividad de alto impacto social, con funciones educativas, cuyos productos informativos y de opinión deberían ser de utilidad para la toma de decisiones por parte de la sociedad. ¿Cómo interpretar o explicar las acciones como la de TV Azteca y el comunicador Javier Alatorre que llamaron a desobedecer a la autoridad sanitaria del país por las supuestas contradicciones en los reportes epidemiológicos de algunos estados y de la federación?
MEHR: Una estupidez. Un desafío innecesario. Si se tratara de un medio con credibilidad, habría merecido la pena el análisis. No es el caso. Nada qué temer. Demasiado obvia la intensión del empresario Ricardo Salinas Pliego (del que Alatorre es un empleado), cuyos pendientes con Hacienda lo llevaron a intentar una jugada ruda.
lenin.aceves@cusur.udg.mx