Año 15, Número 196.

Uno de los errores más comunes en la escritura de los estudiantes es la «pérdida del sujeto»

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Ramón Moreno Rodríguez

Si tratáramos de nombrar los problemas más graves que aquejan a los redactores inexpertos entre ellos estaría el fenómeno conocido como “pérdida del sujeto”. Para quien empieza a escribir y se deja dominar por el impulso, suele sucederle que empieza a atiborrar de información sus enunciados y ese es el camino propicio para cometer errores sin cuento. En la medida que las proposiciones se van alargando línea tras línea, se va cayendo en uno y otro bache y no se para de cometer gazapos. Se puede empezar por hacer lluvia de ideas, se sigue con la falta de concordancia, se pasa por la falta de coherencia lógica, inevitablemente se recala en la pérdida del sujeto y se va a rematar en algún críptico anacoluto del tipo “fórmate en la fila”.

Todos estos son los errores escriturales más frecuentes, más graves y más difíciles de erradicar. Hoy hablaremos de uno nada más, pero es oportuno decir de una vez que estos problemas de redacción están relacionados unos con otros, es difícil separarlos, unos llevan a los otros y al meter la pata en el charco de la pérdida del sujeto también se mete al mismo tiempo el pie en la falta de concordancia, y así sucesivamente.

¿Por qué estos descuidos son difíciles de que el estudiante los detecte y los corrija? Normalmente sucede porque no se da cuenta. Hay quien atribuye a cierto escritor romántico inglés la expresión “el mayor triunfo del demonio es lograr que la gente crea que no existe”. Y guardadas las muchas distancias, podríamos rehacer la sentencia reformulándola así, “el mayor triunfo de la pérdida del sujeto es que el redactor cree que no ha cometido tal dislate”. En efecto, en no pocos alumnos he encontrado resistencia a creerme que cierto enunciado construido por él se le ha perdido el sujeto, e insiste en que está bien escrito, que él lo entiende perfectamente, o que yo no entiendo lo que mi alumno quiere decir o de plano, que le tengo manía.

Lógico es pues darse cuenta de que en esos casos es muy difícil que se corrija el error. A esto se agrega otro problema de la educación en nuestro país, y es el que mal se enseña a los alumnos los conceptos básicos de gramática, y cuando se los imparten se hace de una manera desvinculada con la escritura; es decir, el alumno siente que todas esas explicaciones de sujetos, núcleos, verbos, modificadores es una cosa harto intrincada e inútil, porque no hay razón alguna para estudiarla.

Pues bien, si los alumnos que padecen en su redacción la pérdida del sujeto o el referente de sus enunciados tuvieran el dominio de los conocimientos básicos de morfosintaxis, sin duda, más pronto podrían resolver esta dificultad, pero normalmente ambas carencias van emparejadas; he tenido alumnos que no pueden distinguir un sustantivo de un adjetivo; entender la conjugación verbal o captar la idea de lo que es un objeto indirecto. Así, ¿cómo poder explicarles el fenómeno para que lo entiendan y me crean? Imposible.

Por otro lado, a veces las proposiciones que construyen están tan enredadas que al profesor se le dificulta por dónde empezar la explicación, porque hay muchas cosas que decir y mucha resistencia a aceptarlo. Y si a esto agregamos que a veces los mismos profesores tienen sus dudas al respecto. Imagínese el lector el problema tan complejo de resolver que se puede enfrentar en el salón de clases; casi diríamos que son problemas insolubles.

Así pues, en esta ocasión dejaremos de lado las explicaciones gramaticales, nos basaremos en varios ejemplos para que la práctica de la revisión de casos ayude a entender y procuraremos que no sean ejemplos muy complejos (que la mayoría lo son), que sean muestras en las que, de preferencia, no se entrometan otros errores escriturales.

Pero empecemos por el principio como dice Perogrullo. Cuando se escribe y se desea transmitir todo al mismo tiempo sucede que se empieza con una idea y se deriva abruptamente a otra y a otra. Con frecuencia se le atribuye a algún sujeto (sustantivo) cosas que en realidad no se quieren decir de él; pero procedemos así porque el verdadero sujeto al que se desea uno referir ha quedado lejos. Valga este ejemplo que me encontré en un periódico de circulación nacional: “BMW abre su primera planta en México en plena crisis arancelaria”. Lo primero que le saltará a la vista al lector en este ejemplo, de seguro, será lo que decíamos del demonio: no parece que exista tal problema en este enunciado (incluso, habrá algunos lectores que ni después de hacerle una primera revisión cuidadosa lo encontrará).

Pero procediendo con más tiento nos damos cuenta de que la parte final de la proposición (“en plena crisis arancelaria”) tiene tres potenciales referentes: BMW, planta y México. En buen sentido, a los tres sustantivos se les puede atribuir la crisis. ¿BMW tiene una crisis arancelaria? ¿Entonces cómo se le ocurrió abrir una nueva planta? ¿La primera planta de BMW en México está en crisis arancelaria? Pues mala manera de empezar la semana, diría el condenado a muerte que lo ejecutaron un lunes. Y finalmente, ¿México está en crisis arancelaria? ¿Y todavía así se distrae dando permisos para construir carros de lujo, en lugar de abocarse a resolver el problema?

Por lógica, en cuanto que el sustantivo más cercano a este predicado es México, es al país a quien el lector tendría que atribuir la crisis, pero luego uno se pregunta, ¿cómo puede tener problemas arancelarios un país, si él los cobra, no los paga? Como puede darse cuenta el lector, al problema de la pérdida de sujeto va indisolublemente unido otro problema: el que escribe da por entendidas las cosas, y como él se conoce a sí mismo, piensa que quien lo lee también lo habrá de captar, y pues claro que no es así. ¿Solución? Inventarnos la información que nos falte y rehacer el enunciado con algo de sentido común, aunque siempre quedará la duda de saber si estamos inventando la solución o en efecto le adivinamos el pensamiento al que escribe.

Lo que yo haría en este caso sería acercar ese modificador a su sustantivo, que creo puede ser BMW, para evitar la anfibología, y así escribiría: “BMW, en plena crisis arancelaria, abre su primera planta en México”

Otro ejemplo no tan difícil. “Como su abogado, él pone todo su esfuerzo en evitar que sea sentenciado a la pena de muerte, sin embargo, no lo logra y termina siendo ejecutado en la horca”. Como nos podemos dar cuenta, los referentes son dos: “abogado” y “él” (protagonista de una película). Por otro lado, las acciones referidas que causan confusión también son dos: “no lo logra” y “termina siendo ejecutado”. Desde un primer momento hay duda de que “él” sea quien “pone todo su esfuerzo en evitar que sea sentenciado”, porque el contexto indica que esa labor sería propia del abogado, no del prisionero, pero bueno; en las dos acciones subsecuentes es imposible saber a qué sustantivo atribuírselas, ¿al prisionero o al abogado? A los dos, por lógica, es posible suponerles esas acciones: “El prisionero no logra evitar la sentencia” o bien “El abogado no logra evitar la pena de muerte”, eso respecto de la primera de las acciones subrayadas, respecto de la segunda pasa lo mismo: “El prisionero termina siendo ejecutado”, o bien, “El abogado termina siendo ejecutado”. Ya sé que esta última es absurda, pero la manera en como fue formulada la proposición da pie para esas construcciones fuera de lugar. Yo lo dejaría así: “Como su abogado, el prisionero lucha por escapar de la pena capital, pero ambos fracasan ante los jueces y el asesino termina por ser ejecutado”. Se puede observar que a cada sujeto le dejé al lado la acción realizada y me preocupé por dejar claro quién era el sujeto en cuestión introduciendo sinónimos para los sustantivos (ambos, asesino); de esa manera quedan los tres sustantivos con sus respectivas acciones: 1) El prisionero lucha por escapar, 2) Ambos fracasan y 3) El asesino termina por ser ejecutado.

Veamos un tercer ejemplo y con ello vayamos concluyendo: “La vinculación que hace esta institución con todas las carreras hacia la promoción de la cultura y el arte me pareció magnífico”. Como se puede notar, en este caso la pérdida de sujeto está relacionada con la falta de concordancia en género, además de otras pifias cometidas. Veamos. El sujeto es “vinculación” e inmediatamente se meten otros dos sustantivos: “institución” y “carreras” y al final uno cuarto, “yo” (me). Lógico es que la acumulación de sustantivos sin sus respectivas acciones empieza a enredar las cosas. Vayamos ahora a analizar las acciones: “hace promoción de la cultura” y “me pareció magnífico”. Inevitablemente el lector se pregunta, ¿Quién hace promoción, la institución o las carreras? Otra pregunta: ¿Quién vincula a quién, la institución a las carreras o la institución a la cultura o las carreras a la cultura o ambas? Tercera pregunta: ¿Qué es lo que le parece magnífico a ese yo narrador, la vinculación o la promoción? A mi parecer, pienso que lo que le pareció “magnífico” fue la “vinculación”, por lo tanto, hay aquí una falta de concordancia de género pues “vinculación” es femenino, no masculino, y por lo tanto debió ser “magnífica” por supuesto, y no magnífico como lo escribió el autor inicialmente, con una palabra grave y no esdrújula. Yo reconstruiría el enunciado así: “Esta institución, en todas sus carreras, relaciona muy bien a los alumnos con la cultura y esa vinculación me pareció magnífica”.

Como últimas reflexiones que te pido hagas está el observar estos tres enunciados en los que hay pérdidas de sujeto (entre otros errores escriturales) y los analices. En el ejercicio comprobarás lo difícil que es descubrir el error y lo complicado que puede ser la corrección porque no sabemos bien a bien qué quiso decir el que escribe:

● El patio de la Universidad de Salamanca es un espacio abierto, más o menos cuadrado con unas fuentes que se llenan de pájaros por la mañana muy asoleados”.

● Lleva un paquete bajo el brazo envuelto con papel de diario y atado con un hilo

● Aislarnos es el primer paso para cortar lazos con los demás, poner los sentimientos sin mayor preocupación sobre las consecuencias nos llevan a tener barreras que son infranqueables a los puentes que da una amistad.

ramon.moreno@cusur.udg.mx