Año 14, número 167.

La vulnerabilidad de las personas con diabetes aumenta cuando tienen condiciones de vida desfavorables y son adultos mayores. Ahora enfrentan también el mayor riesgo de contraer el virus que desarrolla la COVID-19

Ariana García

Desde el año 2001, el 14 de noviembre de cada año se conmemora el Día Mundial de la Diabetes, con el propósito de “aumentar la concienciación global sobre la diabetes… dirigir la atención del público hacia las causas, síntomas, complicaciones y tratamiento de esta grave afección que se encuentra en constante aumento en todo el mundo”, de acuerdo con la Fundación para la Diabetes Novo Nordisk.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre 2000 y 2016 se registró un incremento del 5% en mortalidad prematura por diabetes; para 2014, 422 millones de personas en el mundo padecían la enfermedad. Naciones Unidas contabilizó 4 millones de muertes en el mundo por diabetes en 2017 y estima que para 2030, el número de personas con este padecimiento aumente hasta 522 millones. En México, la diabetes mellitus es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en los hombres desde el año 2000, en 2010 causó la muerte de 83 mil personas, de acuerdo con la Secretaría de Salud Pública; también somos el primer lugar mundial en obesidad, la principal causa de diabetes mellitus tipo 2.

Además de la importancia de los cuidados médicos en las personas con diabetes, los aspectos que tienen que ver con la calidad de vida resultan cruciales para la mejora constante en la evolución de la diabetes en cada persona. Verónica Concepción Macías Espinoza es egresada de la Maestría en Psicología con Orientación en Calidad de Vida y Salud del CUSur, su trabajo se ha centrado principalmente en la calidad de vida de adultos mayores, en específico los que han desarrollado diabetes mellitus tipo 2. Ha descrito la forma de vida de adultos mayores con este padecimiento que residen en algún asilo de Ciudad Guzmán a través de tres variables: la calidad de vida, el estilo de vida y el sentido de coherencia, este último se refiere a la capacidad con la que se cuenta para percibir las experiencias y actuar acorde a éstas.

Dentro de los resultados de la investigación de Macías Espinoza están las afecciones de prácticamente todas las dimensiones de la calidad de vida del adulto mayor, como un deterioro significativo del bienestar social y el emocional. “El entorno puede ser un factor determinante para favorecer o mantener la salud de esta población, principalmente la adaptación que puede tener a este entorno”, comenta Macías Espinoza. Aunque el estudio se realizó en adultos mayores que viven particularmente en un entorno aislado, el confinamiento por la pandemia ha trasladado esta condición a todos los adultos mayores, “es posible generalizar estos resultados a la población debido a que nos encontramos en una contingencia que nos ha orillado a estar prácticamente aislados de la sociedad. El ser una población de adultos mayores, con una enfermedad crónica, y además estar aislados, definitivamente limita tanto sus capacidades físicas como mentales que, si bien están asociadas a la edad, están asociadas a las condiciones de vida en las que se encuentran”, apuntó.

De acuerdo con Macías Espinoza, la apuesta es que estas instituciones de asilo para los adultos mayores “sean un recurso de apoyo que favorezca la calidad de vida y el apego a un tratamiento”. Para esta población que se encuentra viviendo con sus familiares o de manera individual, fuera de una casa de asistencia, la idea es “diseñar programas de intervención en donde pueda participar toda la red de apoyo, porque hacer un cambio en el estilo de vida implica a las personas que te rodean. El realizar un cambio de manera paulatina, acompañado de la familia o quienes conformen la red de apoyo, es algo positivo para la mejora de la calidad de vida”.

Dentro de las enfermedades asociadas al padecimiento de la diabetes están las “enfermedades bucales como el deterioro de la dentadura, enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial, cardiopatías, hipotiroidismo, y de la que poco se habla es la depresión”. Hasta el momento “no ha sido posible garantizar la calidad de vida de las personas con diabetes, por lo que sería necesario duplicar e incluso triplicar los esfuerzos por crear las políticas públicas que sí la garanticen”, comenta Macías Espinoza a propósito de las actuales políticas de salud.

Durante la contingencia por la pandemia de COVID-19 nos han dicho que entre las personas más vulnerables de contraer la enfermedad son los adultos mayores y las personas con alguna enfermedad crónica. Esta contingencia ha traído, además de aislamiento social, un mayor sedentarismo; “la falta de actividad física y la ausencia de integración social repercuten de manera negativa en el bienestar emocional”, comenta Macías Espinoza, por lo que, si agregamos el malestar emocional, esta población tiene un alto grado de vulnerabilidad en la situación actual.

Para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores con diabetes es importante tomar en cuenta los tratamientos multidisciplinarios, “que no se completan únicamente con el médico que diagnostica y da el tratamiento farmacológico”, sino que también se requiere atender la parte emocional y nutricional, “se requiere de un psicólogo, de un nutriólogo, para completar el tratamiento integral que no solamente conserven la salud física sino también mejoren la calidad de vida de esta población que está afectada por una enfermedad, por el aislamiento, por la edad y por otras situaciones que a veces dejamos de lado”.

Implementar actividades recreativas dentro de casa, desarrollar actividades donde se sientan activos, colaborar en actividades cotidianas conjuntas, son algunas medidas que se pueden tomar para que los adultos mayores con diabetes —y en general la población que se encuentra en aislamiento— para mantener la salud.

ariana@cusur.udg.mx