Año 16, Número 218.

Mary Shelley fue una escritora británica que vivió entre 1797 y 1851. Es reconocida mayormente por su obra más popular Frankenstein o El moderno Prometeo, considerada la primera historia de ciencia ficción y con la que se inaugura este género.

Imagen: mediastorehouse.com

Andrea Lizbeth Horta Enriquez

Cuando tenía dieciséis años, en la preparatoria, tuve un primer contacto con Mary Shelley a través de su más reconocido libro: Frankenstein, manteniéndome al margen de lo que se encontraba detrás de aquella historia. La segunda vez que me conecté con esta gran escritora fue durante la universidad. En el transcurso de esos años solo había contado la obra como exquisita sin saber todo lo que venía detrás de ésta. Desearía poder decir que su vida fue sencilla, pero no podría permitirme tal mentira.

Mary Shelley fue una escritora británica que vivió entre 1797 y 1851. Es reconocida mayormente por su obra más popular Frankenstein o El moderno Prometeo, considerada la primera historia de ciencia ficción y con la que se inaugura este género. Si bien, la mayor parte de su vida se dedicó a escribir, la época en la que vivió se negaba a aceptar que las mujeres también ejercían la escritura. Por ello, en este trabajo analizaremos las diferentes actitudes que el mundo tomó contra una de las mentes maestras de la literatura por el simple hecho de ser una mujer.

Comenzando por su infancia, Mary se vio rodeada de una plaga que sería una constante durante toda su estadía en el mundo: la muerte. A lo largo de El moderno Prometeo podemos vislumbrar un poco de su vida representada por medio del mounstro, y cómo ésta siempre se vio envuelta en el dolor y lo caótico. Muchos de sus trabajos fueron cristales traslúcidos que te permitían observar a través de ellos. Por desgracia, la suerte de Shelley como la de muchas otras escritoras en aquella época, se vio opacada por uno de los mayores males dentro de la industria literaria para una mujer: el crédito de su obra maestra se lo llevó su pareja Percy Bysshe Shelley.

Contrario a lo que comúnmente se cree, esta prodigiosa escritora no solo cuenta con un trabajo, mucho menos Frankenstein es el primero, pues su primera obra fue Historia de un viaje de seis semanas, el cual fue publicado en noviembre de 1817, tal como se menciona en la Bibliografía de Mary Shelley, novelista inglesa, autora de ‘Frankenstein’: “Sin embargo, Frankenstein no sería su primera novela publicada; esa obra inaugural es su Historia de un viaje de seis semanas”. La fuente de inspiración de su primer trabajo fue nada menos que su huida junto a Percy y su media hermana, viaje donde aparecerían las musas necesarias para realizar la más emblemática de sus obras.

Si bien Shelley no fue reconocida como autora inmediatamente por culpa del anonimato, las críticas no se hicieron esperar una vez que se esparció la verdad sobre el que el autor no era sino una mujer. Kate Eschner lo dice en The Author of ‘Frankenstein’ Also Wrote a Post-Apocalyptic Plague Novel: “Cuando se supo que había escrito Frankenstein, los críticos dijeron que la escritora adolescente solo estaba copiando el estilo de su padre y que la novela no valía la pena leerla porque fue escrita por una mujer”. Tal como se menciona aquí, sabemos que el hecho de que las mujeres publicasen era una visión desagradable para los hombres de aquella época, provocando que se sintiesen amenazados por obras del calibre de Mary. Aún en la actualidad la literatura femenil se ve opacada por hombres cuyos trabajos están sobrevalorados.

Echando un vistazo hacia la aceptación que tuvo la novela El moderno Prometeo, encontramos que su primera publicación fue de manera anónima, sin embargo, tal como lo menciona Abel G. M. en El tormento literario de Mary Shelley: “el hecho de que se hiciera anónimamente da una idea de lo escandalosa que resultaba incluso para su propia autora […]”. Tiempo después, la novelista se lamentaría y regresaría a hacer una edición antes de reimprimir la obra, quitando las partes más inquietantes de la historia. No podemos asegurar que se haya visto forzada por las críticas a hacer esto, aunque es lo más seguro teniendo en cuenta el impacto que causó.

Así mismo, Jill Lepore en The Strange and Twisted Life of Frankenstein menciona un dato interesante: “No puso su nombre en su libro, publicó «Frankenstein» de forma anónima, en 1818, sobre todo por la preocupación de que pudiera perder la custodia de sus hijos, y tampoco le dio un nombre a su monstruo”. Esto no solo confirma lo que ya mencionábamos antes, sino que también nos lleva a pensar qué tan mal visto estaba que una mujer hiciera algo tan simple como expresarse.

En la Bibliografía de Mary Shelley, novelista inglesa, autora de ‘Frankenstein’ se dice también que “parte de su atractivo en ese momento fue quizás la especulación en torno a quién había escrito el libro: muchos creían que Percy era el autor, ya que escribió el prefacio”. Lo que nos lleva a la conclusión de que la obra fue bastante bien recibida mientras se creyó que había sido escrita por un hombre, aunado al hecho de que nadie hubiese escrito nada parecido antes, impresionando así al público.

Las injusticias sociales que se observaban en aquel entonces no se referían a un mal recibimiento por el mero hecho de ser una mujer que escribía, sino que las críticas no se hacían esperar una vez que se descubriese quién había hecho la obra, de tal modo que Mary decidió que sus trabajos no se reimprimirían, solo logrando producirse de nuevo mucho tiempo después de su muerte.

Las opiniones sobre que una mujer fuese capaz de escribir tales escenarios, como en su obra El último hombre no se hicieron esperar, llegando a acusarla de plagiar las ideas de su padre. En esta época era más bien normal encontrar este tipo de comentarios hechos por críticos que se negaban a aceptar el potencial dentro de la mente femenina.

Continuamente Mary lidió no solo con los comentarios absurdos sobre sus obras, sino también con las múltiples infidelidades de su esposo, quien, si bien había sido una fuente de inspiración, se mostró bastante reacio a dar su brazo a torcer, preocupándose solo por él y sus intereses. Desgraciadamente, Shelley, como muchas mujeres, mantuvo una venda sobre sus ojos hasta sus últimos días, promocionando los trabajos de su esposo y aferrándose a darle conocimiento póstumo.

Durante la mayor parte de su vida, nuestra escritora se dedicó a soportar las tiranías del sistema patriarcal, el cual su madre se había negado a apoyar, hasta que logró estabilizarse años después de la muerte de su esposo. Tal como lo menciona la Bibliografía de Mary Shelley, novelista inglesa, autora de ‘Frankenstein’: “Además de su hijo, la escritura se convirtió en el centro de la vida de Mary”. Aunque desafortunadamente la muerte estuvo bastante presente a lo largo de la vida de la autora, ella no se rindió y se dedicó a trabajar haciendo lo que más amaba cuidando también de su hijo.

 Tal como se observa en la actualidad, la carga mental y económica de una madre soltera se vio reflejada sobre los hombros de Shelley cuando su esposo falleció, teniendo que marcharse del lugar que vio morir a sus seres queridos, Italia, para poder enfocarse en lo que más temprano que tarde favorecería su vida en su natal Inglaterra. Su realidad en ese momento no solo era dolorosa, sino que se veía poco alentadora.

Sin una fuente de ingresos fija, las condiciones financieras y emocionales parecían ir en declive, y, por desgracia, a eso se le sumó la dependencia monetaria de su padre. Por fortuna, la prosperidad literaria se aferró a Shelley con fuerza en la década de 1830, y con ello logró escribir una amplia gama de trabajos, que van desde las novelas históricas, hasta las novelas postapocalípticas. Cuando su padre murió en 1836, la depresión impulsó a la escritora a honrar a su padre de la mejor manera que conocía: escribiendo un libro a su memoria.

La muerte de su padre logró que la carga económica fuese menor, facilitándoles la vida a su hijo y a ella, sin embargo, seguía sin existir una disposición financiera que les permitiese vivir con comodidades. Mary recurrió a sus amigos por préstamos, aunque su generosidad no duró mucho, así que a la escritora no le quedó más remedio que llegar a un acuerdo con su suegro, Sir Timothy, consiguiendo entonces una manutención a cambio de la promesa de jamás publicar una bibliografía de su difunto esposo Percy Shelley.

Tiempo después falleció Charles Bysshe Shelley, heredero directo de Sir Timothy, dejando como heredero a Percy Florence, hijo de Mary, logrando una estabilidad económica con la que la autora viajó a Francia y conoció personas influyentes del medio literario. Después de tanto dolor parecía ser que al fin llegaría algo bueno.

Su vida desde ese momento se volvió más tranquila y poco a poco avanzó con la escritura y la literatura, a pesar de no ser bienvenida en ese espacio por los hombres logró vivir sus últimos seis años tranquilamente y retirada. Por desgracia, la vida de la escritora llegó a su fin en 1851 a los 53 años a causa de un tumor cerebral, no sin antes dejar un legado literario maravilloso.

andrea.horta3827@alumnos.udg.mx