Año 14, número 166.
La ficción es parte de la realidad, pero no tiene la posibilidad de operar en el mundo, tiene una existencia estructural
Jesús Vargas Quezada
El concepto de «ficción» se ha basado en tres cimientos teóricos: uno de carácter epistemológico (que toma como fundamento la división entre Sujeto y Objeto), otro de carácter gnoseológico (basado en la Verdad resultante de la conjugación entre la Materia y la Forma), y uno más de índole ontológica (que se basa en los criterios del Ser, de la Materia).
El sistema epistemológico sobre la ficción se encuentra desarrollado por Aristóteles y Kant. Jesús Maestro dice que Aristóteles —de forma insuficiente y falaz— definió la ficción mediante la oposición Sujeto/Objeto: el artista describiría, imitaría la Realidad. La mimesis, para el griego, es el principio generador de la literatura. La realidad sería la verdad y la literatura la mentira. La literatura sería una mera ilusión construida mediante realidades. Aristóteles, por otro lado, disocia la ficción de la realidad; enlaza ambos conceptos mediante una relación dialéctica. El autor literario queda aislado de la Realidad, a la que sólo puede reproducir a través de las palabras, como si él mismo fuera un etéreo espectador de lo real. La concepción del filósofo de Estagira adolece de la falacia descriptivista: disocia la realidad de la ficción. Postula que la realidad es una entidad ajena al escritor y que éste se limita a develarla mediante el lenguaje.
Dicho sistema epistemológico fundado por Aristóteles se invierte y se desarrolla en la epistemología kantiana. Para Kant, el autor literario refleja, mediante un acto de creación artística, sus contenidos mentales subjetivos. La realidad, entonces, sería equivalente a la subjetividad del escritor. Y cuando el escritor crea un texto literario sólo plasma su propia genialidad y sus propias ideas, es decir, su pensamiento y no la realidad (como Aristóteles). Si para Aristóteles la realidad es el Objeto que un Sujeto describe miméticamente, para Kant la realidad es la subjetividad misma del escritor. En este caso, la literatura sería una expresión de la genialidad propia de individuos superdotados, capaces de percibir aspectos de la realidad vedados a los simples mortales. La operación epistemológica de Aristóteles, en Kant, como es visible, se invierte. El eje articulador de la ficción no es ya la realidad (el Objeto) sino el autor literario (el Sujeto). Hay que agregar que el concepto del filósofo de Königsberg cae en la falacia teoreticista, porque reduce el Objeto a una construcción idealista, irreal y subjetiva, atributos propios de la mente de un Sujeto que (por “profundizar” en sus propias categorías mentales) pierde de vista la esencia misma de la realidad.
Por otro lado, la posición gnoseológica sobre la ficción se basa en el pensamiento de Platón. Según Maestro, Platón reduce el Arte a Conocimiento; en otras palabras, la Literatura a Gnoseología. Se le exige al Arte, en general, y a la Literatura, en particular, la exposición de una Verdad. Desde esta perspectiva, la ficción situaría a la literatura en el mundo platónico de las formas puras y eternas. Sin embargo, exigir verdades a la literatura es una pretensión imposible y absurda. La literatura no pretende imponer verdades. La teleología de la literatura es distinta, y tiene que ver más con fines poéticos que con fines científicos. La Teoría de la Literatura (la ciencia de la literatura, por decirlo de otra manera) sí puede establecer verdades dentro de su campo categorial (nunca fuera de este contexto).
El concepto de ficción de Jesús G. Maestro
En su Crítica de la Razón Literaria, Jesús G. Maestro plantea un concepto de ficción fundamentado, no en criterios epistemológicos o gnoseológicos (los cuales interpretan a la ficción limitadamente), sino en criterios ontológicos (relacionados con el Ser). Para el Materialismo Filosófico, el Ser es Materia. Y la realidad, por ende, siempre es material.
Recordemos las categorías del Materialismo Filosófico. La Ontología General, M, es materia indeterminada, plural e inconmensurable. De ahí, el ser humano (un sujeto operatorio) mediante sus operaciones humanas construye y configura la Ontología Especial, dividida a su vez en M1 (materia primogénerica o estrictamente física), en M2 (materia psicológica o fenomenológica) y en M3 (materia lógica y conceptual).
La ficción implicada en estas tres categorías sería una realidad material lógica y conceptual, con efectos de índole psicológica y con resonancias nulas en el mundo estrictamente físico (M1). Su radio de acción se reduciría a M3 y a M2.
En líneas generales, la ficción, según Maestro, es una materia que carece de existencia operatoria. Lo ficticio no tiene la posibilidad de operar en el mundo; en lugar de tener una existencia operatoria, tiene una existencia estructural. Juan Preciado existe dentro de la estructura de Pedro Páramo y nunca tendrá la más mínima posibilidad de operar en el mundo y dar un paseo por el pueblo real de Comala.
Por otra parte, siguiendo las ideas de Jesús G. Maestro, la ficción siempre se encuentra implicada en la realidad. La ficción y la realidad son indisociables, y la ficción es parte de la realidad. No puede interpretarse la ficción sin tener en cuenta la realidad, porque, entre otras cosas, los referentes materiales con los que se construye la ficción siempre son elementos propios de la realidad.
Finalmente, diremos que la ficción literaria dota de una existencia estructural a referentes carentes de existencia operatoria. Los contenidos literarios investidos de ficción pueden interpretarse psicológicamente y pueden también interpretarse lógica y conceptualmente, pero no pueden percibirse operatoriamente.
chuyvquezada@gmail.com