Año 13, número 152.
El 22 de marzo es el Día Mundial del Agua, un recordatorio para cuidar de este vital líquido, que poco a poco escasea
Ariana García
Desde 1993 se celebra el Día Mundial del Agua cada 22 de marzo, con lo que se busca “crear conciencia sobre los 2 mil 200 millones de personas que viven sin acceso a agua potable y buscar medidas para abordar la crisis mundial del agua”, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas. El problema de la falta de agua se ha presentado ya desde hace varios años en todo el mundo, y va intrínsecamente ligado al cambio climático. Se trata de una situación muy compleja, en donde interviene cada ser humano con el uso individual que le da al agua, los gobiernos y su responsabilidad de suministo y regulación, así como la industria que la solicita en mayores cantidades y en muchas ocasiones la contamina con sus desechos, y no se diga la gran cantidad que se requiere para los cultivos.
En todas las regiones del mundo se han hecho esfuerzos para cuidar el agua y revertir la pérdida constante que lleva al desabastecimiento, pero hasta ahora no se han conseguido resultados importantes. Entre los problemas que acarrea la falta de agua están los sociales, que por sí mismos implican muchos otros. Un caso más que conocido es la construcción de la presa El Zapotillo, un proyecto pensado para proveer de agua potable a la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), en Jalisco, y a León, Guanajuato; entre los costos de esta construcción estaría la desaparición de los poblados de Temacapulín, Acasico y Palmarejo (en el estado de Jalisco). A partir del anuncio de la construcción, en 2005, los habitantes de estos pueblos y muchas organizaciones protestaron por la falta de consulta y las irregularidades que se estaban presentando.
La doctora Anahí Copitzy Gómez Fuentes, investigadora en el Centro de Investigación en Territorio y Ruralidad del CUSur, ha trabajado muy de cerca con el caso de la presa El Zapotillo. Gómez Fuentes comenta que es innegable que los gobiernos deben buscar la manera de abastecer a la población de agua potable, sin embargo, han optado por un modelo de gestión del agua llamado de oferta, que implica un abastecimiento constante del líquido, independientemente de su demanda. Así, “el Estado se ve presionado por el crecimiento de las ciudades, el de la industria (y las necesidades que ésta tiene), y el crecimiento de la agricultura, que consume más del 80% del agua dulce que tenemos disponible. Ante esta encrucijada, los gobiernos traen agua de otras cuencas”, indica Anahí Gómez. La necesidad del gobierno de Jalisco por traer agua a la ZMG lo llevó a proponer el proyecto El Zapotillo.
Gómez Fuentes expone el dilema entre traer agua a la ciudad y la afectación de los pobladores cercanos a la construcción de la obra, de la que nunca les consultaron y que genera un impacto social y económico, y con ello una desorganización social en la región, no sólo en los pueblos inundados. “Además se violan derechos humanos, el derecho al territorio, derechos sociales, culturales. Hay una vulneración para las poblaciones originales. Los gobiernos ponderan el bien común, pero en detrimento de las minorías”, puntualiza. A partir de este caso salen a la luz otros más que desde hace mucho tiempo han existido, como la desigualdad social. Si pensamos en las grandes urbes, nos damos cuenta de que “el agua indudablemente va a llegar a las colonias más ricas, en donde los urbanistas tienen más poder. En ese sentido, no todos los ciudadanos somos iguales para el Estado. Van a traer agua de El zapotillo, ¿pero esa agua para quién va a ser? No sé cómo va a ser la distribución de agua en la ciudad, pero considero que las prioridades serán más para los grandes desarrolladores que para las comunidades más pobres y que les cuesta mucho trabajo acceder al recurso”, sentencia.
Una propuesta de la investigadora para reducir gran parte del problema de abastecimiento de agua en la ZMG es eliminar las fugas del entubado, “el asunto es que en eso no hace énfasis el gobierno, es más redituable hacer grandes obras que beneficien a muchos sectores empresariales antes de ver estas otras soluciones. Con esto se estaría resolviendo el problema de una manera importante sin impactar a otras regiones. No han hecho apuesta por otro tipo de soluciones, solamente el ingenieril y los de grandes costos económicos y sociales”, comenta Gómez Fuentes. En general, más allá de los cuidados que la población debe tener en el día a día para el buen uso del agua potable, la investigadora indica que “el problema está en los grandes consumidores de agua, uno de ellos es la agricultura, y el otro es la industria”, esta última ha sido la causante de la contaminación del río Santiago, el más contaminado de México. “Una de las grandes responsabilidades recae en el gobierno: ha permitido la contaminación del agua, tiene pocos recursos para tratarla, no hay sanciones a los que contaminan, hay muchos pozos clandestinos para la agricultura, no hay regulación”, sentencia la investigadora.
El Sur de Jalisco se ha distinguido por tener una agricultura en crecimiento en los últimos años con la llegada de empresas productoras, en su mayoría de berries y aguacateras. Si tomamos en cuenta que la agricultura consume el 80% del agua dulce que se tiene disponible, ¿qué está pasando o qué pasará con el acuífero de esta región? El Observatorio Ciudadano para el Cuidado del Agua en el Sur de Jalisco del CUSur se creó con el propósito de analizar la problemática que se tiene en la zona, especialmente con el acuífero 1406 —según la clasificación de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA)—, que abarca Ciudad Guzmán, Gómez Farías, Zapotiltic, Tuxpan, Tamazula, Tecalitlán, una parte de Mazamitla y Tonila. El maestro Ramiro Abarca Urquiza, encargado de este observatorio, menciona la importancia de conocer las concesiones que la CONAGUA ha dado a las empresas en la región, así como las asignaciones que se dan para uso público, a fin de tener un control sobre el uso del vital líquido.
En 2009, los datos de la CONAGUA decían que había un equilibrio en el acuífero 1406, cada año la lluvia recargaba lo que se consumía; en 2015 se declaraba que había un déficit de más de 20 millones de metros cúbicos; ya en enero de 2018 se declaró que el déficit era de más de 26 millones de metros cúbicos. “Estamos abatiendo el agua de la cuenca. La gente no sabe de este problema, las autoridades sí lo saben”, comenta Abarca Urquiza. Después de la revisión de estos datos, desde el observatorio se han iniciado algunos estudios que ayuden a diagnosticar el estado del agua en la región y difundir la información con la sociedad para que sea partícipe.
Dentro de los estudios que se están realizando en el observatorio está uno sobre la eficacia y eficiencia de la normatividad ambiental. También llevan a cabo una agenda ambiental con la ciudadanía de Tuxpan, Jalisco, desde la gestión integral del agua y de residuos sólidos, la educación ambiental y la conservación de suelos y biodiversidad. Además se está actualizando el Reglamento de Ecología de Gómez Farías, para el que se aplicó un cuestionario de consulta a la ciudadanía. Otro trabajo importante que se está haciendo desde el observatorio es una propuesta para ordenar el entorno de los pozos de abastecimiento de agua potable y regular el uso del suelo, pues “la verdad ya están invadidos de invernaderos los pozos. ¿Quién está haciendo la inspección de los pozos? ¿Qué tipo de agroquímicos o pesticidas están utilizando? Si se van a estar filtrando, al rato los van a estar extrayendo las bombas, se van a mandar a otros depósitos y a la población como consumo de agua potable, etcétera”, comenta Abarca Urquiza.
Son muchos los actores que deben trabajar en coordinación para el rescate y cuidado del agua, lamentablemente, en ninguno de los casos anteriores se ha podido realizar esta coordinación —al menos empresas, gobierno, instituciones educativas y sociedad civil—, lo que permite que el problema avance o en el mejor de los casos se estanque. Este 22 de marzo es un recordatorio más para alzar la voz y emprender acciones que nos lleven a no carecer de agua potable, de vida.
ariana@cusur.udg.mx