Año 17, número 250.
El libro Humanomáquina puede encontrarse en la Biblioteca Hugo Gutiérrez Vega del CUSur con la clasificación 864.5 CAS 2023
Verónica Jazmín Hernández Álvarez
Humanomáquina es un libro de ensayos escrito por el docente y ensayista mexicano Diego Casas Fernández, bajo la idea de que el ser humano ha sido influenciado por la llegada del internet y las inteligencias artificiales hasta tal punto que es difícil diferenciar la realidad virtual de la física. Posee un estilo narrativo, autobiográfico y de lectura simple, además de ser un libro bastante corto si tomamos como referencia un límite de doscientas páginas. También es la obra ganadora del Premio Nacional de Ensayo Joven José Luis Martínez 2021.
Diego Casas nació en Puebla, es Licenciado en Lingüística y Literatura Hispánica por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), y Maestro en Literatura Aplicada por la Universidad Iberoamericana. Además, ha sido ganador de diversos certámenes en la categoría de ensayo, becario del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) 2014 y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) en el área de ensayo creativo 2020-2021. Por el momento, su obra publicada son los libros de ensayo Punto Ciego (2016) y Humanomáquina (2021).
El libro contiene diez ensayos que exploran la relación entre los humanos y las computadoras, sobre todo el mundo inmersivo conocido como software y lo que apenas empezaba a tomar la forma de lo que llamamos internet alrededor de los años dos mil. Sin embargo, no se trata de una simple recopilación de reflexiones, sino que todos los textos, nunca demasiado largos, funcionan como una continuidad que abarca desde las ideas que despertaron en el narrador durante su adolescencia, hasta el momento en que el autor escribe el libro, pasando por la evolución del internet y la sociedad atrapada en su red que se evidencia en cada ensayo como si se tratara de un repaso de la historia a través experiencias personales. Además, están divididos en dos secciones, nombradas en función del tipo de “aventuras” que el narrador vive en la red: “Venir de afuera” y “Quedarse adentro”. Así que los ensayos hacen más la función de capítulos que de textos recopilados.
La sección “Venir de afuera” está compuesta por cinco ensayos, los cuales narran la indeterminada existencia del autor en su juventud, quién, con un padre ausente y el pretexto de las tareas para colgarse a internet e incapacitar las llamadas telefónicas, busca a su figura paterna en las redes sociales recién emergentes, convencido de que tal vez esté ahí, hecho de virtualidad, y que él tal vez es un híbrido de humano y máquina. Eso explicaría la comodidad que siente en el entorno virtual. Habla también de la evolución de las redes sociales, la cibersexualidad y la transformación humana de seres de carne y hueso a entes virtuales que defienden salvajemente sus ideas, y con ellas su existencia en el ciberespacio.
La segunda sección, que lejos de contrariar a la primera, se llama “Quedarse adentro” y no “Salir de adentro”, aborda realidades más recientes, como el papel de la tecnología en el manejo y copia de la información, o la inteligencia artificial que, según Casas, podrá ser buena para imitar las labores técnicas de un adulto, pero no tiene la forma de pensamiento simple, curiosa y esencial de un niño conociendo el mundo, ni el cuerpo para sentirlo. Pero a pesar de que los usuarios del internet también carecen de un cuerpo físico en la virtualidad, tal como lo sugiere la sección, han decidido quedarse adentro, modificar su velocidad de pensamiento y cuerpo físico, y buscar su identidad en un mundo que cuestiona repetidamente “¿Eres un robot?”.
Pero a lo largo de esta reflexión, Casas mezcla la tecnología como causa y antecedente con otros temas personales. Por ejemplo, en “Más hombres que humanos” y “Pensamiento programado”, habla de aquellos rasgos sociales que condicionan al ser humano para ser, en su caso, hombre; de comportamientos, la calidad de hijo y hombre de la casa en un hogar sin padre, el rol de una persona en la sociedad (incluido el rol de padre ausente) que induce a comportamientos casi robóticos a fin de liberarse del dolor que nos hace humanos (otro tema recurrente). En “Las palabras, un virus humano” también se aborda la idealización humana y con ello el poder que adquieren las palabras. En las palabras “correctas”, en la tecnología, en lo artificial, está la idealización que esconde el dolor, los errores, y todo aquello que no tenemos permitido expresar.
Casas, “desvergonzado y valiente”, como se le llama en la obligada reseña de contraportada, se acerca a temas tanto personales como sociales: el abandono paterno, la adolescencia, la precariedad laboral, las redes sociales, la naturaleza robótica que la sociedad parece estar adoptando, los incels y otros temas más históricos como la condición de inadaptado de aquel padre de la computación Alan Turing, tan “extraño” por su atracción hacia los hombres y hacia los robots, o la historia del captcha. Al igual que venía haciendo en su primer libro Punto Ciego, Casas hace un repaso de las cosas que nosotros no notamos, desde un punto de vista sumamente personal. En este caso, las relaciones que se forman, se destruyen y se enredan en la sociedad, la familia y el yo. Casas flota conectado a la tecnología, como un astronauta a su nave, por las peculiares sociedades extraterrestres del ciberespacio. Y como todo viajero de lejanas tierras, nos trae de recuerdo una realidad recogida con subjetividad. Pero, más que nada, nos deja con un montón de preguntas como: ¿qué pasará ahora con este mundo virtual?
En fin, Humanomáquina de Diego Casas es una lectura sumamente acertada para leer en los tiempos actuales. Luego del disparo de la evolución tecnológica y la estabilización de la misma, no hemos dejado de crecer en el entorno virtual que a momentos se nos confunde con la realidad. Antes, como el autor se lo plantea, se trataba de una disociación de mundos e identidades; ahora, con la llegada de la inteligencia artificial, se nos abren nuevas posibilidades del yo real, el yo virtual y el impostor que toma un poco de todo y todos. Criados, como la mayoría de estudiantes hoy en día, por la tecnología, aún si no podemos comprender las situaciones con las que se expresa Diego Casas, resulta relativamente fácil identificarse con sus sentimientos mientras más pasan las páginas. Se trata de una lectura corta y de estilo ameno, conversacional, que puede leerse, si se tiene la posibilidad, en un solo día. Algo afortunado para los tiempos que, literalmente, corren hoy en día.
veronica.halvarez@alumnos.udg.mx