Año 14, Número 183.
Juan Octavio Espinoza “El pato” Arreola es uno más de los miembros de la dinastía Arreola, quienes con sus obras y su talento han otorgado materia a la basta tradición cultural de nuestra región
Ricardo Sigala
En 2018 hice una investigación sobre los Juegos Florales de Zapotlán el Grande y me encontré que en la edición de 1977, un joven guzmanense de apenas 21 años de edad había obtenido el tercer lugar en el certamen; la prensa tapatía se había referido a él como un “joven valor”. Su nombre era Juan Octavio Espinoza Arreola y su poema se titulaba “Ea, isla de vida y muerte”. En aquel momento quise encontrar su poema para publicarlo en un libro sobre los Juegos Florales de Zapotlán pero no me fue posible conseguirlo.
No era la primera vez que me encontraba con ese nombre. En los años noventa, en el taller literario de la Casa de la Cultura, se hablaba de él con un particular entusiasmo y con una admiración sincera. Se le reconocía como un miembro más de la dinastía Arreola y se enunciaban sus proezas, entre las que destacaba su habilidad musical, tanto en la composición como en la interpretación. Era además una figura cotidiana, accesible, cultivador de la amistad. Esa era la imagen que de él me formé.
Ya entrado el siglo XXI supe de su prematura muerte y él volvió a ser tema de conversación, siempre se recalcó su desbordante talento en distintas áreas, no sólo la musical, sino en la pintura, la ciencia y las letras. Amigos cercanos tuvieron la oportunidad de conocerlo y convivir con él; con sus testimonios y las ocasionales referencias a él se fue construyendo una especie de leyenda de la vida cultural de la ciudad. Juan Octavio Espinoza Arreola, conocido con el apodo de “El pato”, forma parte de la galería de personajes que le dan volumen y consistencia a nuestra cultura. Sin embargo, el personaje pertenecía a la tradición oral, al menos desde mi experiencia. Siempre me fue imposible documentarme sobre él más allá de los testimonios orales. No fue sino hasta que en 2018, Fernando Castolo lo incluye en su Cartulario. Muestra de Letras zapotlenses, en donde me encuentro una pequeña ficha biográfica y un poema de él.
Este año 2021, la editorial cartonera Ateneo Zapotlatena, en su Colección Cuadernos Rupestres, publicó El divino concreto de Juan Octavio Espinoza “El Patito” Arreola. Se trata de un volumen con poco más de cien páginas que incluye un conjunto de catorce poemas que el autor tuvo la intención de publicar en 1999 y que por alguna razón que desconocemos no logró ver culminado. El libro tan era un proyecto que incluye un prólogo de Álvaro Luis Guzmán Puga y una breve carta del autor dirigida a Alberto Cárdenas Jiménez, entonces gobernador de Jalisco, en la que habla del deseo de publicar sus poemas. Ambos documentos están fechados en 1999.
Otro apartado valioso del libro es la sección en la que se informa de los logros de Juan Octavio Espinoza. Ahí se habla de sus distintas facetas: la de músico, pintor, escritor e inventor. Nos dice que en el ámbito musical comenzó a tocar el acordeón a los doce años y el piano a los catorce, y que a los diecisiete inició una gira de conciertos por el Sur de Jalisco, que se prolongó durante toda su vida y abarcó el estado de Jalisco y la Ciudad de México y varios estados de la República. Todo indica que la música fue el espacio en que mejor se sentía Juan Octavio Espinoza. Sus presentaciones se realizaban en casas de cultura, centros culturales, teatros, auditorios, peñas y llegaron a la radio y la televisión nacional; por supuesto, los reconocimientos no se hicieron esperar: en 1975 obtuvo el primer lugar en el Concurso Estatal de Guitarra del Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE), en tanto que en las ediciones de 1974 y 1976 consiguió dos segundos lugares.
Octavio Espinoza apenas tenía veinte años de edad. La década de los ochenta sería una temporada de éxitos y reconocimientos en torno a su ejercicio musical. Tres veces consecutivas (1980, 1981, 1982), ganó el concurso de canto que organizaba el Sindicato de Profesores Universitarios de la UdeG; obtuvo el primer lugar en el Festival de la Canción Universitaria de la UdeG en 1981 y fue segundo en 1984; en 1986 obtuvo el segundo lugar en canto en el IV encuentro Cultural y Deportivo del CREA. Y en 1990 participó en el certamen “México lindo y querido”, en el que ganó la etapa estatal y estuvo entre los tres primeros lugares a nivel nacional. Fue músico invitado en el canal 13 de televisión en el programa Nuevos valores, y en varias ocasiones formó parte del programa Fórmula bohemia de la estación de radio Fórmula melódica de la ciudad de Guadalajara, fue frecuente animador de la Peña Cuicacalli en Guadalajara y del famoso Tepancalli en Ciudad Guzmán. Su canción más famosa es “Zapotlán, tierra de titanes”, de la que circula en YouTube una versión en su propia voz, pero sabemos por Carlos Axel Flores Valdovinos que compuso alrededor de 500 canciones.
Juan Octavio Espinoza “El pato” Arreola es uno más de los miembros de la dinastía Arreola, quienes con sus obras y talento han otorgado materia a la basta tradición cultural de nuestra región. Hijo de los poetas Virginia Arreola y Roberto Espinoza Guzmán, además de sobrino de Juan José Arreola. Personaje carismático e inquieto, desde muy joven dio muestras de su talento y no sólo fue reconocido por sus dotes de composición y de interpretación. Lo mismo pasó con sus trabajos relacionados con la ciencia y la tecnología que en los años ochenta recibieron premios del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). El Pato Arreola también participó en exposiciones de pintura, tanto colectivas como individuales.
La edición de El divino concreto de Juan Octavio Espinoza “El Pato” Arreola, que la editorial Cartonera Ateneo Zapotlatena presenta de la mano de Carlos Axel Flores Valdovinos, es un homenaje a la obra de este singular zapotlense que en este 4 de junio habría cumplido 65 años y que el día 23 cumplió 18 años de su prematuro deceso.
ricardo.sigala@cusur.udg.mx