Año 15, número 191.
Han pasado 79 años desde que se lanzó la primera convocatoria de los Juegos Florales de Zapotlán el Grande. La historia de este concurso de poesía va a la par de la historia cultural de la región
Ricardo Sigala
I
Corre el año 1942, Ciudad Guzmán tiene una pequeña población con poco más de 23 mil habitantes. Es septiembre, las mañanas comienzan a ser más frescas y los preparativos anuales para la feria de octubre están en pleno: las cuadrillas de danzantes realizan sus ensayos cotidianos, las autoridades eclesiásticas y las municipales, en coordinación con la mayordomía, tienen ya tiempo planeando, primero, y ahora ya organizando la feria más importante de la región. Los comerciantes hacen sus preparativos y las familias prevén las visitas de los parientes y amigos. En pocas semanas la ciudad se convertirá en el centro al que se dirijan todas las miradas de la zona y en el que confluyan las rutas regionales, en octubre es la gran fiesta de Zapotlán.
Cada año se repite más o menos mismo ritual, pero en aquella ocasión hay una novedad. Un grupo de personas de la ciudad ha fraguado una nueva incorporación a la feria de Zapotlán, han concebido la idea un tanto extravagante de organizar un concurso de poesía, seguro han hablado de eso durante meses, quizás años, es probable que la reciente visita de Pablo Neruda a la ciudad haya sido el origen de todo, o también que fuera el estímulo definitivo a una idea ya largamente acariciada. Guzmán es una ciudad culta, aquí escribió lo más sustancial de su obra doña Refugio Barragán de Toscano en las últimas décadas del siglo XIX, el seminario es un semillero educativo del que han emanado personalidades como el sabio José María Arreola; en esos años varios de sus artistas comienzan a ser reconocidos a nivel internacional: Aurelio Fuentes da conciertos de violín en Europa, José Rolón ya ha compuesto las más importantes de sus obras y José Clemente Orozco ya es un pintor internacional y hace pocos años ha pintado sus murales en Bellas Artes, en el Palacio de Gobierno en Guadalajara y en la capilla del Hospicio Cabañas; en la Ciudad de México Guillermo Jiménez está consolidando una destacada carrera literaria. Así que aquel grupo de personas piensan que un certamen de poesía hará bien a la pujante cultura de Zapotlán.
La iniciativa es apoyada por el comité de feria que en esa ocasión estaba encabezado por Pedro Aldrete Jr. La convocatoria publicada en diversos diarios del país decía: “con el ánimo de orientar cada vez mejor la celebración de nuestra Feria hacia fines de progreso y de cultura se acordó por el Comité Central que se organizaran los Juegos Florales…” En la misma se anunciaba que en la ceremonia de premiación se contaría con la presencia del “ilustre literato zapotlense don Guillermo Jiménez”, lo que nos hace pensar que desde la Ciudad de México el escritor pudo haber influido en la conformación del concurso, junto con su gran amigo Alfredo Velasco Cisneros que encabezaba el grupo cultural Cervantes de Saavedra que él había fundado.
Han pasado 79 años desde que se lanzó la primera convocatoria de los Juegos Florales de Zapotlán el Grande. La historia de este concurso de poesía va a la par de la historia cultural de la región. Podemos aseverar que casi todos los escritores importantes de nuestra literatura han estado asociados a él. Desde nuestros clásicos de mediados del siglo XX, entre los que se encuentran Juan José Arreola, Félix Torres Milanés, Roberto Espinoza Guzmán, Cristina Pérez Vizcaíno; hasta los escritores zapotlenses que comenzaron a publicar en la segunda mitad del siglo XX como Virginia Arreola, Vicente Preciado Zacarías, Ramón Rojas Chávez, José Armando Cuevas Preciado, Francisco Hernández López, Pedro Mariscal, Alfredo Cortés y Martín Adalberto Sánchez Huerta, además del caso particular de Marianela Puebla, chilena que en la primera década del siglo hizo carrera literaria entre nosotros. Los juegos Florales de Zapotlán también han sido un registro de las nuevas voces de nuestra región, aquellos autores que el siglo XXI ha visto surgir para tomar la estafeta de la literatura regional: encabezados por Hiram Ruvalcaba y Alejandro von Düben, los sigue una lista compuesta por Alan Arenas, Emmanuel Rocha, Julio César Espíritu, Edgar Omar Chávez, Lizeth Sevilla, Damián Covarrubias y Sarait Salcedo. Todos han ganado el certamen en la presente centuria. Significativo es que los Juegos Florales de Zapotlán el Grande también han sido objeto del interés de poetas de talla nacional o internacional, pues en 1994, los ganó Luis Armenta Malpica y en 2018, Balam Rodrigo, ambos poetas multipremiados.
Los Juegos Florales son una clara manifestación del papel que la cultura juega en la idiosincrasia de nuestra ciudad, el pasado martes 31 de agosto se lanzó convocatoria para la edición 2021 y el viernes 15 de octubre se premió al poeta colimense Jesús Adín Valencia por su poema “Me complace la santa incisión”. La elección estuvo a cargo de un jurado compuesto por los escritores y académicos Silvia Quezada, Octavio Hernández y Felipe Ponce quien además es editor. El sueño de aquel grupo de zapotlenses que quisieron orientar la celebración de nuestra feria hacia fines “de progreso y de cultura” continúa viva y vigente después de casi ocho décadas.
II
Es una noche de 2016 en la Casa Taller Literario Juan José Arreola, debió ser en los meses de octubre o noviembre, me han invitado a presentar un libro de poesía que ha publicado la editorial colimense Puertabierta, el libro se titula Copa de nada y me ha gustado su ejecución verbal, su intuición poética, la seriedad con que el autor se toma la escritura, todo eso lo digo en la presentación. El poeta se llama Jesús Adín Valencia. Esa noche lo veo por primera vez y resulta ser, además de un buen escritor, una persona amable y cordial.
Han pasado dos años, he recibido la invitación del maestro Negrete para presentar un libro en el Archivo Histórico de Colima. Se trata de La cristalina superficie de silencio. Muestra de los Juegos Florales de Zapotlán el Grande, que acaba de ser publicado en el contexto de los festejos del centenario del natalicio de Juan José Arreola. Es el 5 de diciembre por la noche, y la presentación corre a cargo de la Dra. Gloria Vergara. Como es habitual, en esas actividades no hay mucha asistencia, pero entre los pocos presentes reconozco a Jesús Adín Valencia. Nos saludamos como dos viejos amigos, pues este tipo de coincidencias en torno a la literatura crea ciertos vínculos y solidaridades. En una coincidencia más, me dice que justo ese año 2018 acaba de recibir el primer lugar en Los Juegos Florales de la Feria de Todos Santos en Colima.
En los últimos años no lo vuelvo a ver, pero sé de él por sus logros en torno a su literatura. Por ejemplo, me entero que en 2019 resulta ganador del segundo concurso de cuento breve de rock Parménides García Saldaña y que en 2020 obtiene el primer lugar en el concurso estatal de ensayo Covid-19, también que este año es seleccionado como uno de los 25 ganadores del Certamen de Ensayo Literario «Erradumbre», en honor a Luis Alberto Arellano, convocado por Mantis Editores con motivo de sus 25 aniversario. No hay duda de que Jesús Adín Valencia está dedicándose a conformar una obra literaria.
El último pasaje de esta crónica en torno a este poeta colimense sucede de nueva cuenta en Ciudad Guzmán. El día 11 de octubre se dio a conocer el resultado del más importante y tradicional concurso de poesía de la región sur de Jalisco, me refiero a Los Juegos Florales de Zapotlán el Grande. El Jurado que estuvo integrado por Silvia Quezada, Felipe Ponce y Octavio Hernández, dictaminaron por decisión unánime que el poema ganador fuera el titulado “Me complace la santa incisión”, que fue firmado con el pseudónimo Allen y que corresponde a Jesús Adín Valencia. El acta del jurado destacó los siguientes valores estéticos en el trabajo ganador: “su originalidad temática, el discurso de la cotidianidad llevado a término, (…) la develación del acto de un instante convertido en poema, el ritmo sostenido y los versículos surgidos de la experiencia lectora.”
La ceremonia de premiación se realizó el siguiente fin de semana, el viernes 15 de octubre a las cinco de la tarde, en las instalaciones de la Casa de Cultura. El poeta ganador leyó un emotivo discurso de recepción del premio y posteriormente recibió su constancia de ganador, un premio económico de 15 mil pesos y una flor natural de manos de la reina de la Feria de Zapotlán.
Jesús Adín Valencia es el primer colimense en ganar los Juegos Florales de Zapotlán el Grande, aunque antes dos poetas oriundos de Colima habían obtenido menciones honoríficas: en 2012 Juan Carlos Recinos y en 2019 José Carlos Castro Juárez. Como lo dijo Valencia en su discurso de recepción, esta situación confirma el vínculo regional que Juan José Arreola denominó Jaliscolimán, esa entelequia cultural conformada por Colima y el Sur de Jalisco.
Me gusta imaginar que aquella noche de diciembre de 2018, en el Archivo Histórico de Colima, en aquella sala semi vacía en que presentamos el libro sobre los Juegos Florales de Zapotlán el Grande, los hados ya confabulaban le inserción del nombre Jesús Adín Valencia en la lista de ganadores del concurso.
III
Por su naturaleza cultural el concurso continuamente está en riesgo de no ser organizado, de hecho, en sus setenta y nueve años de existencia se han logrado organizar solo en cuarenta y un ocasiones. Entre las entidades que históricamente han estado a cargo del concurso se encuentran el ayuntamiento de Zapotlán, a través de su oficina de cultura; el comité de feria; la comunidad cultural, principalmente la literaria, y en algunas ocasiones la sociedad civil. En la medida en que el concurso no está oficializado, ni cuenta con un reglamento, ni tiene establecidas las obligaciones de las partes, su organización se deja a la buena voluntad de quienes se encuentren en funciones, que en muchas ocasiones se desligan del mismo. Algunos años sólo ha trabajado una instancia: las autoridades de cultura o el comité de feria o la comunidad cultural, y, como ya se ha dicho, en muchas no se convocó. Por eso la edición 2021 de los Juegos Florales de Zapotlán el Grande ha sido especial, pues todos los actores sociales se han hecho presentes en la organización. Primero, el ayuntamiento, que no sólo se sumó a los trabajos, si no que el presidente municipal estuvo presente en la rueda de prensa para lanzar la convocatoria y en la ceremonia de premiación, realizada en la Casa de la Cultura. Segundo, el comité de feria, encabezado por Héctor Díaz, fue el principal organizador, y junto con el ayuntamiento nombró como coordinador del concurso a un miembro de la comunidad literaria; y finalmente, la iniciativa privada, (ROASA), se sumó como patrocinadora.
El concurso de poesía que muchas veces ha sobrevivido gracias a los esfuerzos de uno o dos actores sociales, en esta ocasión contó con la aportación y trabajo de las más variadas instancias, como pocas veces ha sucedido en su ya prolongada historia. Este contexto resulta ideal cuando el año siguiente los Juegos Florales de Zapotlán el Grande celebrarán su aniversario número ochenta.
ricardo.sigala@cusur.udg.mx