Año 18, número 261.

Fotografía: Archivo Familia Rosales Gómez.

Ser el último eslabón de una cadena de tradición familiar y cultural podría ser sinónimo de incertidumbre para cualquiera. Sin embargo, el señor Francisco Javier Rosales Gómez, quien es el último sastre charro del sur de Jalisco, considera que este revés en su costura es una buenaventura para echar puntadas hasta que se termine el hilo de su carrete. Originario de Sayula, Jalisco y nacido el 31 de agosto de 1946, se llena de orgullo al enunciar que su oficio es su mejor herencia.

“Yo vengo de una familia de sastres. Mi papá fue sastre, él me enseñó, y a él lo enseñó mi abuelo; a mi abuelo mi bisabuelo, y a mi bisabuelo mi tátara abuelo. Desde allá viene esto que yo sé hacer”. 

Francisco puntualiza que, desde los trece años de edad se incorporó al negocio familiar al declinar la oferta de su padre para continuar con sus estudios. Él lo tenía claro: quería ser sastre. Así fue como colaboró arduamente en la confección de trajes charros y de corte militar. Además, el negocio satisfacía las necesidades de los elementos de la caballería y abastecía no sólo la demanda del regimiento de su municipio, sino también del estado y del resto del país. Sin embargo, el paso de la modernidad dejó fuera sus confecciones de las fuerzas armadas y continuó con la elaboración de otros productos con el arte del que es reconocido su oficio: el resacado. 

“El resacado es el verdadero traje de charro. Los que se aprecian dentro de las competencias en todos los lienzos son hechos así” Comparte. 

Fotografía: Archivo Familia Rosales Gómez.

Dicha técnica de ornamentar los trajes conlleva un arduo proceso que parte del diseño a mano alzada de las grecas sobre papel. Este patrón se cose a la prenda con una franja de gamuza y, tras retirar el excedente del papel por la parte interna con una tijera, se recortan los bordes del diseño marcado por la costura con la cual fue adherido. El resultado final puede observarse en el pantalón, la chaqueta y demás complementos a juego.  

“Resacar es una cosa que me gusta mucho. Me entretengo. Hay quienes me han dicho: ¡oye, es desesperante hacer esto! Para mí no; yo trato de que cada trabajo que hago me salga bien hechecito. Y me pulo. Eso es lo que más me gusta a mí.”

El señor Francisco confecciona trajes de charro compuestos en su mayoría por tres piezas: el pantalón, el chaleco y la chaqueta. Pero también elabora complementos como el moño y el galoneado del sombrero. El proceso de fabricación comprende tres semanas de trabajo que consisten en realizar la toma de medidas, elaborar sus moldes en papel para su traspaso a la tela y su corte. Posteriormente, realiza la técnica de resacado, ensambla cada pieza con sus respectivos detalles (bolsas en el caso de los pantalones, pretinas, etc.) y continúa con los forros. Luego, añade los detalles adicionales como los botones que, dicho sea de paso, también son hechos a mano por él. Francisco finaliza dejando una de sus tarjetas en el bolsillo de la chaqueta, para que sus clientes puedan llamarlo y recomendarlo.

Fotografía: Archivo Familia Rosales Gómez.

Francisco inicia su labor todos los días a las cinco de la mañana y en ocasiones conlleva jornadas extensivas que concluyen hasta las diez de la noche en compañía de su radio con la música que ameniza cada costura. También menciona que para él, la realización de la chaqueta con su respectivo resacado y el galoneo de sombrero le representan un reto por el nivel de dificultad que implica. Cabe mencionar que este último aspecto lo aprendió empíricamente, al carecer de oportunidades para formarse en ese rubro, lo cual eleva el mérito del trabajo que desempeña. 

En cuestión de remuneración, enuncia que sus precios procuran ser accesibles dado la zona en la que se encuentra:

“Es una vestimenta cara. La charrería es el deporte más caro que hay, pero un traje mío, así con mucho detalle, en promedio tiene un costo de $14,000.00 porque yo sé con los trabajos que los charros del sur de Jalisco se mandan a hacer un traje.”

Fotografía: Archivo Familia Rosales Gómez.

El esmero que reflejan sus creaciones han captado la atención de quienes gustan de este estilo de vida y le brindan la oportunidad de vestir con sus trajes a diversas personalidades a lo largo de los años. Entre algunos ejemplos, cuenta con miembros activos de la política del estado, académicos e incluso jóvenes talentos de la música y de la tauromaquia, quienes han portado sus creaciones dentro y fuera del país, exhibiéndolas en países como Alemania, España y Estados Unidos. 

Sin embargo, su posicionamiento como sastre charro y la ponderación que su labor amerita es apenas un hecho reciente. Perteneciente a la Unión Campesina Cardenista, en 2017 participó en una serie de exposiciones artesanales en los municipios de Tala, Chapala, Ocotlán, Ameca entre otros. Son estos lugares en los que dio a conocer su trabajo con el fin de atraer más clientes. A través de una invitación extendida por la directora de la Casa de las Artesanías en Guadalajara, participó también en su Exposición anual donde recibió el tercer lugar en la categoría de textiles. No obstante, fue hasta el año de 2023 que a través de las autoridades del Festival Rulfiano de las Artes, tuvo un acercamiento con los hijos del afamado escritor Juan Rulfo quienes colaboraron para promover su trabajo.

A raíz del foco mediático, el ayuntamiento municipal, a través del organismo de Desarrollo Integral de la Familia (DIF) puso sus ojos en él y, tras agremiarlo como artesano – puesto que jamás se le había otorgado – lo postularon como candidato al Adulto Mayor Distinguido Jalisco 2023. Al resultar electo para la vigésima segunda edición, se reconoció su vida y obra como ejemplo para la sociedad jalisciense en la ceremonia realizada en el Ex Recinto Legislativo de Palacio de Gobierno junto a 12 contemporáneos más.  

Pero las coronas de laurel no pueden resarcir los estragos del tiempo. En 2018 fue invitado por la asociación de sastres de Guadalajara a participar en una reunión, en la cual la nostalgia emergió y se hizo palpable entre los presentes al vaticinar el declive de su actividad; dicho gremio, poblado en su mayoría por personas de la tercera edad, evidencian el hecho de que las nuevas generaciones no han tenido interés por continuar con esta ocupación. 

Fotografía: Paola Alfaro.

Por su parte, Francisco ha transmitido parte de sus conocimientos a sus descendientes, pero ha preferido impulsar sus carreras profesionales, sin mencionar que la habilidad para la realización del trabajo no ha sido del todo heredada por los mismos, aunque no descartan la posibilidad de incorporarse al negocio; es así que comparte su preocupación por la desaparición no sólo de su oficio sino también de muchos otros que, al fenecer,  – considera – se llevarán con ellos partes importantes tanto de actividades económicas como de rasgos culturales de nuestra sociedad. Razón por la cual, entre autoridades y personalidades con las que interactúa en el ámbito de la cultura, ha buscado promover la necesidad de retomar los oficios a través de una escolarización pertinente para ello, y que de esta forma se perpetúen actividades como la suya, pero su voz no ha sido escuchada.

Francisco reconforta su espíritu en sus anécdotas, logros y las memorias que conserva en diferentes álbumes fotográficos al lado de los periódicos donde se ha hecho mención de su trabajo de manera local y estatal. Continúa incansable su labor del día a día, pues menciona, no quiere dejar de ser laboralmente activo, y anhela captar un mercado mayor al que ya tiene.

“Aquí no tengo trabajo. El trabajo viene de fuera, porque no hay más sastres. Pero con 78 años de vida y 65 años trabajando, quiero que la gente sepa que aquí en Sayula todavía hay un sastre, y estamos en la mayor disposición de hacerles un traje.”

Fotografía: Paola Alfaro.

Sastrería “El charro” del municipio de Sayula, en Jalisco, tiene abiertas sus puertas en Ávila Camacho #147 oriente, para ofrecer no sólo la mayor calidad y originalidad, sino también dedicación y arte en cada una de sus piezas, pues en cada traje va presente su creador: el último sastre charro del sur de Jalisco.

Paola Alfaro.
paolfamont@gmail.com