Año 17, número 252.

Laura Rocío Juárez García, estudiante del Doctorado en Psicología con Orientación en Calidad de Vida y Salud del Centro Universitario del Sur (CUSur).

La sociedad se transforma de manera acelerada y aunque los cambios son necesarios, también llegan nuevos desafíos sociales y personales que nos colocan en diferentes situaciones que nos llevan a preguntarnos si estamos viviendo o sobreviviendo. Ante esto, existe un factor que ha sido constante en la historia de la humanidad y que probablemente lo siga siendo para las generaciones futuras: la adaptación. Nuestra capacidad de adaptación es parte de lo que nos hace llamarnos “humanos”, y claro que es necesaria para la supervivencia en su forma más extrema, pero también para nuestra vida diaria porque sabemos que las situaciones más cotidianas requieren una adaptación sobre todo porque pueden llegar a convertirse en fuentes de estrés. 

Bajo nuestra capacidad de adaptación existe un conjunto de competencias que son las que nos permiten navegar en nuestro entorno, ya sea enfrentando retos cotidianos como el hecho de levantarte de la cama por la mañana y prepararte para empezar el día, hasta los más complejos como afrontar una pérdida o vivir un desastre natural; estas competencias son conocidas como “habilidades para la vida”. La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a las habilidades para la vida cómo aquellas destrezas que nos permiten tener un comportamiento adaptativo y positivo para afrontar eficazmente las demandas y los desafíos de la vida cotidiana. Dicho de otro modo, las habilidades para la vida son esas herramientas básicas que nos permiten adaptarnos y afrontar cualquier situación que se presenta en nuestro contexto. 

De acuerdo con la OMS (2020), existe un conjunto de diez habilidades que forman parte de tres dominios básicos del desarrollo humano: social, cognitivo y emocional. Dentro del dominio social se encuentran las habilidades de comunicación, la empatía, la solución de conflictos y la capacidad de establecer relaciones interpersonales; por otra parte, la habilidad de tomar decisiones, de tener un pensamiento crítico y la creatividad son habilidades del dominio cognitivo; mientras que la habilidad de conocernos a nosotros (as) mismos (as), la capacidad de manejar nuestras emociones, sentimientos, las tensiones y el estrés pertenecen a habilidades básicas en el dominio emocional. Estas habilidades se desarrollan a lo largo de la vida de las personas, en algunas más que en otras, ya que se moldean en función de nuestra historia de aprendizaje y del contexto socio-cultural en el que nos encontramos, pero, de cualquier forma, son herramientas vitales para mantener nuestra salud física y mental. 

En la actualidad existe una amplia evidencia sobre el papel de las habilidades para la vida en el bienestar de las personas en distintos ámbitos. Por ejemplo, estudios muestran que el entrenamiento de estas habilidades desde la infancia y adolescencia contribuye a la prevención de conductas de riesgo para la salud, particularmente en lo relacionado con el abuso de alcohol, tabaco y drogas ilegales, la alimentación, la higiene y la violencia. Otros artículos muestran como el desarrollo de estas habilidades puede influir en el rendimiento académico desde la educación básica hasta la superior, ya sea disminuyendo la deserción o favoreciendo los espacios de aprendizaje y la experiencia educativa no solo de los estudiantes, sino también de los maestros. 

Dentro del ámbito social y comunitario, podemos encontrar programas de habilidades para la vida que se implementan en comunidades donde se ha visto que favorecen las interacciones positivas entre las personas, la familia y la comunidad, fortaleciendo las redes de apoyo y contribuyendo a la creación de espacios seguros para prevenir la delincuencia y la violencia.

Si bien, el contexto de cada persona es diverso y puede ser complejo, pero es posible fomentar estas habilidades a una edad temprana y con ello aprender y mejorar nuestra habilidad para resolver problemas, tomar decisiones informadas, conocer nuestras necesidades y límites, expresar nuestras emociones, resistir a la presión social y otras cuestiones que se han visto relevantes en el ámbito de la prevención de conductas de riesgo. 

La adquisición de nuestras habilidades para la vida empieza desde la infancia y pueden irse modificando conforme transcurre nuestra vida, por lo tanto, hablamos de un proceso de aprendizaje. En este sentido, las personas podemos aprender a desarrollar habilidades por medio de la experiencia directa, la práctica, la observación e imitación de modelos o con un entrenamiento intencional, por ejemplo, mediante intervenciones o talleres psicoeducativos. En otras palabras, la forma de desarrollar nuestras habilidades para la vida sigue los mismos principios de aprendizaje que aplican en cualquier otra habilidad, por ejemplo, cuando aprendes un deporte nuevo, un idioma, a manejar un vehículo y muchas otras actividades en las que, para mejorar, claro que es necesario un nivel de conocimiento, pero sobre todo de práctica. 

Cómo podrás ver, las habilidades para la vida son competencias personales que pueden influir en nuestro entorno personal, familiar, educativo o social ya que se manifiestan o se hacen visibles en la forma en que actuamos, respondemos, hablamos o en las decisiones que tomamos y esto ocurre porque el comportamiento de cada persona nunca está aislado de la sociedad, del momento temporal en el que vivimos y de las situaciones que emanan de estos aspectos. 

Por esta razón, las habilidades para la vida, además de ser herramientas básicas de supervivencia que forman parte del desarrollo humano y son vitales para la adaptación, se convierten en una vía que nos permite guiar nuestro comportamiento con responsabilidad para actuar conforme a las circunstancias que vivimos y afrontar cuestiones simples como elegir qué vas a desayunar cada mañana o la ropa que vas a vestir para ir a la escuela o al trabajo, hasta otras más complejas como manejar el estrés de los exámenes finales, mudarte a otra ciudad o sobrellevar el dolor de perder a alguien. 

Si quieres obtener más información sobre las habilidades para la vida y su importancia para la salud y el bienestar en general, puedes consultar manuales que están disponibles en las páginas oficiales de la OMS, la UNICEF o en diversos artículos científicos. Si eres estudiante de CUSur y te interesa conocer más sobre el tema o buscas un espacio para practicar estas habilidades como parte de tu formación integral, el programa de CUSur está Contigo en coordinación con el Doctorado en Desarrollo Humano, Educación e Interculturalidad (DDHEI), ofrecen talleres cada semestre a los que puedes inscribirte. Para más información sobre los talleres acude a la coordinación del DDHEI ubicada en el edificio P, planta baja o contacta por vía telefónica y correo: al (341) 57 52222, extensión 46120 o al doctoradodhei@cusur.udg.mx

rocio.juarez@alumnos.udg.mx